Informes Especiales · 13 de Junio de 2017

LNB · TNA · Comunicaciones

Enamoraron a una ciudad

Comunicaciones le hizo descubrir a Mercedes su pasión por el básquet. En una temporada de ensueño en el TNA, con personalidad y buen juego, Nico Lauría y compañía generaron mucho más que un ascenso a la Liga Nacional.

Por David Ferrara

Fue una vuelta olímpica masiva, de esas que toman la forma de una marea humana y en la que se mezclan jugadores, hinchas, dirigentes, integrantes del cuerpo técnico, familiares, y cualquiera que desee compartir la alegría. Una especie de tren carioca multitudinario que se traslada del salón de la boda a una cancha de básquet y que pugna porque la fiesta nunca termine. Es que cuesta tanto llegar al instante sublime que es un pecado no aprovecharlo al límite, exprimirlo hasta que las rodillas digan basta, los pies duelan y las voces sean inaudibles por la afonía.

Comunicaciones llegó a la Liga Nacional A y desató la euforia de una tierra que tenía guardado en el pecho el amor por el básquet y que no lo sabía. Porque este plantel de Comu, porque esta apuesta, despertó una plaza novedosa en el centro de la provincia, generó pasión y descubrimiento y fomentó que los chicos vayan a picar una pelota. Lo hizo antes de salir campeón, claro está, porque el ascenso es sólo un resultado, pero lo que moviliza es el trayecto de los últimos años, prácticamente de la nada al todo, pero con el deseo de seguir creciendo para no convertirse en un castillo de naipes de los que a veces aparecen en el básquet.

Y en cada rincón de esa vuelta olímpica había sentimientos arraigados, porque cada uno lo vive a su manera. Nico Lauría dejó de cargar la cruz de la final pasada y tuvo su revancha personal en pos del colectivo, con el plus de haber sacado la cara en momentos determinantes. Quería volver a la A por la puerta grande y se lo ganó en la cancha, mostrando sus variantes, condiciones y chapa para liderar un plantel repleto de talento y personalidad.

Para Ariel Pau quizás significó redención tras una lesión que le pudo generar dudas a algún elenco de la máxima categoría, y para el Kily Romero tal vez fue una señal de vigencia. Habrá tantas historias como jugadores, con aquellos apellidos que hicieron largo un plantel gracias a su sacrificio y que descubrirán que quedarán para siempre en la foto y el epígrafe del recuerdo del equipo que logró el ascenso, más allá de que la vida y el deporte los consolide o no en el ámbito profesional.

El Tulo Rivero se encargó de administrar egos con Torre como ladero en el rectángulo y el camerunés más argentino de todos supo cuándo ser el extranjero determinante y cuándo ser el jugador de equipo. Cuando la defensa no podía, el ataque fue respuesta y cuando el ataque se apagaba, la parada de copaba atrás. Solidaridad, compañerismo.

Es verdad que Comunicaciones se armó pensando en grande, y es una realidad que siempre asumieron esa responsabilidad y expresaron a viva voz el objetivo sin temor a ser escuchados. Pero también es cierto que estuvo a cuestión de segundos de quedar eliminado ante Unión de Santa Fe y que esta serie final ante Estudiantes de Olavarría fue toda una montaña rusa de emociones en la que estuvieron contra las cuerdas al menos un par de veces, sufriendo un cimbronazo en casa y quedando al borde del nocaut como visitantes.

Es que Estudiantes también tenía todo, o casi todo. Desde la mística hasta los argumentos en el juego, el Bataraz fue un fenomenal finalista, y obliga a la obviedad de afirmar que también merecía el ascenso, al lugar común de los detalles como diferencia entre unos y otros. No deja de ser cierto. Tan cierto como que hoy no hay consuelo en Olavarría, al menos hasta que se retome el desafío de reconstrucción que viene año tras año movilizando ilusiones.

Allá Aristu se trepa a un aro, acá Defelippo intenta adueñarse un rato del trofeo, Vieta agradece al cielo haber llegado al equipo para hallarse en un rol importante, y sus compañeros agradecen su llegada. La red se corta, y la cancha desborda de gente. La vuelta olímpica se diluye en el océano de felicidad y todo es foto, selfie, abrazo.

Imposible bajarle el volumen a tanta alegría, imposible pensar en lo que vendrá. Hoy es todo festejo para una ciudad que aprendió que amaba el básquet gracias a este equipo.

*David Ferrara fue productor periodístico de las transmisiones televisivas del Torneo Nacional de Ascenso durante diez años. Periodista del diario El Ciudadano de Rosario. Docente en Tea Rosario y en Ieserh Rosario. En Twitter @davidferrara35

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