Informes Especiales · 12 de Mayo de 2017

LNB · TNA

Aliados de la gloria

La historia de algunos de los elegidos que supieron lograr múltiples ascensos del TNA a La Liga. En época de definiciones, es bueno escuchar a jugadores que por talento, destino o buenas elecciones se codearon con el éxito en reiteradas ocasiones

Por David Ferrara

Hay jugadores, la mayoría, que desarrollan toda una carrera, entrenan día a día, se sacrifican, dan lo mejor de sí en pos de un objetivo, son exitosos en su profesión, pero simplemente no tienen la suerte de coronarlo con un título o un ascenso. Dicen que los momentos de gloria deportiva son escasos, únicos e irrepetibles. Dicen.

Hay basquetbolistas que desafían ese concepto, que merced a un cúmulo de situaciones se las arreglaron para transformar en habitual aquello que no lo es. Talento, capacidad, destino, suerte, buenas decisiones, todo se confabula para estar en el momento indicado en el lugar correcto, y, claro, aportar su granito de arena.

En el TNA son pocos los elegidos que han repetido título o ascenso, que en la segunda categoría siempre tuvieron idéntico sabor y premio. Y otros muy pocos se reservan el privilegio de la multiplicidad de logros, con características particulares cada uno de ellos, pero con la similitud de quedar para la eternidad en la historia de instituciones que soñaban con dar el salto.

Aquí se contará la historia de algunos de ellos, que cortaron redes, dieron vueltas olímpicas, o se zambulleron de cabeza a una copa derrapando por el húmedo parquet. Tradiciones, sentimientos, recuerdos de cada uno de ellos.

Lógico, la palabra la toma Mario Sepúlveda, quien subió cinco veces de manera consecutiva del TNA a la A, algo que parece imposible de imitar. “Es muy particular, porque por diferentes razones no se dio de jugar la Liga A con ninguno de esos equipos y entonces cambiaba de elenco pero renovaba el objetivo”, analiza el hoy jugador del Federal, quien también subió con Hispano Americano al TNA. “Después les dejé la fórmula”, bromea.

El repaso: “Fueron cinco ascensos de forma consecutiva y con distintos equipos. El primero fue con El Nacional, que comenzamos jugando en Bahía y terminamos en Monte Hermoso, después lo logramos con Olímpico de La Banda, Unión de Sunchales, otra vez en Monte Hermoso y el último fue con Quilmes”.

Cada uno de los logros tiene su historia, su recuerdo y su anécdota. A Mario lo marcó el primero: “El primer ascenso fue particular porque me habían detectado un problema cardíaco y me perdí buena parte de la temporada. Estuve entrenando solo y tratando de acoplarme al equipo, pero ya dado de alta volví para los playoffs y tuve una serie con muchos minutos cuando logramos el ascenso ante Olimpia. Ya en la final contra Independiente de Neuquén jugué muy bien, hice 29 puntos y la verdad había agarrado ritmo, no quería que termine más”.

En medio de la racha de éxitos, Sepúlveda recordó que le llegó una propuesta para cambiar de equipo en el mismísimo momento del festejo: “En Monte Hermoso estábamos en plena alegría por el campeonato y ya mi representante me decía que Quilmes me quería sí o sí. Tuve la suerte de ir y ascender”.

Obviamente la marca de Sepúlveda era seguida por todos y, además de su jerarquía, el don de ser el talismán era el comentario en la categoría. “En la pretemporada de 2010 estábamos muy atentos a lo que pasaba con los mineros que habían quedado atrapados en Chile y resulta ser que el segundo en ser rescatado se llamaba Mario Sepúlveda y todos los medios pasaban las imágenes y decían ‘Se prepara para ascender Mario Sepúlveda’. Creo que nunca recibí tantas cargadas y llamados. Fue una premonición”, repasa la graciosa anécdota el neuquino, que en esta campaña regreso a su tierra para jugar en Independiente.

Y si de situaciones curiosas se trata, el hallazgo de Mac Hopson para ayudar a subir con Quilmes, es otro recuerdo top: “La llegada de Mac fue una locura de Daniel Maffei (DT de Quilmes por entonces) que hablaba de un chico que era argentino y que se había salvado del Tsunami en Japón. Vino, la rompió y nos dio el plus que necesitábamos”.

El alero no sólo tiene frescos en la memoria los recuerdos, sino que también hay un espacio para toda una galería de trofeos de guerra: “De todos los ascensos me guardé la camiseta y tengo cuatro pelotas de los partidos finales. Me falta una, que el árbitro Ariel Rosas me la primereó. Siempre nos reímos y le digo que me dé esa pelota que es mía”.

“De todas formas, atesoro el cariño de la gente y las amistades en cada uno de los lugares en los que jugué, eso es lo que nos queda”, resume Sepúlveda, quien ocupó el sitial que hasta aquellos años ostentaba Danilo Delset, dueño de cuatro ascensos.

Hoy radicado en Esperanza, donde hasta hace un año dirigió a Alma Juniors, el alero se anima a buscar similitudes entre los elencos con los que le tocó subir: “Lo que puedo evaluar ahora que ya estoy más grande es que en todos los equipos teníamos un base de primera y un extranjero dominante en la categoría. En Belgrano tuvimos a Guillermo Gallo y a Pop Thornton, en Quilmes al Chino López y a Milton Bell, en Gimnasia La Plata a Mofle Horvath y a Thornton pero se lesionó y llegó Diego Ricci; y en Ben Hur estaba el Nano Posetto y a Damian Cantrell. Con esos jugadores era imposible no ascender”.

Otra casualidad es que en cada uno de los casos el éxito llegó en condición de visitante. Y cada uno tuvo su gustito: “El que me marcó más fue Belgrano, quizás porque fue el primer ascenso que tuve, pero además porque la tercera final empezó un jueves y terminó un viernes a la mañana a puertas cerradas porque hubo serios disturbios en Newell’s, volaban piedras, de todo”.

“En Quilmes también fue duro porque teníamos la presión de ser candidatos y debimos superar todas las series como visitante, mientras que en Ben Hur fue especial porque mientras estábamos jugando la final se estaba construyendo el Coliseo del Sur con el que se jugaría en la Liga A, alta presión nos metían; y en Gimnasia La Plata nos generó mucha incertidumbre la lesión de Thornton y no sabíamos si íbamos a ser capaces de ascender, pero lo pudimos lograr”, rememora Delset, quien conserva recuerdos especiales en lo material y sentimental: “Guardado tengo de todo. Pero no sólo guardo de los ascensos, sino de todos los torneos, no me falta ninguna y tengo carpetas de recuerdos porque mi abuela, que fue la que me crió, recortaba todo. El tesoro que tengo es un álbum de figuritas que salió en la temporada 1997-1998 en el Diario Olé cuando yo participé la Liga A en Belgrano. Están Milanesio, Campana, el Loco Montenegro, Chuni Merlo, Manu Ginóbili, y yo junto a ellos en ese álbum”.

Más cercanos en el tiempo se anotan otros de los que suman cuatro logros. Por ejemplo, Santiago González, el hoy interno de San Isidro, quien subió con Argentino de Junín (dos veces), San Martín de Corrientes e Instituto de Córdoba.

“Todos fueron muy lindos, recuerdos muy placenteros y son experiencias que te quedan para el día de mañana, para mostrarle a tus seres queridos. Los momentos de gloria deportiva son lo más importante que te puede ofrecer el deporte profesional, más allá de que te da la oportunidad de conseguir cosas materiales, lo más destacado que te da es quedar en la historia de los clubes y yo lo viví cuatro veces”, explica con sabiduría, el pivot, quien al momento de elegir el más sentido de esos logros no duda: “No quiero ser injusto con ninguno de los clubes. Podría hablar de los recibimientos de Argentino de Junín, de cómo se dio la llegada a Instituto para subir o de cómo levantamos el año con San Martín de Corrientes, pero el que me quedó grabado por una cuestión personal fue el de la 2011-2012 porque al inicio de esa temporada tuve la desgracia de que mi mamá muriera de cáncer y por eso ese año lo viví con mucho enojo, mucho dolor adentro. Al terminar con un ascenso es como que la parte deportiva me dio una alegría para contrastar lo que pase en la parte personal”.

El base Julián Olmedo coincidió con González en su carrera. Y comparten la cantidad de ascensos, aunque se anota un detalle: “Lo particular es que mi primer ascenso a la A se dio recién a los 30 años con Quimsa y ahí se me dio una buena racha, porque los clubes con aspiraciones te empiezan a buscar”.

Olmedo subió además con Lanús, San Martín y Argentino, y ratifica a sus colegas al decir que si bien guarda trofeos, lo más importante pasa por otro lado: “De todos los ascensos tengo un buen recuerdo, vivido de diferente forma en diferentes ciudades. De todos guardo la camiseta y fotos o los presentes que nos dieron cuando se logró el título. Pero el mejor recuerdo es lo que te queda adentro, las sensaciones y eso lo hace inolvidable”.

Uno que sigue despuntando el vicio a pesar del paso de los años es Walter Storani, quien jugó la Liga Provincial con Brown de San Vicente y ahora retornó a su tarea de DT y jugador en Independiente de Rafaela. Gimnasia, Quilmes y Ben Hur lo recuerdan, entre otras cosas, como uno de los jugadores que los ayudó a ascender a la Liga.

“Esos equipos tenían en común el contar con jugadores con hambre, que tomaron el desafío como propio y del primer día al último se trabajaba por ese objetivo. Las cosas que me tocó ganar se lograron porque había un grupo humano excepcional, no sólo para entrenar y jugar, sino para juntarnos fuera de lo deportivo, creando una química que se notaba. Terminamos amigos, se crea una hermandad, un vínculo, y se dio en esos tres casos”, analiza el experimentado interno.

Y otro pivot que sumó éxitos es Leo Peralta, batallador de la zona pintada siempre importante para un equipo con aspiraciones. “Mi primer ascenso fue con Quilmes de Mar del plata. Yo venía de descender de la Liga al TNA y me lo tomé como una revancha. Cuando vi los jugadores que estaban contratando lo tomé como un desafío. La campaña fue irregular pero cuando pasó lo del Tsunami en Japón, Maffei trajo a Mac Hopson que la rompió toda y terminamos logrando el objetivo que nos habíamos propuesto”, relata y pasa al siguiente: “El segundo fue con Argentino. Yo ya había estado y había perdido una final contra Lanús. Era una espina clavada y lo tomé como revancha. Perdimos la final contra Progresista pero le ganamos el repechaje a Oberá. Con el plantel que teníamos podíamos haber sido campeones, pero el objetivo se logró igual”.

Y otra serie para el eterno recuerdo fue la que ganó con Estudiantes de Concordia: “Hicimos una temporada buenísima, pero en la misma zona estaba San Martín de Corrientes, que hizo una campaña histórica. Estuvimos todo el año pensando que le podíamos ganar en una final. Y a pesar de empezar abajo 2 a 0 pudimos darlo vuelta. Fue increíble por lo basquetbolístico y también por lo humano por la amistad de ese grupo”.

En momentos clave de la temporada, con los playoffs definitorios a la vuelta de la esquina, hay algunos jugadores que sueñan con el ascenso, con agrandar o empezar a escribir su historia y sumarse al grupo selecto. Sepúlveda, Delset, Olmedo, González y compañía son algunos de los que pudieron festejar muchas veces, elegidos por el destino o producto de su trabajo y decisiones. Aliados de la gloria.

*David Ferrara fue productor periodístico de las transmisiones televisivas del Torneo Nacional de Ascenso durante diez años. Periodista del diario El Ciudadano de Rosario. Docente en Tea Rosario y en Ieserh Rosario. En Twitter @davidferrara35

 

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