Informes Especiales · 07 de Abril de 2017

Oberá

El éxito en el recorrido

OTC construyó el elenco más joven de la categoría. La elección de los nombres, los roles y las formas para buscar el éxito, que no sólo pasa exclusivamente por un ascenso

Por David Ferrara

Dentro de cualquier torneo conviven diferentes realidades, propuestas, objetivos. Todos desean ganar, esa es una verdad de Perogrullo, pero en ocasiones la victoria no sólo se corporiza en un título o un ascenso. A veces el triunfo está simplemente en poder competir, sentirse a la altura con el trabajo realizado y en igualar o superar las expectativas generadas. La visión tan simplista como cruel de que el segundo es el primero de los perdedores atenta contra muchas de las premisas que debe defender el deporte a como dé lugar.

Dentro de las historias del Torneo Nacional de Ascenso hay varios de estos casos, de ideas, apuestas y proyectos que intentan perdurar en el tiempo, generar pertenencia, hacer crecer una actividad donde no la había, cimentar bases sólidas para un futuro de expansión, promocionar valores y promover tanto infraestructura como modelo de trabajo.

No todos se arman para ser campeones. Todos lo desean, es cierto, pero algunos saben que difícilmente lo sean. La sinceridad brutal nace desde el presupuesto, y entonces hay que saber administrar lo mucho o poco y sacar rédito mayor con menor inversión.

El tiempo, el trabajo, la planificación, son algunos de los recursos para lograr el éxito en el intento.
Misiones, tierra colorada, yerba; Oberá, fiesta del inmigrante, iglesias, centro educativo de una región. Y básquet. Poco a poco el OTC le enseñó al deporte nacional a contarlo como un habitué del Torneo Nacional de Ascenso, con mayores o menores pretensiones, pero perseverando y permaneciendo a pesar de los vaivenes deportivos y económicos.

El Oberá Tenis Club logró sus ascensos de C a B y de B a TNA para instalarse allá por 2008 y el nombre creció, la plaza se apuntaló. Claro está, a veces hay que afinar el lápiz y agudizar el ingenio en la dura tarea de construir un plantel de básquet que permita formar un equipo. Son apellidos, son puestos, son números, en un pizarrón que se borrará cien veces hasta conformar el listado definitivo. El entrenador Lucas Zurita desnuda generosamente el proceso de análisis y selección del equipo para la campaña: “A diferencia de otros años comenzamos a trabajar con tiempo en el armado del equipo. Nos juntamos con los dirigentes en mayo de 2016 para planificar y preparar todo lo referido a la temporada. Sabiendo con el presupuesto con el cual contaríamos, que era poco en relación a los equipos que se armaron con objetivo de pelear por el ascenso, decidimos darle un perfil al plantel: jugadores jóvenes, en algún caso sin experiencia en la categoría pero con futuro y proyección pensando en poder darles continuidad hacia la temporada 2017/18. También decidimos jugar con extranjero”.

El jugar con un plantel con jugadores jóvenes, que es el de menos promedio de edad de los 26 equipos, también me daba la posibilidad de trabajar diferente a otras temporadas ya que la recuperación pos entrenamientos, pos y entre partidos sería más rápida. Incluso en nuestro caso hay que tener en cuenta que somos uno de los equipos que más kilómetros recorre”, desmenuza Zurita, ya con tiempo de trabajo en el club (superó los 100 partidos dirigidos en el equipo de TNA) tras sumarse como entrenador de inferiores y asistente de TNA allá por 2011.

“A partir de ahí comencé con el armado. Primero fui por la renovación de Joaquín Deck, que hace dos temporadas que está con nosotros y año a año ha mejorado su nivel de juego, ha aumentado todos sus números y es un jugador que ya está identificado con el público y conoce nuestra forma de trabajo. El otro jugador que quisimos que continuara con nosotros fue Martín Gandoy. En el receso se fue de vacaciones con amigos por Europa y decidió quedarse allá hasta diciembre lo cual imposibilitaba su continuidad, pero cuando decidimos hacer un recambio en el plantel, lo sumamos porque yo lo consideraba clave por lo que juega, lo que genera, lo que transmite, por su experiencia y porque también se había formado un vínculo importante con los obereños”, explica y agrega: “Lisandro Gómez Quintero fue el otro jugador que queríamos que siga en el proyecto. Lisandro es misionero (de Aristóbulo del Valle), es uno de los chicos que sumamos cuando llegué a Obera con el fin de ir desarrollando todo su potencial para que pudiera tener un lugar en el equipo profesional y pueda representar a su provincia. Temporada a temporada ha ido teniendo más protagonismo y es un jugador muy importante para el equipo”.

Quizás los nombres no sean los más rutilantes, pero Zurita sabía por qué los buscaba, para qué los necesitaba y si había que bucear para encontrar el jugador adecuado, debía hacerse. Tal vez lejos de las pujas fuertes del mercado, pero apuntando a conseguir la ficha deseada: “Siguiendo la idea de buscar jugadores jóvenes y con proyección contratamos a Santiago Ludueña en la base. Santiago venía de tener una temporada muy buena en Petrolero y daba con el perfil de jugador que estábamos buscando. Es un jugador con una gran capacidad de desequilibrar en el 1 contra 1, con buen lanzamiento de tres y el responsable no sólo de conducir al equipo sino también de ser dinámicos y que pudiéramos anotar muchos puntos de ataque rápido”.

Había que encontrar un guía, una voz capaz de dialogar con los árbitros y de tener ascendencia en el grupo. La juventud es un tesoro, pero también puede ser volátil. Hay que acompañarla. Otra vez, Zurita sabía qué hacer: “Era un gran desafío encarar una temporada con tantos jugadores jóvenes, por eso nos enfocamos en buscar un jugador con experiencia y que pueda aportar sus conocimientos al grupo. Fue así que contratamos a Alejo Montes. Sumamos a un jugador que venía de la Liga Nacional, que cuenta con un ascenso en el TNA y que podía aportarle mucho al equipo desde lo basquetbolístico y lo humano, un jugador con gol que se haría cargo de los momentos importantes y por sobre todas las cosas sumamos un jugador misionero que después de varios intentos fallidos al fin jugaría con nosotros”.

La construcción seguía, siempre con el ojo avizor de buscar donde no todos lo hacen: “Me decidí por contratar a José Montero, un escolta que venía de jugar el Torneo Federal, que venía siguiendo desde que estaba en Quimsa y que entendía que podía ser un recambio de calidad en el perímetro aportando su lanzamiento exterior y toda su energía. Para el recambio del juego interior la ficha fue Ignacio Luna, con años en la categoría que podía darle descanso al extranjero y aportarle muchas cosas al equipo en el costado defensivo”.

Otro paso clave era el extranjero. Se sabe, los que son garantía se hacen valer, entonces, había que jugarse nuevamente: “Arkeem Joseph fue el elegido porque nos daría presencia en poste bajo y gol de espaldas al canasto. También fue una apuesta su contratación ya que es un jugador de 22 años y es su primera vez fuera de Estados Unidos”.

Y los juveniles, los que callados imaginan su futuro y se ganan en cada práctica el derecho a pertenecer. “Taiel Gómez Quintero es el hermano de Lisandro, tiene 17 años, es el base suplente del equipo y es la de las divisiones formativas del club. Valentín Garello es otra de las fichas juveniles, viene de Boca, es un jugador que ha sumado mucho durante la temporada tanto en partidos como en el día a día y con mucha proyección. Los otros dos juveniles son Federico Aby y Gonzalo Pryszczuk, dos chicos de las divisiones formativas”, completa Zurita.

Con el pizarrón completo, llegó la hora de trabajar, unir las piezas, llevar los diferentes colores a un lienzo imaginario que representa al equipo. Amalgamar tantas realidades como en aquellos tiempos de inmigración en una tierra que supo forjar lazos entre colectividades.

“Hubo que trabajar bastante, nos costó mucho al inicio poder generar una identidad y recién luego del receso nos empezamos a acomodar. Ahora estamos muy contentos porque no fue fácil, nos costó mucho poder alcanzar una regularidad y ahora que se vive la parte más importante de la temporada queremos demostrar que estamos a la altura de la competencia”, relata Zurita, conciente de que muchos de los objetivos ya se lograron, pero, que claro, nadie juega para perder. Y de ilusión se vive.
Los jugadores también tienen su mirada, reconocen el proceso de crecimiento del equipo y, fieles a la esencia de un deportista, no se conforman con lo conseguido.

Alejo Montes no le escapa a la responsabilidad para la cual lo buscaron: “Me siento bien, cómodo con el rol de ser capitán y de guiar en cierta forma al equipo por un buen camino. Tuve diferentes roles tanto en mi experiencia en el TNA como en los equipos de Liga y esta es una linda oportunidad, porque fue la vuelta al básquet tras once meses sin jugar tras una lesión”.

“En este equipo somos todos jóvenes, pero también estoy aprendiendo porque tengo una responsabilidad grande en un grupo muy bueno. Llegando a estas instancias es bueno tener en el equipo algunos jugadores de experiencia para trasmitir a los chicos”.

A su turno, Martín Gandoy deja en claro que no se conforma: “Estuve un tiempo parado, y cuando se planteó la idea de volver a jugar acá, me gustó. Conocía la ciudad, el cuerpo técnico y la gente. Y fue clave que conocía previamente a la mayoría de mis compañeros actuales y es una alegría compartir nuevamente un equipo. A lo largo de la temporada fuimos levantando, pero en los bajones supimos aprender. Lo de un plantel de bajo presupuesto y más joven de la categoría, lo dejamos en simples estadísticas. Nosotros vamos a salir a ganar y terminar los más arriba posible, sin importar el presupuesto ni los años de los que estén jugando”.

Otro que eligió volver, porque no siempre es sólo cuestión de tira y afloje económico, fue Joaquín Deck. “Me sentí muy cómodo en Oberá y eso fue lo primero que me ayudó a volver a formar parte de OTC. Este es el tercer año con este cuerpo técnico y sé como trabajan”, explica y reconoce que la adaptación del equipo fue más rápida fuera de la cancha que dentro de ella: “El plantel es muy joven y no nos conocíamos, pero también al ser casi todos de la misma edad no nos costó acomodarnos y llevarnos bien. Es un muy buen grupo tanto dentro como fuera, aunque al principio costó bastante el juego por la falta de experiencia”.

Desde el primer día Lucas dejó claro que la idea era tener un equipo que defienda y corra, que sea constante en intensidad y entrega. Eso tardó pero llegó y ahora en este momento creo que somos el equipo que se pretendía y lo demostramos en este año ganando partidos importantes contra rivales de jerarquía que están en los primeros puestos. Yo trato de ayudar a los más jóvenes en lo que puedo dentro y afuera de la cancha. No sólo yo, sino Montes, Luna y Gandoy que de alguna forma somos los mayores del equipo”, finaliza Deck.

Ellos ya lograron muchos de los objetivos trazados, se convirtieron en un equipo, hallaron la forma de jugar deseada, clasificaron a playoffs y se sienten capaces de dar pelea. Construyeron un plantel que luego se transformó en equipo y lo hicieron lejos del ruido grande, tan lejos como está Oberá en el mapa. Eso sí, todos saben que el OTC está allí. No es una ofensa afirmar que difícilmente sean los campeones del TNA, pero a veces el éxito también pasa por otro lado.

*David Ferrara fue productor periodístico de las transmisiones televisivas del Torneo Nacional de Ascenso durante diez años. Periodista del diario El Ciudadano de Rosario. Docente en Tea Rosario y en Ieserh Rosario. En Twitter @davidferrara35

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