Informes Especiales · 03 de Marzo de 2017

Olimpo

Historia de resurrección

En un puñado de años Olimpo de Bahía Blanca se reinsertó con éxito y buen pasar actual en las categorías de la Liga, apostó a jugadores que llegan con ansias de revancha y esperando una oportunidad. La responsabilidad de ser un grande de una ciudad que respira básquet.

Por David Ferrara

“Bahía te exige ganar y Olimpo más. Eso hace que disputemos cada partido con mucha presión, pero siempre es preferible tener esa obligación en lugar de jugar por nada”, resuenan, cruelmente sinceras, las palabras de Franco Maceratesi, el entrenador aurinegro que no retacea responsabilidades y asume la chapa y obligaciones que conlleva haber nacido en la ciudad del básquet. “Sabemos que Olimpo es un club grande. El ser un equipo de Bahía también genera motivación en los rivales, estoy acostumbrado a eso”, elabora el concepto el DT, que se encargó de ascender desde el Federal a este Torneo Nacional de Ascenso en el que ya pagó el derecho de piso en el regreso a los primeros planos del básquet argentino. “La adaptación la hicimos el año pasado, conocimos las canchas, los árbitros, el ritmo de juego. No quiere decir que por eso vayamos a ganar, pero se hace más fácil”, confiesa el entrenador quien afrontó un inicio de temporada a puro vértigo: “No fue fácil. Confirmamos la participación diez días antes y salimos a cubrir bien las posiciones, además de lograr traer 3, 4 y 5 de buena talla, que es fundamental en la categoría”. Todo a pulmón y contra el reloj.

Es que la historia de este Olimpo volviendo a las categorías de Liga es de resurrección, y la de muchos de los jugadores que integran el plantel también.

Es parte importante de un básquet bahiense pleno en tradición, repleto en apellidos ilustres que década a década iluminaron el deporte nacional, ganaron respeto y mostraron que hay una escuela quizás no tan marketinera como la serbia, pero cimentada en el amor por jugar, en el orgullo de la lucha club a club, que es por decantación pugna barrio a barrio y vecino a vecino. Porque la cuota de pasión y garra bien entendida está impregnada en el jugador bahiense desde el llanto proferido al nacer y esa llama nunca se apagará.  

Si hay palabra autorizada para poner en papel algunas pinceladas de la vida basquebolera del aurinegro, es la de Juan Carlos Meschini, prestigioso periodista que como tantos de sus coterráneos rompió las fronteras para llevar su conocimiento a nivel nacional: “Olimpo comenzó a gravitar en el básquetbol bahiense a principios de la década del '60 cuando decide sumar a su plantel a Atilio Fruet, que militaba en Independiente. A cambio de una motoneta, Lito pasó a vestir los colores aurinegros y se iba a convertir en el ícono del club. Fue multicampeón e imán para que los jóvenes que se destacaban en otros equipos recalaran allí ante el magnetismo del ídolo”.

“Además, Olimpo fue el primero en sumar norteamericanos a su equipo (Tim Billingslea y Elisha Mac Sweeney) en Bahía.  Ganó  dos campeonatos Argentinos de Clubes y en 1984, cuando el proyecto de León Najnudel prosperaba, pensó en la Liga Nacional. No clasificó para el torneo de transición que ganó San Andrés. La peleó desde atrás y con el regreso de Montenegro desde Zaragoza, obtuvo el ascenso. Dos temporadas más adelante se encontró en la final cayendo ante un Ferro inolvidable”, relata Meschini transportando en el tiempo las imágenes: “El estilo aguerrido fue una característica que lo distinguió, hubo vaivenes a lo largo de su recorrido y grandes jugadores y entrenadores ligados al club. Hasta que la situación económica lo llevó al retiro de la competencia en 1992”.

“Ahora está de vuelta merced a un grupo joven de fervientes admiradores de la divisa aurinegra que lo condujo del Federal al TNA”, cierra Meschini, quien no se equivoca tampoco en esto, porque, otra vez, la historia de este Olimpo es de resurrección, y la de muchos de los jugadores que integran el plantel también.

La última temporada de Ramiro Iglesias se había trastocado por una lesión. Y el mercado de pases le estaba mostrando su faceta menos agradable. Pero apareció Olimpo y compartieron necesidades y deseos.

“Estaba dando vueltas en el mercado y venía de un año en el que tuve la recuperación  de la lesión en la rodilla. Cuando salió lo de Olimpo enseguida lo tomé como una gran opción, porque sabía que iba a tener minutos. La ciudad respira básquet y era una muy buena manera de volver a empezar”, desnuda sentimiento el base rosarino, quien comenta cómo fueron esos primeros días de práctica con la temporada a la vuelta de la esquina: “El equipo entrenó todo junto sólo cinco días antes del primer partido, pero enseguida se armó un buen grupo y tuvimos buenos resultados desde el inicio, lo que nos ayudó a ganar confianza y por allí subsanar la falta de pretemporada. Hoy ya estamos más consolidados y muy contentos”.

Como todo forastero, Iglesias debe pasar por un proceso de evangelización en el básquet bahiense, al que está siendo sometido. “Es increíble la pasión y creo que se da por su historia, sus jugadores y entrenadores. Estoy conociendo más en detalle la historia y también veo un torneo local muy competitivo, a cancha llena, con jugadores de buen nivel, con presupuesto y que la gente sigue mucho. El básquet es el deporte principal y siempre lo fue”, resume el talentoso conductor.

Otro que llegó cuando el tiempo acuciaba fue Christian Schoppler, quien a pesar de haber cumplido con buenas tareas en la Liga A, recibió con agrado la chance de retornar al TNA en Olimpo: “Fue un notición el interés de Olimpo porque llegó en un momento en el que había jugadores colgados, y yo era uno de ellos”. Otra vez la resurrección, la chance de volver a ser y nuevamente el descubrimiento de una ciudad que vive el básquet como ninguna: “Sorprende el fanatismo de las personas por el básquet. Y lo mejor es que le dan mucha importancia al trabajo de formación en todas las categorías en las mayoría de los clubes”.

Y el chaqueño le dedica un párrafo al andar del equipo en la campaña: “Hay muy buena química y muy buen compañerismo dentro y fuera de la cancha, estamos con objetivos a corto plazo y ahora trabajamos para entrar entre los cuatro primeros, pero el equipo se anima ante cualquier adversidad porque quiere llegar lo más alto posible”.

Como no podía ser de otra manera, Olimpo tiene bahienses en el plantel, lo que le brinda ese sabor autóctono siempre necesario en una tierra que se enorgullece del producto interno.

Es importante tener jugadores de Bahía porque la gente se siente identificada, pero no pueden jugar en la categoría sólo por ser de Bahía. Este año necesitábamos algunos valores de afuera para reforzar. Creo que la pertenencia y la identidad la construye el equipo con sus aspectos de juego y lo que puedan generar en la gente, no sólo por haber nacido en Bahía Blanca”, reflexiona el DT Maceratesi, con pasado en Pacífico y Bahiense del Norte.

Tras la lesión de Emilio Giménez, la armada local la integran los juveniles, el cuerpo técnico y los jugadores Franco Pennachiotti (de Villa Mitre), Franco Ruesga (9 de Julio) y Lucas Marín (Argentino). Justamente el Pela Marín, uno de los artífices del ascenso, resalta los aspectos positivos de este retorno: “En Bahía el regreso de Olimpo al profesionalismo fue fundamental. Más allá de que el torneo local es importante, faltaba un equipo más en los primeros planos. La gente volvió a ir en cantidad a la cancha para poder ver otro nivel de básquet. Muchos jugadores de la ciudad tuvieron la oportunidad de pertenecer a un plantel de Federal y TNA. Obviamente para nosotros, los bahienses, es muy lindo jugar en la ciudad. Es una responsabilidad enorme llevar esta camiseta por su historia y por lo que vivió Olimpo los últimos años. Ojalá muchos clubes puedan crecer de esta forma”.

El protagonismo de hoy, el recuerdo de la gloria de ayer y el orgullo de siempre. Olimpo es parte importante de un todo (el básquet de Bahía) que sólo se comprende en su real dimensión picando la pelota en sus clubes, compartiendo un café en el buffet y sumando horas y horas de escuchar partidos legendarios. La escuela bahiense, sin nada que envidiar a nadie.

*David Ferrara fue productor periodístico de las transmisiones televisivas del Torneo Nacional de Ascenso durante diez años. Periodista del diario El Ciudadano de Rosario. Docente en Tea Rosario y en Ieserh Rosario. En Twitter @davidferrara35

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