Informes Especiales · 01 de Febrero de 2017

La Unión

Un ejemplo de cómo sobreponerse a una tragedia

Esta es la emocionante historia de cómo Alexis Elsener pudo jugar (y brillar) durante la enfermedad y posterior fallecimiento de su hermano menor. El regreso a La Unión tras la fallida experiencia en Quimsa y su actualidad feliz en Formosa. “Todo esto me hizo madurar y Joel me dejó la enseñanza de cómo enfrentar la vida”, dice el cordobés.

Por Julián Mozo

“Me lo pidió el Cabezón. Vine a jugar por él”. 

Había terminado el entrenamiento en Formosa, aquel mediodía del 1° de mayo, cuando Alexis Elsener recibió el llamado que nunca habría querido contestar: su representante le avisaba del fallecimiento de su hermano Joel, de 24 años. El tan temido desenlace era cuestión de días, quizás de horas, y él lo intuía luego de haber estado con él hasta el día anterior, pero la noticia le pegó tan duro como si nunca lo hubiese esperado. Lloró desconsoladamente en el vestuario, rodeado por sus compañeros y el entrenador, quienes le pidieron que de inmediato se volviera a Villa María, que ni pensara en el partido… Sin embargo, el alero tomó una decisión que conmovió a todos: jugar a la noche contra Instituto. “Cuando lo dijo nos sorprendió. Fue algo impensado, nosotros pensamos que querría estar junto a su familia, pero Alexis es así, alguien muy comprometido y de gran corazón. Fue increíble lo que hizo. Por nosotros y también por su hermano, que se lo había pedido…”, recuerda su compañero Alejandro Konsztadt.

Para La Unión se trataba de un juego clave, el que podía darle la clasificación a la primera semifinal de conferencia de su historia, pero para Elsener era también la oportunidad de jugar por su hermano. Tanta entereza y coraje había mostrado Joel desde que se enteró de su enfermedad (en octubre) que hasta le había solicitado al mayor de los cinco que no se perdiera un encuentro tan importante, que de última jugara pensado en él, en su honor… Alexis lo hizo, con su alma desgarrada, pero con Joel en su cabeza. No fue casualidad, entonces, que termina como la figura de la noche (22 puntos) y el club formoseño se llevara el histórico triunfo. “Yo me quise quedar a su lado, pero él me pidió por favor que no. Me volví en auto, llegué de madrugada y me costó dormirme. Entrené como pude y la noticia me mató… Pero quise hacerle honor y decidí jugar. No fue fácil, lo tuve cada jugada en mi mente, pero traté en concentrarme y por suerte las primeras pelotas entraron. Eso sí, no festejé. Ni comí. Me bañé, agarré el bolso y nos fuimos en auto para despedirlo”, recuerda hoy, ocho meses después.

Así, de alguna manera, se cerró un capítulo y empezó otro. Porque el fallecimiento de Joel se dio tras un durísimo tratamiento de siete meses que fue un sufrimiento para todos. Y, a partir de la noticia, se abrió otro proceso, casi tan duro, como vivir con ese dolor, con esa pérdida… Y Alexis lo encaró como la misma convicción y determinación que tuvo su hermano para pelearle al cáncer, siendo el puntal de la llegada de La Unión hasta la final de la Liga. Nada menos. La gran pregunta, entonces, era cómo hizo para jugar con semejante dolor. “Era como un motor que estaba encendido y que no se podía parar… Estaba a full, con la gran temporada del equipo y todo lo positivo que nos pasó me ayudó mucho. El básquet, de alguna forma, me ayudó a tapar todo”, explica Alexis. Konsztadt resalta lo que hizo su compañero. “Todos sufrimos a través de él y tratamos de acompañarlo. Fue admirable cómo la llevó, la responsabilidad y compromiso que tuvo para con el equipo. Era increíble ver la fuerza que tenía para concentrarse, entrenar con la mejor cara y luego ir a jugar. Mostró una entereza muy grande, la misma que su hermano cuando le tocó lucharla...”, opina desde Formosa.

Guillermo Narvarte, el DT, recuerda bien aquellos momentos. “Fueron muy duros. Para Alexis y para el equipo. Una noticia así de un chico tan joven con toda la vida por delante te duele en el alma. Y justo de una familia tan unida… Son unos gringos muy honestos que encima sufrieron otro golpe porque a los días de lo de Joel falleció su abuelo, quien no aguantó la noticia cuando se la contaron…”, recuerda el coach que además tuvo que surfear distintos problemas personales del equipo en esa temporada (la mujer de otro jugador perdió un bebé, por caso). “Los compañeros fueron espectaculares y Guille me bancó siempre, hablándome y dándome consejos. Con él era con el único con quien lloraba…”, revela Alexis. Narvarte siente hoy el placer del deber cumplido cuando se entera lo que dice su dirigido. “Yo, como conductor de grupo, tenía que ponerme primero al servicio de la persona y ayudarla como pudiera. Pero esto va más allá de lo que tenía que hacer… Era algo que nos dolía a todos y hoy me siento feliz de haber podido hacerlo”, dice. Era un trabajo diario. Para Alexis y quienes lo rodeaban. “Algunos días estaba bien y otros, mal. Por eso fue importante el apoyo del grupo y en este caso resultó importante que los nacionales fueran casi de la misma edad que él, que lo conocerán de antes”, explica Narvarte, quien eligió hablar desde la experiencia e incluso desde sus duras situaciones personales. “Fue hablarle claro, prepararlo para lo peor pero de la mejor forma. Yo le di mi ejemplo: yo perdí a mi viejo a los 11 años y seguí… Todos tenemos problemas. Vos vas al banco o a la ferretería y los que atienden también los tienen. Y van igual a trabajar. Acá había que continuar, sin excusas, aprendiendo a convivir con el problema, aunque siempre tratando de contener”, cuenta el marplatense.

La vida interior de cada persona tiene sus vericuetos y se entiende como habitual que cada uno haga su duelo en distintos momentos y a su manera. “Todo cambió en el receso, cuando paré la máquina y caí… Me pasó factura y me costó volver a empezar”, admite Elsener. Para atenuar ese momento llegaron las diversas ofertas para que Alexis evaluará donde podría dar otro salto de calidad en su carrera. Y él, pensando también en su familia, eligió Quimsa, incluso sobre la oferta de continuar en La Unión. “Creí que allí iba a tener una buena situación, un equipo con potencial para volver a una final y a la vez estar más cerca de mi familia (NdeR: Santiago del Estero está a 440 kilómetros de Villa María). No salió bien, pero no me arrepiento. De todo se aprende…”, explica el alero. La experiencia no fue la esperada para ninguna de las partes y, en diciembre, el jugador tomó la decisión de irse del club. Mucho se habló de su salida y sorprendió que Quimsa, en un comunicado, hablara de “problemas personales” que Elsener salió a negar a través de su representante, Marcelo Vivas. Hoy, un mes después, habla por primera vez. “A mí me gusta pelearla, pero el técnico no me quería, no me tenía en los planes. Y así es imposible. Yo no quería perjudicar al equipo o al club. Era lo mejor para todos”, comenta el cordobés.

Ofertas para terminar la temporada tuvo varias: Ferro, Peñarol y Malvín de Uruguay le compitieron a LU. Pero Alexis decidió volver a casa. Porque así se siente en Formosa. “Acá me siento muy querido y contenido. Hay una valoración grande sobre mi juego y eso ayuda. La verdad, estoy muy contento, no puedo estar mejor... Muy rápido tuve las mismas sensaciones que en la temporada pasada. Todos me recibieron muy bien, me ayudaron, y por suerte me adapté rápido, se ve que nunca perdimos la química. Lo estoy disfrutando, más allá que ganemos o no”, se sincera el alerp, quien valora el rol de Narvarte, casi un segundo padre a esta altura. “Quizá de lo único que me arrepiento es haberme ido de su lado”, dice Alexis. Cuando se le cuenta el elogio, Guille sonríe y agradece, aunque prefiere evitar los alardeos. “Alexis es alguien muy especial por su forma de ser y de jugar. Es un chico que necesita contención y este es el lugar donde más ha tenido. Los compañeros y yo lo aceptamos cómo es y cómo juega. Y él se siente muy cómodo”, analiza el coach. Cuando se lo consulta de qué habla cuando se refiere a alguien “especial”, Narvarte profundiza. “Alexis tiene mucho carácter y mentalidad, es un gringo fuerte, cabeza dura y con una honestidad brutal a flor de piel. Hay que saber entenderlo. Si eso pasa, es diferente, genera cosas distintas y por eso para nosotros es tan importante”, explica este entrenador de 51 años.

Elsener llegó y tuvo un rápido impacto en el presente del equipo, tanto en la clasificación en la Liga de las Américas como en la Liga (marca de 2-2). En los cuatro juegos en nuestra competencia promedia 14.3 puntos, con gran eficacia (58% dobles y 60% en triples), y 4.2 rebotes. Nada mal para un comienzo desde el banco… Narvarte explica el fenómeno Elsener. “Está con 5 ó 6 compañeros con los que ya tiene 70 partidos disputados, con el mismo cuerpo técnico, en la misma ciudad… Todo esto te hace adelantar pasos y tener rápidamente sensaciones similares a la temporada pasada”, opina el coach. Konsztadt piensa que Elsener le suma en muchos intangibles. “Desde que llegó nos dio mucha energía, como un aire nuevo que necesitábamos… Sentíamos que nos faltaba agresividad y a Alexis le sobra. Te da la todo el tiempo y contagia mucho”, analiza el base. Narvarte no quiere adelantarse, aunque la ilusión de volver a tener un sprint final de temporada lo mantiene motivado. “Con él somos un equipo más natural, somos más parecidos a lo que éramos la temporada pasada”, asegura.

“El básquet me ayudó”, admite Elsener. “Sí, te limpia la cabeza”, agrega Narvarte. Sin embargo, la procesión de Alexis sigue. Por dentro. “Es algo que no me lo voy a olvidar nunca y con lo cual estoy tratando de aprender a vivir. Joel siempre está. Y estará presente. Pero estoy bien, mejor, tranquilo, tratando de poner todavía más pasión a la vida, la que tuvo él hasta el último día”, se sincera Alexis. Lo vivido fue demasiado fuerte y lo que queda también lo será, aunque siempre pensando en que un aprendizaje puede quedar. “Lo noto mucho más maduro”, dice Narvarte. “Sí, puede ser. Igual, a veces pienso que es todo una mierda, la verdad, porque cuando me acuerdo de él y lo que le pasó se me vienen a la cabeza la cantidad de hijos de puta que andan dando vueltas por las calles. ¿Y justo a él le viene a tocar?”, se pregunta al borde de las lágrimas. Pero el cordobés, bonachón, trata de pensar en lo que puede ayudarlo semejante tragedia. “Si hay un aprendizaje es cómo la luchó. Imaginate que, durante la enfermedad, Joel siguió estudiando y se recibió de periodista deportivo. Y hasta comenzó otra carrera…”, cuenta Elsener para cerrar que una anécdota que lo emociona y nos deja, A TODOS, la enseñanza de vivir cada día como si fuera el último.“¿Podés creer que, en medio del tratamiento, se escapaba para ir a cursar el profesorado de Educación Física? Estaba entubado en casa, se lo sacaba y se iba con el barbijo puesto… Mis viejos lo tenían que ir a buscar porque no podía hacerlo. Era imposible detenerlo, ésas eran las ganas que tenía de vivir…Y eso te llega, te emociona, te lo hace recordar de la mejor manera. Y te da una enseñanza de cómo vivir. Yo maduré mucho, ahora ya no me hago problemas por la pelotudeces que antes me ponían mal”, revela.

Y sí, como dice Alexis, “toda esta mierda algo tenía que dejar…”.

Julián Mozo escribe columnas para la web de La Liga y es el responsable la sección “Esto pasó en la Liga”. Trabajó 18 años en el Diario Olé, cubre la Liga desde 1996 y es el comentarista de la NBA en DeporTV. Cubrió 3 Mundiales de básquet, cinco finales NBA y un Juego Olímpico, entre otros torneos y competencias. En Twitter e Instagram podés encontrarlo como @JulianMozo.

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