Informes Especiales · 08 de Junio de 2020

Quimsa · Quimsa

Mauricio Pedemonte, resiliencia de un ganador

Pedemonte fue un notable jugador de la categoría entre los finales del 80 y el 2006, año donde disputó su última temporada a nivel profesional en el plano nacional con el ascenso de Quimsa. Mendocino pero a su vez santiagueño por adopción, le damos una mirada a ese jugador de mil batallas que hoy vuelca toda esa gran experiencia dirigiendo a la Fusión en la Liga Femenina de Básquet, pieza clave de un ciclo exitosísimo y el más relevante de los últimos años.

Por Lucas Leiva

Hablar de Mauricio Pedemonte es sin lugar a dudas referirse a uno de los nombres importantes que transitó y transita la Liga Nacional de Básquet. El mendocino es una parte fundamental de la grandísima historia de los #35AñosDeLiga, con una carrera intachable que recorre 20 años de absoluto nivel, recorriendo todos los niveles desde su Mendoza natal hasta llegar a unos de los niveles máximos que un deportista puede soñar.

Signo de referencia, un tirador de excelencia, con unas condiciones imposibles de omitir desde su capacidad anotadora, liderazgo y muchísima personalidad, son aspectos que definen a un escolta-alero que marcó una época en sus años dorados como jugador. Está 7° dentro de los máximos anotadores dentro de la categoría desde la creación del TNA en el 92/93 (sumó un total de 5863 puntos), también es uno de los jugadores que más partidos disputó y arriba de quince temporadas en el ascenso. Pero obviamente es mucho más que números.

Arrancó a jugar en Atenas de Mendoza, el club de su familia, de toda una familia arraigada desde siempre al básquet mendocino, históricamente. Se fue a jugar a Independiente de General Pico la Liga B, cuando aún no existía el TNA; luego pasó a Mendoza de Regatas pasando por varios escalones incluyendo tres temporadas en la hoy Liga Argentina (del 93 al 96); posteriormente llegó Ben Hur de Rafaela (96/97 y 97/98), Conarpesa de Puerto Madryn (02/03), Sionista de Paraná (03/04) y Quimsa de Santiago del Estero (04/05 y 05/06). Además, en el medio, tuvo paso por la Liga Nacional disputando tres temporadas consecutivas, con registros por Independiente de Pico (99/00), Obras (00/01) y Gimnasia de Comodoro Rivadavia (01/02), dejando también su huella en el escalón más alto del básquet argentino.

Con todas esas ya nombradas cualidades a la hora de jugar, Pipío Pedemonte es dueño de una carrera ejemplar, siendo un jugador que ha sabido integrar grandísimos equipos protagonistas, algo que más allá de la marcada experiencia también le dio un sentido de resiliencia, eso de no bajar los brazos y buscar siempre lo positivo ante situaciones adversas. ¿Por qué? Porque disputó una importante cantidad de definiciones por el ascenso y no todas fueron felices, sino que las circunstancias pusieron a prueba su pasión y carácter hasta que, en el ocaso de su recorrido como profesional, alcanzó un anhelo tan deseado como buscado: Quimsa en el 2006. Como si la Virgen de Lourdes que tanto lo acompaña supo iluminarlo y recompensarlo después de ponerlo a prueba tantas veces.

Con Santiago del Estero hay un sentimiento especial, ya que prácticamente es un santiagueño por adopción. Más allá de haber ganado un ascenso inolvidable para toda la ciudad y la provincia, indudablemente existe una conexión que trasciende este logro único, que va desde un sentido de pertenencia, de arraigo y de afecto mutuo. Como esos lazos invisibles o imposibles de percibir que son inquebrantables. Y esto además se combina a la perfección con que Pedemonte es el actual entrenador de Quimsa en la Liga Femenina, como parte de un proyecto que lo abrazó para potenciar y desarrollar no solamente el básquet de la provincia sino también de la región.

En tiempos de aislamiento y sin el rodaje habitual del básquet, Pedemonte reparte sus días como Productor Asesor de Seguros matriculado, una profesión que también ejerce mientras se encuentra activo desde lo deportivo. Además, incursiona dentro del running amateur hace un par de años y obviamente todo esto lo lleva a que en el plano basquetbolístico aguarde la reanudación de actividades para seguramente sostenerse con sus labores en Quimsa, donde el básquet femenino de la Fusión ha generado una fuerte revolución y se ha convertido en uno de los grandes animadores de la LFB.

Mucho del carácter y la maduración de Pipío la podemos ver en cada partido con Quimsa, en cada indicación a sus jugadoras, en cada gesto dentro de la cancha y en cada festejo. Desde esa resiliencia, desde ese levantarse y seguir, desde no aferrarse al éxito por siempre porque ha sabido combatir ante la adversidad, pero celebrando que estos últimos tres años entre experiencias deportivas y muy personales ha sabido encontrar un crecimiento único.

- Con todo esto que nos ha golpeado a nivel mundial desde la pandemia, a muchos nos pasa de hacer una especie de retrospectiva, uno mira hacia atrás, empieza a ver lo que sembró y después terminó cosechando... ¿Te pasa esto de hacer ese vistazo de lo que fue tu carrera? ¿Qué ves cuando te das vuelta a mirar esas huellas?
. Muchas cosas, seguro que sí. Lo primero que me pasa es una lucha personal que tengo, una lucha filosófica donde me pasa de escuchar a los demás que empiezan a hablar para atrás y dicen "en mi época era así y de esta forma"... y a mí no me gusta eso. No quiero ponerme en ese lugar, me hace mal. Me pone mal, no sé por qué. No me gusta decir que lo anterior fue mejor, sino que me gusta ponerme desde el lado que sentir y decir que disfruté mucho el camino, y que mi lucha diaria es adaptarme a todas las eras. Pensar que aquello fue así porque se dieron ciertas circunstancias, y que ahora es así porque se están dando otras circunstancias. No comparo, eso es lo primero que se me viene a la cabeza, no ponerme en el lugar de creer que lo mío es lo mejor, sino que lo mío fue en otro tiempo y ahora se da otro tiempo. Después obviamente está toda esa añoranza de jugador, de lo lindo de haber vivido todo eso. Yo era un jugador al que le gustaba mucho ver cosas del equipo, entonces me tomaba el tiempo para conseguir en ese momento todo lo que era VHS con partidos y demás, y tengo un archivo de videos muy grandes, donde todos mis amigos de esa época antes me decían para qué juntaba tantos videos y ahora me los piden siempre (risas). Sí fui muy meticuloso en ese aspecto, y la verdad es que disfruté mucho el camino. No fue un camino fácil, tuve que ser resilente porque en una parte de la carrera se me había metido en la cabeza, quería ascender, quería jugar en una categoría superior, y no era tan fácil. Prácticamente se lograba vía deportiva, no era tan fácil acceder a una liga de elite como la A, así que tuve que ser resilente porque me llevó bastantes años llegar. Otros de mis orgullos fue que tuve la suerte de transitar en toda la línea deportiva, desde los torneos locales hasta la Liga A, y en la Liga A pegar algunos torneos internaciones que para mí fueron importantes. La verdad es que lo disfruté mucho, tuve muy buenos compañeros que me perduran hasta hoy.

- Bueno, vos tuviste una trayectoria tremenda de muchos años donde no sé qué te pasaba de chico pero desde esos sueños jóvenes de alcanzar la Liga Nacional compartiste esa época con tipos como Campana, Milanesio, Cortijo, entre tantos otros. Ahí hay algo fuerte también, ¿qué te pasaba con eso?
. Con eso que me decís, está claro que acá hay algo que me pasó. Yo soy el deportista del "típico caso", y en ese sentido hay varios, el típico caso de que tu familia nada que ver con el básquet, que caíste por un amigo y así te metiste en un club para jugar al básquet; pero yo soy el caso contrario, el del otro típico caso de una familia de deportistas ligados con el básquet profundamente. Mi abuelo fue fundador del club Atenas de acá en Mendoza, mi papá tuvo tres hermanos y los cuatro jugaron al básquet en ese club, y luego mis primos y yo también jugábamos en ese mismo club también. Me fui desarrollando desde muy chico, yo al básquet lo mamé desde bien chico, un ADN profundo.

- Ya te criaste con una pelota.
. Exacto, ya me crié con una pelota de básquet, entonces era ese típico caso de una familia de deportistas. Desde muy chico también me ha tocado el orgullo de haber podido vestido una camiseta de la selección argentina en divisiones inferiores, en dos oportunidades, una de esas en un Sudamericano con el que yo creo que fue quien arrancó el motor y encendió el fuego, Guillermo Vecchio, con quien salimos campeones sudamericanos en Cúcuta. Desde ahí comencé a transitar toda una carrera jugando en algunos equipos fuera de Mendoza, me fui de muy chico. Primero de la mano de Mario Guzmán a Independiente de General Pico, en esas ligas que no están computadas en las estadísticas (risas), porque en ese momento jugaba en el segundo nivel del escalafón nacional que era la Liga B en los años 87, 88 y 89, pero las estadísticas arrancaron un poco más tarde así que esas me las deben (risas). Y esto que te decía, el orgullo de haber transitado desde los torneos locales, selección argentina en divisiones inferiores, pasar por Liga C, Liga B, TNA y Liga A. Acá con Mendoza de Regatas hicimos todo el camino desde el torneo local hasta Liga C, luego a Liga B, después estuvimos a un paso de ascender del TNA a la Liga A. Y ese es el orgullo que me queda a mí como jugador, haber podido disfrutar y mucho todo el camino.

- Ahí tuviste un sentido de pertenencia, porque más allá de haber hecho las valijas muchas veces y de haber pasado por grandísimas ciudades, siempre esa identificación a las raíces mendocinas no la perdiste nunca.
. Mirá, el otro día estaba leyendo a Scola, y decía que se sentía no argentino sino de todos lados, porque estaba un poquito acá y otro poquito allá. Y es lo que a otra escala me pasa a mí, porque uno tiene que saber de dónde salió, cuáles son sus raíces, pero se siente mal si se queda mucho tiempo en un mismo lugar, entonces anda por todos lados. Estar en un lugar hace bien a la familia porque le das un marco de seguridad, de estabilidad, pero en el ADN parece que hay una marcada tendencia de ir por más y se ha estado moviendo permanentemente. A mí me pareció algo parecido en otra escala, porque yo siempre supe de dónde salí, de mis orígenes, de mi humilde club, de mi Atenas con las divisiones inferiores, con mis amigos, pero yo quería ir por un poquito más. Eso fue lo que me pasó, fui saliendo, transitando, buscando mi destino deportivo.

- ¿Qué te pasaba con ese hambre de ascender?
. Algunos dirán que me perdí no sé cuántas finales y otros dirán que fui resilente por cómo lo hice. Y creo que fue así, porque no sé si soy el jugador con más finales de TNA jugué y el partido que tenía que ganar no lo gané, pero en definitiva esa resiliencia a mí me hizo muy bien, me puso muy bien de la cabeza, lo seguí buscando y buscando hasta que lo logré. Y, como te digo, disfruté muchísimo el camino, porque la verdad es que me pusieron muchísimas pruebas y siento que me autosuperé para la vida también.

- Hablame de esas definiciones.
. No me las olvido, y te las digo en orden. Primero el ascenso que no fue con Regatas, que nos gana Luz y Fuerza; después otro ascenso que no fue en Central Entrerriano, que estábamos con Susbielles, Pacheco, Mugherli, Riolfo... ese fue el fracaso más exitoso.

- Riolfo después tuvo revancha pero fue justo contra vos.
. (Risas) Sí, ascendió después con Central cuando yo estaba jugando para Conarpesa, en el 2003. En ese equipo de Central del 99 estaba Legaria, muy jovencito, que jugó muchos años ahí en Central y después se dio el paso por Ben Hur de Rafaela y también jugó mucho en Boca. Ese año, acordate que la reglamentación decía que quien no ascendía como campeón jugaba una reválida contra el penúltimo de la A, donde tenías esos equipos de la A con tres americanos y en el TNA con uno solo... entonces era como que te daban una posibilidad más pero sabiendo que era casi imposible ascender, de hecho nunca en la historia hubo una serie donde el subcampeón del TNA le gane al penúltimo de la A, por eso también terminaron cambiando esa regla. Pero bueno, esos partidos también eran para ascender, o sea que en una temporada tenía dos chances si salías segundo, lo que pasa es que la segunda chance era casi remota de lograr. Nosotros esa segunda chance con Central Entrerriano la jugamos contra Olimpia de Venado Tuerto, que estaban con tres americanos más Herrmann en el plantel, pero yo también lo contabilizo como otra posibilidad. Siempre fui atrás de las reglamentaciones (risas), y ahora te explico por qué. En el año con Conarpesa tuvimos ese formato de que los ganadores de semifinales eran los que ascendían y después la final definía el título de la temporada, y nosotros perdimos contra Central en ese 2003; pero después el formato cambió y los dos ascensos pasaron a ser el campeón, el primer ascendido por ganar la final, y el segundo ascenso lo jugaban el perdedor de la final contra el ganador de los perdedores de las semifinales. Entonces si hubiese sido con esa reglamentación, con Conarpesa habríamos tenido otra chance más después de perder esas semis contra Central. Tuve la mala suerte de estar en la era de jugar el repechaje contra los equipos de la A que era imposible, y después no tuve otras chances sumadas además de las ya muchas que tuve. Lo importante es que todo eso se fue modificando y se fue haciendo cada vez más justo el sistema para ascender.

- Te iba a decir que en esa serie en Conarpesa, a ustedes les pasa esto de la salida del equipo de la Pocha Coleffi.
. Claro, una locura, mirá el dato que tirás. Jugamos de local los dos primeros partidos para definir la serie, ganamos el primero creo y perdemos el segundo. Y ahí, cuando perdemos, después de esos primeros dos partidos, despiden a Pablo y queda un entrenador interino que teníamos ahí, nos vamos para Gualeguaychú y perdemos los dos restantes. Una situación rara, porque la serie no estaba cerrada y perder un partido de local son cosas que pasan en los playoffs. Teníamos un equipazo con Tati Del Sol, Nóbile, Andy Rodríguez, Diego Casemayor y un Treise jovencito, pero nos encontramos con un impresionante Diego García del lado de Central Entrerriano. Diego estaba impresionante, estaba muy flaquito pero volaba, no lo frenábamos ni pegándole (risas), no lo pudimos controlar. Nos ganaron bien. Después de esa serie, el repechaje lo jugamos contra Deportivo Roca, un equipazo con Ginóbili y Byron Wilson, así que fuimos a jugar contra ellos después de ese palazo en la cabeza de perder el ascenso. Y esa fue otra posibilidad de ascender que no pudimos concretar, así que contabilizalo. Pero es esto de la resiliencia que te decía, el estar ahí, un transitar que la verdad fue duro. Pero después, por último, dándose lo de Quimsa. Recuerdo que cuando llego en 2005 con Quimsa teníamos un equipo humilde con el que llegamos a la final, eliminamos de visitante a El Nacional en Bahía Blanca con Sureda, íbamos 2 a 1 esa final y perdemos el cuarto juego en Santiago del Estero, nos vamos a Formosa y nos ganan 3 a 2. Fue el año donde se armó La Unión, esa misma temporada, ese gran equipo que estaba Marito Romay. Después al año siguiente ya se terminó dando, pudimos ascender con Quimsa, donde ascendimos contra Obras en su cancha y después el otro ascendido fue Sionista. Perdimos después la final contra ellos, pero ya habíamos logrado eso tan ansiado de ascender, esa resiliencia.

- Tuviste tres seguidos en la Liga después, algo que no era muy habitual en esa época porque pocos jugadores podían pegar el salto a la Liga a menos que fuese, como decías, por el ascenso de ese equipo del TNA que subía a la A y renovabas.
. Sí, después de Central Entrerriano me tocó jugar en Independiente de Pico la Liga Nacional A, un equipo que venía de ser subcampeón que recuerdo que venía de perder las finales contra Atenas, pero Independiente ya estaba tambaleando un poco y ese año creo que fue el último que participó en la Liga. Lo lindo de ese año fue que tuvimos un torneo internacional, para mí fue importante eso, que jugamos la Copa de Campeones donde fuimos a jugar a República Dominicana. Para un chico de barrio no sabés el orgullo o lo lejano que se ve alcanzar eso. En esta época que está un poco como más globalizado parece ser más natural, pero la verdad es que no era fácil acceder a un torneo internacional de clubes y yo tuve la suerte de poder jugarlo con Independiente. Después pasé por Obras a la otra temporada, y después a Comodoro otro año más. Ese último año en Gimnasia fue bastante atípico a nivel país porque fue la época del 2001, con el Corralito, estando lejos de casa, fue una situación muy dura a nivel país con Argentina convulsionada, aunque tengo que recalcar que en Gimnasia nos cumplieron todo. Y se fueron dando cosas así, historias de mucha resiliencia. Esa es la palabra que yo le encuentro a mi carrera.

- Los otros días, hablando con Juli Olmedo que fue compañero tuyo en ese ascenso de Quimsa del 2006, hablaba de esa lucha dentro de su carrera, sabiendo que esos cuatros ascensos casi seguidos fueron ya siendo maduro como jugador. Le encuentro cierta similitud a lo que te pasó a vos, esto de luchar, sufrir, hasta que finalmente llegó eso que uno tanto buscaba. ¿Qué te pasó cuando ganaste ese ascenso en 2006?
. Claro. Yo lo había percibido también de Julián, porque fue un jugador que estuvo muchos años jugando en Versalles, en Buenos Aires durante mucho tiempo. Todos sabíamos de sus grandes condiciones, pero explotó y dio su punto más alto ya casi de grande por así decirlo, y después de ese Quimsa ascendió unas dos o tres veces más. Esa es una de las cosas que te da la vida, esa la experiencia. A mí me pasó una cosa muy parecida, es verdad, porque ya de grande, con Quimsa habíamos ascendido y esa fue mi última temporada a nivel nacional. Tengo un recuerdo especial de ese momento, imborrable, con toda la gente llorando en las calles. Pero cuando me vine para Mendoza, ascendimos con Anzorena a la Liga C y después un campeonato local. Ahí es donde entendés cómo en esos cierres de tu carrera y después de tanto esfuerzo, después de tanto de esa resiliencia, al final todo termina iluminándose. Es como si encontrases la tecla.

- Me hablaste de ese campeonato con Anzorena. Ahí te tocó definir partido al mejor de cinco, pero con los primeros dos partidos jugándolos afuera.
. (Risas) Sí, esa es otra. Habíamos salido primeros en la fase regular, y supuestamente la ventaja deportiva era jugar los dos primeros en tu cancha. Pero no, al contrario, acá fuimos a jugar los dos primeros a Catamarca, perdimos esos dos partidos y se nos puso muy difícil, teníamos que remarla para darlo vuelta. Jugamos al revés, así como estaba, y fue una locura porque pudimos dar vuelta la serie, ganando los tres partidos seguidos con el último en triple suplementario. Lo ganamos por uno, con un tiro sobre el reloj mío después de un robo. Una locura esa serie. En definitiva, y en global de todo esto, pienso en cómo se te ilumina todo a lo último, cómo ves más claro con el paso de los años y la experiencia. Cuando sos más grande pasan cosas, es como que se ralentiza el tiempo, vos sabés adónde va a estar el balón en los próximos dos segundos, como si tuvieras una máquina del futuro que te lleva dos segundos adelante y eso es súper útil. ¿Y cómo te comprás esa máquina del futuro? Haciendo un plan de pagos de una carrera de veinte años, la llamada experiencia.

- Claramente no sólo experiencia en el juego sino en la vida. ¿Podemos decir que te forjó el carácter?
. Sin dudas. Otra de las cosas en definitiva es utilizar el deporte como una escuela de vida, usarlo como una enseñanza. No tengas dudas que todo lo que me pasó en mi carrera forjó mi personalidad. Incluso para ser el entrenador que soy hoy, ser resistente, creer en el trabajo, ser paciente... siempre digo que esas son las cosas que tomé como aprendizaje. Por ahí sea caro, pero aprendizaje al fin.

- ¿Y qué te pasa cuando ves esos veinte años de carrera traducidos en lo que representás también estadísticamente dentro de la historia de la Liga? Dentro de los diez máximos goleadores de todos los tiempos, de los que más partidos jugó en la categoría, y tanto más...
. No te voy a negar que me genera muchísimo orgullo, pero realmente me pasa esto de no mirar mucho para atrás. Por ahí mi hijo ahora me pregunta bastante por algunas publicaciones que se vienen haciendo. Me pasa esto de sentir un gran orgullo pero también sabiendo que los números están para romperse, y que lo disfruté muchísimo. Cada uno de esos puntos que están reflejados ahí fueron de mucho disfrute. Ahora me pasa muchas veces de mirarme en el espejo, encontrar en mi físico distintas cosas y las arrugas, y cada una de esas arrugas a lo mejor se me han hecho con el gesto de la risa o la alegría de cada uno de los puntos que me tocó marcar en mi carrera. Cada gol, cada punto, era una sonrisa y una alegría, un disfrute, y eso siento que quedó marcado en mi cuerpo. Y la verdad es que no compito contra nadie, no soy así, porque me alegro y celebro que los récords se sigan rompiendo. Otra de las cosas que me pasan cuando veo esas tablas, es pensar que llegué a jugar con un montón de genios que también están en esa lista, como Matías Tomatis, Julián Olmedo, Donald Jones o Cal Ferguson... jugadorazos que fueron compañeros míos. Mario Romay también, que no fue compañero mío pero hicimos toda la carrera de jugador juntos. Me pasa de ver esos nombres y pensar lo bueno que fue haber jugado con esos grandes jugadores, eso es lo que siento, que hay todo un lindo camino.

- Venís de una familia de deportistas y a vos te pasó esto de reinventarte en todo momento, porque tampoco te quedás con lo que pasó y tenés esto de adaptarte a todas las eras. ¿Cómo fuiste variando y aprendiendo de todo eso? Porque también estás metido en el running si no me equivoco y vos tomás un poco de todas las cosas que vivís para después aplicarlas en distintos planos de tu vida...
. Sí, porque no solamente en el básquet nada más, nunca me cerré a una sola cosa, no es mi forma de ser así. Leo mucho, veo muchos videos, me gusta aprender de todo, me parece que es algo enriquecedor todo ese conocimiento. Y en ese sentido, hablando estrictamente del tema deportivo, he intentado incursionar en algunos otros deportes porque la realidad es que me gusta mucho estar en movimiento. La verdad es que ando en bici, nado, salgo a correr con un grupo, hago maratones y cosas así. Lo que me pasó con las maratones fue increíble. Salí a correr con un amigo basquetbolista acá en Mendoza, que jugaba conmigo, que un día me vio caminando por el parque y me invitó a correr con el grupo. Y ahí, entrenando con ellos, me encontré que los runners tienen algo de esa tremenda fortaleza mental que yo podía llegar a sacarle algo, me di cuenta que podía tomar algo de ellos para aplicarlo a mi deporte. Y eso me enseñó mucho desde lo mental, porque la verdad es que te forja mucho la cabeza el prepararte para una maratón de 42 kilómetros, habiendo corrido cuatro de esas más un montón de 21 y otras tantas de 10. La verdad es que está buenísimo, a mí me sirvió muchísimo para seguir después ligado al básquet como entrenador, utilicé bastante todo eso de la mentalidad, en la parte de la fortaleza mental para sobreponerse a situaciones. A mí lo que me pasa es que tengo súper asumido que ya no soy más un jugador activo, sí siempre seré un jugador desde el alma, siempre estaré relacionado al deporte por este ADN familiar que te decía y me siento bien haciéndolo. Me gusta ser útil para el deporte y me hace bien estar dentro de una cancha.

- Hoy en esa transición que tuviste a entrenador, es también brindarles a las generaciones que se asoman todos los conocimientos de 20 años de trayectoria como jugador.
. Sin dudas que sí.

- Y en esa transición al rol de entrenador, pero llevándolo ahora al plano del femenino de Quimsa y todo lo que les pasó, ¿cómo sentís todo este proceso que venís teniendo en los últimos años? Porque acá estamos hablando de un proceso súper exitoso con títulos, un proyecto en Santiago del Estero para toda la región, desarrollar jugadoras, incluso con la llegada tuya para colaborar en la selección... La realidad es que te pasaron cosas muy fuertes y muy de golpes con Quimsa.
. Sí, estos tres años sinceramente han sido una bomba en todas las cosas que me pasaron como entrenador. La verdad es que me puso muy orgulloso que se hayan fijado en mí, que consideren que yo puedo trabajar en la rama y siempre con el desafío de seguir aprendiendo. Aprendí un montón de cuestiones más. Quimsa es un club que no tenía la rama femenina, Santiago es una provincia a la que le gusta mucho el básquet pero que no tenía una tradición en la rama femenina. Entonces en una apuesta muy grande por parte de la dirigencia, mucho de convicción propia de que la rama femenina tenía y tiene que crecer en la región del norte de Argentina, es que Quimsa adopta una inversión poderosa. Quimsa fue el precursor, nos dio espacios desde un lugar inédito, le dio trabajo a las jugadores y entrenadores, brindándonos las mismas comodidades para el desarrollo profesional deportivo que en la rama masculina. Me saco el sombrero ante eso. Sí creo que tenemos todavía mucho por aprender y transitar, nos vemos reflejados mucho en el trabajo que vienen haciendo desde hace tantos años Vélez, Obras, Berazategui y Rocamora por ejemplo, y somos muy respetuosos de esos proyectos, los miro y les saco cosas, pregunto e indago, sabiendo que son lugares que tienen un buen básquet femenino. Nosotros en la institución estamos arrancando, queda un montón de camino por recorrer, tenemos que agrandar la base de la pirámide que es fundamental porque ahí adolecemos, lo sabemos y somos humildes en reconocer que tenemos que trabajar ahí. Pero en definitiva, Quimsa nos brindó todos los medios para hacerlo. Y se vio coronado con levantar varias copas, que en realidad son la punta del iceberg, porque para abajo hay un montón de otras cosas, desde brindarles a las jugadoras un espacio de desarrollo personal, todas con sus departamentos, con las condiciones debidas. Detrás de todo esto hay viajar en el mismo micro del masculino, viajar un día antes, estábamos en los hoteles, con la misma logística alrededor de kinesiólogo, psicológico deportivo, cuerpo técnico, utileros... realmente para trabajar espectacular. Sé que hoy esa no es toda la realidad del básquet femenino, pero bienvenido sea que alguien invierta en el básquet femenino.

- Y en esto de los componentes del éxito de Quimsa, así como es importante la apuesta del club y todas las jugadoras de jerarquía que le dieron un salto de calidad al equipo, también vos sos una pata clave para que todo haya funcionado hasta hoy. Y claramente existe ese vínculo de aprecio y respeto por tu trabajo de las chicas.
. Lo que intento, y creo que en definitiva intentamos todos los entrenadores, es dejar nuestro granito de arena dentro de lo que eventualmente encontramos. Otra de las cosas de las que estoy orgulloso de mí mismo es que soy un apasionado, tan simple como eso. A mí me dan el equipo de mini de Atenas y para mí es la selección de Estados Unidos. Siempre voy a hacer lo mejor que pueda para el momento y lugar en el que me toque estar. Después las cosas para arriba vienen solas. Hay una frase que dice 'Hacelo tan simple que parezca fácil para los demás', y eso viene desde lo apasionado que puede ser una persona en su profesión y su trabajo, creo que el trabajo se enaltece en ese sentido.

- En gran punto, esa maduración y pasión, a través de la resiliencia que mencionábamos y la curiosidad por tomar cosas interesantes de otros lugares para aplicarlas o reutilizarlas en los aspectos de tu vida, te valió para formar quien sos hoy. Con todo lo que uno vive, con lo bueno y lo malo.
. Sin dudas, nosotros somos producto de nuestras experiencias y nos forjamos como personas mediante eso. A mí si hay algo que también me pegó muy fuerte fue la muerte de mi papá, que fue para la primera que nos toca disputar con las chicas de Quimsa en la cancha de Obras, en ese equipo que estaban Gisela Vega, Nati Ríos y varias chicas más. Dicen que empezás a madurar cuando no lo tenés más a tu papá, y a mí me pasó algo así, que me sentí más maduro en esas circunstancias. Creo que eso lo pude reflejar un poco después como entrenador, son cosas que te pasan en la vida. Vos no sabés cuándo es el momento en el que te cambia todo, cuándo es que te hace clic la cabeza, que te hace sentir como mejor parado ante otras situaciones.

- Y en lo que me contás de tu papá, creo que después de eso no sabés si te paraste bien sino que necesitás simplemente pararte, sí o sí, para responder a la situación que tenés enfrente y que no te lleve por delante.
. Sin dudas, era pararme como sea. Los seres humanos nos componemos de un montón de cosas en nuestra vida, de lo que vamos recolectando como experiencias, de lo que nos va pasando. (José) Ortega y Gasset, un filósofo, decía "yo soy yo y mi circunstancia". Por eso somos tan distintos todos y no hay nadie igual, vamos pasando por distintas circunstancias, momentos emocionales, de vida, y todo eso uno lo va forjando. A algunos les llega antes, a otros después, y creo que estos tres últimos años a mí me hicieron madurar muchísimo más. También en el medio pasa esto de que sos papá, empezás a ver las cosas desde otro punto de vista cuando tenés hijos, y la verdad es que son un montón de cosas las que me pasaron para todo ese proceso. Otra de las cosas que te abre mucho la cabeza es viajar. Recomendado por psicólogos, viajar es importante para ver otras realidades. La verdad es que estos últimos tres años me hicieron madurar realmente un montón. Volviendo al tema de las chicas, si ellas tienen esa visión que me decías, soy muy agradecido por eso y no tengas dudas que es recíproco porque ellas también se lo merecen. Son unas genias, cómo ayudaron, lo coachables que son y cómo se adaptaron al proyecto, cada una que pasó. A mí me tocó inclusive el privilegio que mencionabas hoy de colaborar en el cuerpo técnico de la selección, que fue para el Panamericano, y me pasó de compartir ese tiempo con las chicas y ver un deseo muy grande de que haya tierra fértil para poder crecer. Son chicas que han pasado por varios niveles de Europa y que sueñan con eso, tienen mucha esperanza en la Liga Femenina a desarrollarse acá en Argentina, que se siga desarrollando.

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