Informes Especiales · 07 de Mayo de 2020

Ferro

Rodrigo Gerhardt: su salud, el básquet, el estudio, su experiencia en España y su afición por leer y escribir

Desde Bahía Blanca, su ciudad natal, Rodrigo Gerhardt dialogó con La Liga y contó cómo transita su día a día tras someterse a una intervención quirúrgica luego que le detectaran un tumor en el oído interno. El jugador de Ferro brindó una linda charla, donde además nos habló de sus inicios en el básquet, de las experiencias en los Juegos Universitarios, de su vínculo con el estudio, y de sus vivencias en España.

Por Noelia Ortmann

“Era primero de noviembre. Estábamos en Comodoro. Me sentía muy mareado y se me partía la cabeza de un solo lado. Le dije a mi compañero de habitación que llame al kinesiólogo. Vino, me movió un poco el cuello, me dio un relajante, porque pensábamos que era una contractura, a los cinco minutos fui al baño, vomité y se me pasó el dolor. Después con el tiempo comenzó a ser más frecuente. Me acuerdo que en Brasil, cinco noches de cuatro estuve con dolor de cabeza. Después en el juego, mientras entrenaba y demás no me pasaba nada, seguía haciendo todo normal”, cuenta Rodrigo Gerhardt sobre el momento en que comenzó con los síntomas de lo que posteriormente le detectarían, un tumor en el oído interno.

-¿Y qué sucedió después?

-Me hice estudios de la cervical, la tenía rectificada. Se me pasaron los síntomas y mi kine, Juan Ferraro, que es crack, me dice “te conseguí un turno con un kinesiólogo que es especialista en vértigo”. Voy, era cerca de la Facultad de Medicina, me hice como cinco exámenes. En la audiometría sale que escuchaba menos, que eso ya me daba cuenta, y en la resonancia que tenía un schwannoma. Estaba en Avenida Córdoba mirando que era un schwannoma. Imaginate, un tumor y en la cabeza. En ese momento le mandé a Juan (Ferraro) lo que tenía y después me dijeron “te vas a tener que operar”. Me dijeron los riesgos, podía llegar a tener una parálisis facial. Me sorprendió a mí mismo lo bien que reaccioné. Empezamos con todo el proceso para llegar a la operación. Me llegaron a explicar el tema del uso del celular, de dejarlo lejos y en modo avión para que no afecten las radiaciones.

-¿Cómo fue todo ese proceso, desde que te enteraste que te tenías que operar, hasta el día de hoy, que por suerte ya estás bien y recuperándote?

-Saqué turno en febrero y me dieron turno para abril. La verdad salió increíble. El acompañamiento siempre estuvo. Al principio no se lo conté ni al equipo ni a mis amigos. Hice el proceso a mi manera. Es muy personal. Yo decía que era como para no dar lástima, que llegue a perder una pelota y digan “pobrecito tiene un tumor en la cabeza”. Después me fui dando cuenta que quizás no era eso sino que no quería estar repitiendo todo lo que tenía, me di mi tiempo de guardármelo para mí e irlo soltando de a poco. La estadística de esto es uno cada cien mil. Bueno me tocó a mí. Tenía recursos, un médico al lado, obra social, si le tenía que tocar alguien que me toque a mí, porque estaba en inmejorables condiciones para afrontarlo.

-¿Ahora cómo sigue? ¿Qué controles tenés que llevar?

-Me dijeron mes, mes y medio sin hacer ejercicio. El 13 recién es un mes, hasta el 28 seguramente no pueda hacer nada. Por el momento estoy haciendo kinesio, con ejercicios muy básicos porque la estabilidad me afectó bastante. No me pidas que gire, porque siento alguna incomodidad.

-Lo que te sucedió te encuentra en un momento donde el mundo está pasando por una situación particular con esta pandemia, que a vos en cierta forma te ayuda a estar tranquilo en tu casa, a recuperarte, no te perdés de estar entrenando o en una cancha con tus compañeros.

-Sí, ahora estoy en Bahía. Igual la semana que viene o la otra tengo que ir para allá (Bs. As.) porque tengo un control y ahí me dirán si puedo empezar con el ejercicio. No hay nada distinto a cualquier otra operación. Con el equipo nos conectamos, yo hago lo mío de kinesio. Pato Pallares está siempre con nosotros. No queremos perder todo lo que hacemos. Vivimos de nuestro cuerpo.

-Hablemos un poco de tus inicios en el básquet, ¿dónde comenzaste a jugar?

-Empecé en Bahiense del Norte, a los cuatro años. Mi bisabuela y mi bisabuelo vivían a un frente de casa de distancia de donde después iba a estar el club. Mi abuela y mi abuelo se casaron y se mudaron a un edificio al lado de donde iba a estar el club. Mi abuelo fue casi fundador. Mi mamá, mis tíos, mis tías, se criaron ahí adentro junto con los Ginóbili. Cuenta la leyenda que antes de nacer ya era socio. Claramente no tenía mucha opción (risas). Estuve ahí hasta los 19. Las últimas dos, tres temporadas jugué lo que se llamaba Jóvenes Talentos. Después me quise ir a Bahía, pero tuve problemas con el pase. Así que decidí viajar a España, donde estuve cuatro meses en Cantabria. Antes de irme a España mi idea era ir a EE.UU. a jugar y a estudiar. Volví de los Juegos Olímpicos de la Juventud en Nanjing, queriendo irme a conocer el mundo. Viví en una Villa Olímpica, conocí gente de todos lados y quería conocer todo.

-Empecé a estudiar para prepararme para un examen para ir a EE.UU. Rendí y conseguí una beca, que me la guardaban para enero. En el medio hubo miedos, conocí a mi ex y no me fui. Entonces decidí irme a Cantabria. Cuando volví me anoté en la Universidad y me sumé a Bahía Basket. Estaba con las dos cosas a la vez, el juego y el estudio. Ahí también apareció FeDUA y empezó todo el proceso de las selecciones universitarias. En el segundo año en Bahía estuve ayudando en las redes sociales del club y surgió la posibilidad de ir a hacer una pasantía de lo mismo pero en España y en Valencia. En Valencia Basket fui también entrenador de los más chicos y entrené en un club, que se llamaba Llíria. Una experiencia tremenda.

Rodrigo obtuvo la Medalla de Bronce en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Nanjing 2014. Participó en el Mundial de Grecia U19 y en los Juegos Universitarios de Taipei 2017 y Nápoles 2019, entre otros torneos, donde representó a Argentina. Además fue campeón de La Liga de Desarrollo con Bahía Basket. 

-¿Cómo te daba el tiempo para hacer todo?

-Yo iba de 9 a 14 a las pasantías. A las 17 entrenaba a los nenes en Valencia Basket y a las 20 entrenaba yo en Llíria. Volvía a las 12 y media de la noche. Mi trabajo en cuanto a las pasantías era más en oficinas. Teníamos reuniones de cinco, seis horas para organizar un evento que era dentro de tres meses. Hoy lo estoy aplicando, aprendés un montón.

-¿Y en los momentos libres tenías tiempo de conocer, recorrer?

-No me daba mucho el tiempo para ir a otras ciudades. Dentro de Valencia podía desplazarme y volver en el mismo día. Me conocí todo. Valencia tiene parte de ciudad y parte de playa. La ciudad es bastante tranquila y yo amo la playa, estaba en el paraíso. Después te das cuenta de que, en Bahía por ejemplo, un lunes, martes o miércoles y capaz que un jueves no hay nada, y descubrís que en Valencia un lunes se puede ir a tomar una cerveza, los martes ir a comer unos pinchos y el miércoles unas tortillas.


-En la charla mencionaste el tema del estudio, ¿qué estudiás, dónde y en que instancia estás?

-Estoy estudiando Marketing en la Universidad Siglo 21, que es a distancia. La semana antes de la operación rendí un examen, donde te dan título intermedio. Ahora soy Analista Universitario de Mercados y Estrategia de Marketing. Son cuatro años. Las materias son bimestrales, no me anoté ahora, porque no sabía cómo iba a salir la operación pero ya me inscribí para las de mayo y junio. Creo que es importante el estudio, cada vez le encuentro más por qué. Se te termina el básquet y te quedan unos cincuenta años para vivir más o menos. Son pocos los que jugaron, no sé, quince años en La Liga y pueden decir “me salvé”.

Es básico desarrollar un poco la cabeza. En mi caso lo hago por ver un poco más de lo que estoy viendo. Creo que todos tenemos algo de lo que queremos aprender. Yo quiero terminar la carrera pero no por tener el título sino porque quiero aprender otra cosa. Quiero ver en qué me anoto cuando termine. Me parece raro que nadie tenga inquietudes en ese sentido.

-Me gustaría que me cuentes sobre la experiencia en los Juegos Universitarios.

-Taipei 2017 fueron los Juegos Mundiales Universitarios, es como si fueran los Juegos Olímpicos Universitarios, lo mismo que en 2019 que fueron en Nápoles. En el medio jugamos en San Pablo un Panamericano en el 2018, que ahí fui abanderado, y salimos subcampeones. El año pasado en mayo fuimos a Tunja, que fueron los Juegos de Centroamérica y el Caribe, invitaron a Argentina y Brasil porque había pocas federaciones que pudieran participar.

-Representar a Argentina es una locura. Tunja fue el más tranquilo, salimos campeones, pero era un torneo chico. San Pablo fue increíble, apoyábamos a las otras disciplinas. En un momento estábamos alentando a las chicas o los chicos de vóley y teníamos que ir a jugar. Habíamos perdido la noción de que éramos los deportistas y nos convertimos un poco en hinchas. Lo de ser abanderado fue un sueño que cumplí sin haberlo soñado. Nápoles y Taipei fue una locura. Vivir en una Villa Olímpica en el caso de Taipei. Nápoles no fue Villa, estábamos en un hotel pero también representar a Argentina, estar en un juego mundial y ni hablar de recorrer Nápoles y la Costa Amalfitana.

-¿Tenés un blog puede ser? Si es así, ¿cómo surgió, qué te gusta escribir?

-Sí (risas). Lo de escribir supongo que lo saqué de mi abuela, que hacía cursos de literatura. Me acuerdo que una vez publicaron un cuento que hice de chiquito en una revista, supongo que de ahí agarré el tema de leer y escribir. Este año me di cuenta de que mi abuela murió el Día del Libro, y me cierra más por todos lados. Me gusta mucho leer, y escribo. Empecé a armar notas y tengo una amiga, Fer Russo, que tiene un blog y siempre me lo mostraba, entonces dije voy a pasarlas a un blog para que no se pierdan. El blog se llama “Viajar Cura la Ignorancia”.

-Leer, leo cualquier cosa, mi libro favorito, pero porque me lo regaló mi abuela antes de irme a España y después no la vi más porque murió en el medio, es Sapiens que es un librazo, es sobre la historia de la humanidad. Después me gusta mucho Albert Espinosa. Leí Mundo Azul y Mundo Amarrillo. Te vuela la cabeza. Este tiempo lo usé muchísimo para estar optimista.

 

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