LNB 25 de October de 2021 | San Martín

Javier Saiz, el fanático de los aviones que quiere llevar a San Martín a lo más alto

El ala pivote busca ganar el Final 8 mientras sueña con volver a la Selección y habla de sus hobbies fuera del básquet. Una entrevista imperdible.

Por Kevin Chareun

Podría decirse que Javier Saiz y Luis Scola no sólo han compartido camiseta y posición, sino también un particular pasatiempo que los une: su amor por los aviones. Pero Javier se encarga rápidamente de marcar las diferencias con el eterno Gran Capitán: "Luis tiene aviones en serio, los míos son de juguete. Él siempre está a otro nivel". Rápidamente y con tono burlón apunta a otro ex compañero, no del seleccionado sino de su paso por Regatas: "La vez que me acompañó Santi Scala, choqué un avión. Automáticamente lo sentencié culpable y no lo llevé nunca más".

El ala pivote de 2m06 se muestra tal cual como lo definen sus compañeros: es alguien reservado, aunque con un amplio espectro de temas posibles a la hora de una charla íntima, y sin ningún tipo de problemas en bromear cuando la situación lo amerita. Este abanico de tópicos va desde la electrónica que mamó desde bebé en su hogar, pasando por su interés en el aeromodelismo y la economía, hasta llegar por supuesto al deporte que practica desde sus años de primaria.



Es un jugador de pocas palabras que prefiere expresarse a través de su juego. Su progreso en la cancha, que lo llevó a ser uno de los más renombrados de la Liga Nacional, lo catapultó también a la Selección, donde participó en el Sudamericano de Caracas 2016, la AmeriCup 2017 y prácticamente durante el proceso entero de clasificación al Mundial de China 2019. Esperando la definición del Súper 20 en el que promedia 9.8 puntos y 3.7 rebotes como uno de los puntos altos de San Martín, el lungo de 27 años conversó sobre sus hobbies, comienzos en el básquet, el presente en el Santo correntino, su paso por la Argentina y la permanente expectativa por volver a vestir la celeste y blanca.



- Vayamos al inicio de todo: ¿cómo empezó tu relación con el básquet?

-Arranqué jugando en la escuela, a los 10 años. Terminaba de cursar y me quedaba después de clases con mis compañeros, ahí le fui agarrando el gustito. Al año siguiente, empecé en Atenas de Córdoba. A los 16, tuve una lesión fuerte, tuve varios meses de inactividad y, cuando volví, quedé algo relegado. Entonces, decidí cambiarme al club Hindú, donde tendría más oportunidades. Ahí jugué dos años en U17 y otros dos en U19, también tuve la chance de participar del Provincial y del Federal. Y a mis 20 años, me fui a Regatas.

- Estuviste durante seis temporadas en Regatas. ¿Qué sensaciones te quedan de tu larga etapa en el Remero?

-Allí tuve mis primeros años de carrera en la Liga, así que fueron de constante aprendizaje y crecimiento. Tuve la suerte de tener entrenadores y compañeros que me ayudaron mucho en esa linda etapa, y me dieron la posibilidad de dar mis primeros pasos de manera firme.

- Hasta que pasaste a San Martín en 2020. ¿Te costó tomar la decisión de jugar para el clásico rival?

-Como jugador, te preocupás más en lo que podés aportar al equipo, y en lo que el cambio te puede dar como profesional. El tema de la gente por supuesto que va de la mano, porque si te va bien seguramente tendrás su apoyo, pero no es lo más importante a la hora de tomar esas decisiones.



- Al final de la última Liga, dijiste que habían superado las expectativas. ¿Cuáles son las de este año? Ya clasificaron al Súper 8, luego vendrá una nueva Liga y también Sudamericana.

-Diego Vadell no suele establecer objetivos antes del inicio de la competencia, lo cual tiene su lado bueno y su lado malo. Tal vez, sería bueno tener las metas claras para saber si estás logrando lo propuesto, pero por otro lado es positivo el hecho de pensar partido a partido, e ir delimitando nuestro techo constantemente. Entonces, uno analiza el proceso al finalizar la temporada. Es una particularidad que tiene nuestro entrenador, en pos de no limitarnos y buscar alcanzar el mayor horizonte posible.

- En el último tiempo, diste un paso al frente en cuanto al protagonismo. ¿Cuál sentís que es tu rol en esta temporada? ¿Y qué creés que le falta añadir o pulir a tu juego?

-Es cierto, últimamente atravesé una etapa de descubrimiento en cuanto a mi rol en el equipo. Actualmente, es difícil definir mi papel, porque tenemos jugadores de gran nivel en el plantel, pero puedo decir que mi cabeza está enfocada en ser igual de constante todos los días, esa es mi tarea. Y hoy en día, me gustaría volver a fortalecer lo que hacía un tiempo atrás, que es jugar de frente al aro, aunque entiendo que quizás no es lo que el entrenador necesita primordialmente de mí.

- ¿Sentís que todavía tenés potencial para explotar y dar otro salto de calidad?

-No me pongo límites, quiero seguir creciendo. Estoy entrando en lo que se conoce como la edad óptima para un jugador, y creo que es el momento para explotar y sacar a relucir mis mejores años. Sueño con mucho más. Desde mi lugar, lo que puedo controlar es mantener el entrenamiento diario y los buenos hábitos. Eventualmente, ese salto llegará.



- ¿Seguís pensando en la posibilidad de jugar en el exterior?

-Sí, me gustaría a modo de probarme y saber qué se siente jugar como extranjero. Pero esas cosas no dependen tanto de uno, hay muchos factores externos que inciden. Si se da, estaré muy feliz con la experiencia, pero sino seguiré trabajando con el entusiasmo de siempre.

- Contanos un poco sobre tu familia…

-Tengo dos hermanos menores: Paula, de 26 años, que es arquitecta y mi hermano Fabián, de 23, que también juega al básquet en Las Varillas. Mi mamá, Cristina, trabajó como odontóloga y hoy ya está jubilada. Y mi papá, Juan, es ingeniero electrónico, tiene su propia fábrica de amplificadores de audio y carteles LED.

-De ahí tu pasión por la electrónica, ¿no?

-Exacto, siempre estuve ligado a la electrónica, dándole una mano a mi viejo o simplemente haciendo cosas por mi cuenta. De hecho, comencé a estudiar la carrera de ingeniería electrónica, hice tres años y quedó en stand by porque me dediqué de lleno al deporte. Mi idea principal era el estudio, pero cuando se me dio la posibilidad con el básquet, probé a ver qué tal me iba, y me quedé en ese camino.

-Se dice que, si bien sos bastante callado, es muy interesante hablar con vos, que te gusta estudiar e informarte sobre muchos temas... ¿A qué viene eso?

-Ja, sí, soy muy tranquilo, más bien callado. Pero también soy bastante inquieto, siempre estoy buscando algo para hacer y me engancho fácil. Por ejemplo, me gusta mucho la programación y últimamente estoy metido con temas de finanzas e inversiones, me gusta mantenerme informado sobre ese tipo de cosas. Me encanta también jugar al golf, siempre voy encontrando nuevos pasatiempos, pero el que más me apasiona es el aeromodelismo.



-A ver, contame sobre ese hobbie…

-Ahora lo tengo algo abandonado, pero hubo algunos años donde me dediqué mucho a fabricar aviones a control remoto, y luego me entretenía haciéndolos volar. Para fabricar el más grande que tengo estuve todo un año, porque mandé a confeccionar cada pieza. Acá en Corrientes hay un aeroclub, y a medida que mis compañeros me lo iban pidiendo, yo los llevaba a acompañarme. Un día llevé un amigo y choqué un avión, así que no lo llevé nunca más. Ese amigo es Santi Scala, lo declaré mufa y no pienso llevarlo nunca más a verme volar aviones… (Se ríe).


- Por último, se viene las ventanas con la Selección. Ya estuviste en las anteriores. ¿Te ves en noviembre jugando ante Paraguay?

-Evidentemente, con la ausencia de nuestros jugadores más importantes, habrá más posibilidades de estar, y ojalá se dé. Pero primero pienso en el club, y si las cosas salen bien acá tendré más chances. Por supuesto que siempre estoy con la expectativa de volver.

El cordobés de calmada personalidad y distinguido intelecto, ha ido estampando su nombre en la lista de aquellos que siempre están en el radar de la Selección. Además, con su técnica en el poste bajo, sumado a un eficaz lanzamiento y fundamentos de cara al tablero, Javier Saiz se proyecta como referente de un equipo correntino que tiene todo para pelear arriba. El nivel y la experiencia, están. Será cuestión de tiempo para saber si son suficientes en la consideración del Che García, así como para averiguar qué tan alto llegará a volar el Santo en una temporada que apenas está despegando.