Gimnasia y Esgrima

Comodoro Rivadavia (Chubut)

LNB · 01 de June de 2021

Gimnasia (CR)

El milagro de Comodoro: el campeón más inesperado de la historia

Llegó a estar 13°, pero se acomodó ganando 10 de 12 partidos y terminó llevándose un título sorpresivo, guiado por el tridente Duró-Moldú-Cocha. Analizamos esa remontada de Gimnasia, que incluyó el milagro Romero en la final, a 15 años de la gloria.

Cuando Gimnasia de Comodoro llegó a estar 13° -sobre 16 equipos en aquella recordada 2005/06- tal vez nadie imaginó que, cinco meses después, lograría el batacazo que hoy recordamos, en su aniversario N° 15. Una remontada histórica, impensada, casi insólita, porque nunca antes ni después un equipo que había estado tan abajo en la tabla logró salir campeón de nuestra Liga Nacional. Pero Gimnasia rompió ese paradigma y hasta hoy es el único equipo en la historia en lograr una recuperación tan heroica en una temporada. 

Los líderes de aquel equipo serían Gabriel Cocha (13,3 puntos) y Pablo Moldú (13,6 puntos), esa pareja de mediacancha que tan bien se entendía y generaba tanto juego. Pero no fueron los únicos protagonistas de la gesta. Un jugador clave estaba en el banco, como el gran conductor del banco, con el regreso de Fernando Duró a la institución (llegó como reemplazo de Enrique Tolcachier); mientras que dentro de la cancha también hay que remarcar a Jervaughn Scales (12,5 puntos y 4,8 rebotes); además de Leandro Masieri (11,3 puntos) que volvió de Italia al igual que Moldú; el extranjero Damon Thornton (10 puntos y 6,9 rebotes); y las incorporaciones de Paco Festa y Ruperto Herrera. Interesante boceto en la previa, aunque había que demostrarlo dentro de la cancha y eso estuvo lejos de suceder en el principio. Claro, tampoco nada de eso hubiese pasado sin Charles Jones, el extranjero que llegó para cambiarle la cara al equipo.

Gimnasia no arrancó bien durante aquella campaña. Le costó cuadrar con los extranjeros y combatir contra las lesiones. Perdió los primeros tres partidos de la temporada y, si bien se recuperó alternando algunos triunfos ante Peñarol, Quilmes, River y Ciclista, la realidad es que quedó anteúltimo (7°) en el Sur durante la primera fase. El registro de 6 triunfos sobre 14 posibles, en una zona donde el gran dominio fue de Boca (12-2), dejaba lejos del sueño a los comodorenses.

"Fue un año muy extraño y loco, en el cual comenzamos de una manera desacertada, sin ganar. Llegamos a perder los primeros partidos de local y eso hizo que con el correr de la Liga, en diciembre/enero, estemos 13° en la posición de la tabla. El equipo siempre estuvo bien desde el grupo. Se encontró cómodo desde entrada, disfrutábamos pasarla bien todos juntos y trabajábamos mucho, entrenábamos un montón", recuerda Moldú en charla con Prensa AdC.

La segunda fase arrancó por los mismos carriles y Gimnasia perdió los primeros tres, ante Ciclista y River de visitante, y frente a Peñarol de local en Comodoro. Le ganó a Estudiantes de Olavarría en el Socios Fundadores (80-68), y allí comenzaría una reacción formidable. Al principio no se notó, pero con el correr de los partidos la tendencia adquirió un mayor peso y aquel elenco dirigido por Duró se convirtió en un serio aspirante.

¿Cuál fue uno de los grandes cambios? Principalmente el fichaje de Jones. Venía de un testimonial paso por la NBA, con Bulls y los Clippers, y con algunos problemas personales que parecían no pronosticarle un buen futuro. Pasó por varias ligas de Europa, y en 2004 llegó por primera vez a nuestro país de la mano de Libertad de Sunchales, aunque jugando apenas unos pocos juegos. En el arranque de la segunda fase de la Liga y con un Gimnasia que venía golpeado, Jones aterrizó en Comodoro como reemplazo de Lamont Roland, y fue ese cambio el que tanto necesitaba el Mens Sana para cambiar su actualidad de forma inesperada.

"Mejoramos los porcentajes y encontramos en Charly la ficha que nos faltaba, la que nos daba equilibrio. Ahí empezamos a jugar un poco mejor, a veces no logrando resultados pero sí sintiéndonos mejor y poniéndonos contentos por esta mejoría en el juego. Cuando logramos mejorar el porcentaje en el juego, encontrarnos cómodos y con un poco más de confianza, comenzamos a ganar partidos. Ganar te trae ganar, y a nosotros nos pasó eso, estábamos confiados y metimos una racha en la segunda parte de la temporada que nos permitió terminar la fase regular en el 4° lugar", cuenta Moldú.

Gimnasia fue apareciendo de a poco con algunos resultados positivos y alguna que otra derrota en el medio. Pero la racha más importante se dio entre el 27 de enero y el 5 de marzo de 2006. Allí, el Verde festejó en 10 oportunidades sobre 12 posibles, y se metió decididamente en el lote de vanguardia.

Fueron victorias contra Atenas (87-71), Libertad (78-75 y 78-74), Ciclista (79-76), River (101-74), Estudiantes de Olavarría (95-90 en suplementario), Belgrano San Nicolás (88-80), Argentino de Junín (78-65), Ben Hur (105-75) y Central Entrerriano (99-68). En ese tramo únicamente perdió un partido contra Atenas en Córdoba (75-61) y ante Peñarol en Mar del Plata (89-85). El resto lo ganó todo.

En las últimas fechas, Gimnasia se vio favorecido con algunos resultados ajenos y se pudo clasificar 4° en la general, luego de haber sido 13 en su momento.Quedó por debajo del 1, Ben Hur de Rafaela, y atrás de Libertad (2°) y Atenas (3°). Ese mano a mano por clasificar entre los mejores cuatro varios pretendientes como Boca, Regatas, Central Entrerriano y Ciclista. "Tuvimos un poquito de suerte en todo eso. Creo que cualquier equipo que sale campeón en algún punto de la temporada necesita ese toque de suerte. Si bien veníamos ganando casi todos los partidos, perdemos el antepenúltimo partido de local contra Regatas con un triple del paraguayo (NdR: Javier Martínez) desde la punta, partido que nos aseguraba el cuarto lugar pero habiéndolo perdido dependíamos de otros resultados. Eran bastante raros esos resultados pero se dieron, y eso nos permitió quedar 4°, y eso nos permitió descansar un poquito evitando el primer cruce", analiza Moldú.

En cuartos, el equipo de Duró enfrentó a Boca y lo eliminó por 3-1 en una serie durísima, la única en la que tuvo ventaja de localía en playoffs. Ya en semifinales el rival fue el poderoso Ben Hur, pero robando un juego en Rafaela terminó dando vuelta la historia y también pasó con solvencia (3-1).

La final fue frente al Libertad de Sebastián Ginóbili. La historia no se presentó fácil, con los de Sunchales lograron dar el primer golpe ganando 80-72. Con un brillante Jervaughn Scales, autor de 30 puntos, Gimnasia se llevó el segundo punto por 99-78. "Habíamos jugado muy bien el primer partido pero no lo cerramos. Fue un momento difícil porque nosotros habíamos jugado muy bien 37 minutos y terminamos perdiendo, pero ahí Fernando usó muy bien su experiencia e hizo que nosotros saliésemos al segundo juego mucho mejor todavía, y que nosotros podamos llevarnos un juego clave porque no teníamos ventaja de localía en esas finales. Fue clave haber robado ese juego, cada uno después mantuvo su localía y eso en consecuencia nos permitió ser campeones", explica.

Lleno de confianza, Gimnasia volvió a Comodoro y ganó ambos juegos con autoridad: 93-69 el primero y 95-74 el segundo. Pero en aquel último juego un desgarro de Ruperto Herrera lo dejó diezmado y, encima, Libertad se impuso en el quinto, obligando a Gimnasia a ganar en casa si no quería volver a un 7° juego en Santa Fe. 

Y para ese juego se dio un milagro. Los de Comodoro sacaron de la galera un reemplazo, a un hijo pródigo que en ese momento era un joven -hoy un referente e ídolo de la ciudad-. FIBA permitió un reemplazo de Herrera, aunque sólo con alguien que no hubiese jugado en FIBA. No había muchos en el mundo, pero justo uno de ellos era de Comodoro y pivote. Diego Romero había terminado de jugar en la NCAA y, cuando lo llamaron, no dudó en tomarse el avión y llegar horas antes del juego. "Me llamó Nicolás (Casalánguida) y me dijo que estaban desesperados, que necesitaban alguien que no haya jugado en FIBA en tres meses. Le dije 'voy'. Cancelé todo y me fui para allá. Fue una de las decisiones más fáciles de mi carrera", confiesa Romero, quien tuvo un muy buen Juego 6 y ayudó a alcanzar la gloria con el triunfo por 84-80.

Moldú recuerda todo el contexto y cierra con un último análisis de aquel temporada tan cambiante y especial. "En el inicio de la temporada era impensado jugar una final por todo lo que nos costó encontrar ese nivel de juego, y lo que nos costó poder empezar a ganar. Fue fundamental el grupo, la base humana que teníamos era totalmente distinta a la que por lo menos en mi carrera me pasó. Ese equipo era distinto. Y desde la conducción estaba un Duró que a mi entender tuvo una de sus mejores temporadas, sabiendo administrar las personas, los momentos, encontrar al extranjero en el momento ideal y manejar los momentos importantes", reflexiona.