Informes Especiales · 13 de June de 2018

· Libertad

Retrospectiva de campeón

Sebastián Saborido y la génesis del campeón de la Liga Argentina. Su elección de construir alrededor de Barovero, sus apuestas y el momento en el que los jugadores decidieron creer. La historia del campeón que dio un paso atrás sólo para tomar impulso.

Por David Ferrara

Cómo un aparente retroceso puede redundar en un renacimiento. Cómo un golpe que parecía de nocaut puede generar un campeón. Cómo una determinación dolorosa pero necesaria puede despertar a una fiera dormida. Las respuestas las tienen Libertad de Sunchales y Sebastián Saborido, el principal responsable de construir al campeón de la Liga Argentina.

Porque de eso se trata esta nota, de los pasos que ayudaron a forjar el equipo protagonista de las finales, dueño del título de la segunda categoría nacional, del ascenso a La Liga y del que se quedó con la plaza en Liga Sudamericana. Sobre las finales ya se escribió, se vio y se escuchó todo. Por eso, la idea es retroceder en el tiempo, en aquel momento en el que contra reloj hubo que apostar a un técnico y a un bucear en el mercado para construir el plantel, todo con la presión encima.

El encargado de hacer memoria es Sebastián Saborido: “Cuando arreglé con Libertad de Sunchales, que fue con el mercado ya iniciado, ya estaba avanzada la contratación de Barovero, así que me consultaron y obviamente dije que sí porque lo había seguido mucho en Unión. Empezamos a armar la estructura de equipo un poco alrededor de Bruno y sus características, para ayudar a potenciar su juego”. 

“Por eso pensé rápidamente en Goyo Eseverri con el que compartí dos temporadas en Salta y creí que era su complemento ideal, una combinación muy buena en el perímetro”, agrega el entrenador nacido en 25 de Mayo, pero muy identificado con el básquet santafesino. 

El paso a paso de las contrataciones siguió con un par de internos: “Había varias posibilidades de interiores y el primero que cerramos fue Andrés Landoni, al que había visto en la temporada anterior y me parecía un jugador muy interesante que podía complementarse con el equipo. Además, teníamos a Miguel Ruiz con contrato y si bien me dieron la opción de buscar otra alternativa, me parecía que podía ser el extranjero ideal para el juego de Bruno”.

La conducción nunca es un tema menor, pero Saborido tenía en carpeta a alguien ideal para el puesto, alguien de su confianza que pagó con creces el interés del técnico. “En el caso de Nico Copello, él venía de una campaña en Salta en la que no estaba definido en qué posición jugaba porque alternaba la base y el puesto de escolta, pero yo quería que se afianzara en la conducción como titular y me parece que respondió muy bien a esa función teniendo una temporada superadora”, cuenta Saborido, quien, aunque humilde no lo dice, aceptó un pleno aquí también.

Lo que sí fue una repesca (sic) y sinceramente creo que nos cayó como anillo al dedo fue lo de Ariel Zago, porque cuando nos enteramos del rumor de que Villa Ángela no iba a jugar, junto a Sebastián Porta lo llamamos para preguntarle si le interesaba volver a Libertad, porque era un viejo conocido del club. En particular yo creo que es de los mejores internos de la categoría y fue la frutilla del postre”, repasa el DT, quien completó el plantel con la otra gran apuesta de los Tigres, sus inferiores y reclutados: “Este redondeo de fichas mayores era sabiendo que el club apostaba a la cantera y que íbamos a apostar a juveniles con un futuro interesante pero que eran muy chicos. Terminaron destacándose los hermanos Alonso, que fueron importantes en la rotación del equipo, pero contamos con varios jugadores que fueron vitales en los entrenamientos como Maretto, Breques, Cuassolo, Blasi o Giraudo, que por la lesión no pudo tener más participación”.

Para Saborido la responsabilidad de estar a cargo de un gigante del básquet nacional no era un trabajo más. Por eso a la hora de resumir sus sensaciones también rememora lo que pasó en aquella conferencia en la que se anunció su llegada: “El día en el que me presentaron dije que era una tremenda oportunidad pero también una gran responsabilidad. Estar en el banco de Libertad es un lugar de privilegio, porque por ahí pasaron entrenadores de notable jerarquía. Pero como dice la frase ‘uno tiene que prepararse para cuando aparece la oportunidad, y no cuando la oportunidad aparece intentar prepararse’. Creo que asumí la responsabilidad con tranquilidad gracias a la dirigencia y subcomisión que en ningún momento me pusieron reparos en el trabajo. Se dieron las cosas de manera paulatina con el acompañamiento de un cuerpo técnico identificado con el club, con Seba Porta como ladero en la parte técnica, la preparación física de Germán Trossero, que puso a un equipo óptimo durante toda la temporada. Un cuerpo médico espectacular con el doctor Dodero y Andrés Giménez, y Pimienta en la utilería, con lo que se redondeó un grupo espectacular, obviamente acompañado por los buenos resultados que se fueron dando”.

Libertad fue un equipo regular durante toda la temporada, sus vaivenes fueron ostensiblemente menores que los del resto y eso le permitió corregir y construir desde un lugar de tranquilidad. Pero el plus de confianza lo ganó en casa, en el certamen de mitad de campaña que fue toda una novedad para la competencia. 

Una vez más, la que vale es la mirada de Saborido: “El Súper 4 lo que nos dio fue gran confianza en ratificar lo que veníamos trabajando en la temporada. Nos dimos cuenta de que estábamos a la altura y de que si seguíamos respetando el camino podíamos ir por un objetivo más. Siempre fueron pasos cortos que el equipo fue tomando de manera paulatina, sin mirar más lejos. Después del Súper 4 la idea fue estar entre los cuatro mejores del Norte para evitar la reclasificación. Y con trabajo logramos el primer lugar. Ahí estuvo la regularidad como principal virtud, porque nunca perdimos más de dos partidos seguidos. Nos levantamos rápido de cada derrota. El equipo siempre respondió en situaciones límite, desde lo anímico, lo táctico, lo físico. Eso ayudó a que la confianza fuera cada vez más fuerte. Dentro de la intimidad del equipo hubo un vestuario netamente ganador. Y ahí aparece la segunda gran virtud del grupo porque cuando se convencieron de sus virtudes y supieron disimular sus defectos se potenciaron de una manera en la que empezaron a creer. Ahí ya fue muy difícil frenarlos”.

“Nos tocaron playoffs durísimos y salimos fortalecidos, como contra Independiente. Todo fue fluyendo”, completa Saborido, quien no tiene reparos en reconocer que “el equipo no se armó para ser campeón, sino para estar en la pelea, pero fue creyendo y fue creciendo el grupo y el equipo”.

Y si bien el entrenador no quiere contar anécdotas de la intimidad del plantel para no romper ningún código, una vez más recuerda un momento de los trabajos previos al torneo en lo que se empezó a gestar el grupo: “En la pretemporada fuimos a Pinto a inaugurar un playón municipal en una acción institucional. Ahí se empezaron a gestar un montón de situaciones del equipo. Vi que los aros eran un poco endebles y les pedí que tiraran de cerquita para evitar romperlos. Terminamos jugando con los chicos de la ciudad un partido con 30 personas en cancha. Obviamente Bruno no se la pasó a nadie y fue todo muy gracioso. Desde el inicio se armó un gran grupo y eso le dio al equipo un plus”.

Confirmado en su cargo para la próxima temporada, Saborido aprovechó con responsabilidad el desafío para que el que se preparó durante largo tiempo y el camino recorrido en el básquet le dio las armas para estar a la altura del puesto.

*David Ferrara fue productor periodístico de las transmisiones televisivas del Torneo Nacional de Ascenso durante diez años. Jefe de Deportes del diario El Ciudadano de Rosario. Docente en Tea Rosario y en Ieserh Rosario. En Twitter @davidferrara35    

Multimedia Relacionado