Todo Básquet · 12 de Enero de 2017

LNB

Pasó en La Liga

Pasó en La Liga presenta un especial de la carrera de Pablo Prigioni. Su crecimiento desde Belgrado de San Nicolás y Obras, la NBA y su etapa brillante en Europa.

Por Julián Mozo

Cuando Pablo Prigioni surgió en la escena nacional, primero en el TNA y luego en la A, ni el más optimista pensó que podía llegar tan alto. En aquella época, al principio en Social Ramallo y después en Belgrano de San Nicolás, este cordobés tenía 19 años y jugaba más de escolta. Le gustaba tirarla y lucirse... Pero, de repente, en 1998, la historia comenzó a dar un giro en su vida cuando llegó a Obras. El entrenador Eduardo Cadillac le dijo que tenía que convertirse en base, que por su altura y condiciones no tendría futuro como escolta... Allí comenzaría la transformación. Hace unos días, a los 39 años, Prigioni se fue del básquet siendo para algunos el mejor armador de la historia del básquet argentino. Nada más y nada menos.

Cultor de una mentalidad de fierro, Prigioni fue un trabajador incansable, un perfeccionista que siempre buscó ser mejor. Incluso hasta el último día. Todo le costó el doble, quizá por eso nunca dejó de estudiar y entrenar. En 1999 emigró a España pero nada le fue fácil. Las cosas en Fuenlabrada no resultaron tan positivos desde el arranque, la adaptación costó más de lo esperado y tuvo que dar un paso atrás. Eso sí, fue un paso atrás para volver con más fuerza. Julio Lamas lo llamó para ir a la segunda división y ahí la rompió, en Alicante. De allí no paró más. Fichó por el Baskonia, donde se convirtió en leyenda. Justamente, en este club vasco se despidió... Y lo hizo como el tercer jugador que más partidos disputó, con 1 Liga ACB, 3 Copas del Rey y 4 Supercopas.

Pablo también se dio el lujo de jugar en el Real Madrid hasta que, a los 35 años, quizás inesperadamente, la NBA tocó a la puerta. Y allí, pese a que todos eran más rápidos y fuertes, Pablo estuvo por cuatro años. Los Knicks, los Rockets y los Clippers disfrutaron de su oficio, de su lucidez y sus hermosos pases. Pero también de su profesionalismo y liderazgo positivo. Hasta que todo terminó, crudamente, un día antes de comenzar esta temporada NBA. Así se fue, sin hacer ruido. El mismo camino que eligió para informar, vía Twitter, que dejaba el básquet. Se va un tipo que fue ejemplo de superación, alguien que modeló su carrera y hoy nos hace creer que todo se puede...