Informes Especiales · 15 de Junio de 2020

Andrés Del Sol, carisma y revolución

El Tati Del Sol, base que pasó por los grandes planos de la Liga Nacional entre principios de los '90 y mediados del 2000, recordó aquella dilatada trayectoria que lo marcó y su actualidad al frente del proyecto deportivo de Ferro de Puerto Madryn. Las memorias de un jugador con muchísimo corazón.

Por Lucas Leiva

Carismático, pasional, un distinto desde el talento pero también esa personalidad tan característica suya, desde ese corazón y esa energía que imprimía en cada noche de Liga Nacional, en cada segundo de juego y en cada pelota que tenía en sus manos o buscaba quedarse. Un jugador que siempre será jugador, que en sus genes lleva un amor tan emocionante por el básquet que lo transmite en cada indicación, en los proyectos deportivos que emprende y en cada desafío que se le presenta.

Es Andrés Del Sol, el Tati, aquel notorio base que transitó más de 15 temporadas en el plano de la Liga Nacional entre los años '90 y mediados del 2000. Un líder de juego con mucho empuje, voz de mando, referente, que forjó una excelente carrera a través del sacrificio y las ganas de siempre ir por un poco más.

Arrancó a jugar en El Nacional de Bahía Blanca para después tener una parte clave de su desarrollo en Estudiantes de Bahía, donde incluso llegó a debutar en la Liga Nacional, comenzando con un extenso recorrido deportivo.

Allí, en el club de su ciudad natal, jugó dos años en la elite (93/94 y 94/95), para luego irse a Deportivo Valle Inferior (95/96) y luego pasar por el TNA donde también labró una gran recorrido: Ben Hur (96/97), Estudiantes de Santa Rosa (97/98 y 98/99), Newell's Old Boys de Rosario (99/00) y de vuelta al cuadro pampeano de Estudiantes (00/01).

Volvió a la máxima división para jugar en Pico FC (01/02), volvió al ascenso para defender los colores de Conarpesa de Puerto Madryn (02/03), regresó Liga y de nuevo con Pico FC (03/04), y se repartió entre Belgrano San Nicolás y Obras una temporada (04/05). Para la 2005/06 jugaría su última temporada en El Nacional.

Siempre desequilibrante, con un juego de mucho empuje y siendo de esos conductores natos que trascienden la parte del juego abarcando también desde la actitud, el Tati es uno de esos contados jugadores que llegó a marcar un triple doble en la Liga Nacional: 20 puntos, 11 rebotes y 12 asistencias el 16 de abril del 2004, jugando para Pico FC y frente a Obras.

Radicado en Madryn, donde echó raíces hace ya casi una década y donde formó su familia, Del Sol se pone la vara cada vez más alta con los retos que se va planteando. Se apoya en quienes están siempre, en ese sustento fiel que lo acompaña en todo, en ese apoyo constante y cálido: su familia, compuesta por su esposa Sol y sus hijos Aimara y Renato. 

En la ciudad chubutense donde se encuentra instalado es el encargado de llevar adelante el proyecto deportivo de Ferro de Puerto Madryn, en un club social que arrancó con una simple escuelita y que con el paso de los años ha conseguido cimientar una base de trabajo importante, convirtiéndose en un modelo más que interesante dentro de la formación de jóvenes.

El Tati Del Sol hace una pausa de su rutina actual en este aislamiento, que incluye dar clases por Zoom a los jóvenes de Ferro, aquellos que lo motivan todos los días a nuevos desafíos en la formación basquetbolística. Se presta a una amena charla, hablando no solo de lo que trata de inculcar a los cientos de pibes desde los valores y la dedicación, sino también haciendo un pequeño vistazo hacia atrás para ver a ese tan pasional jugador y recordado por todos que pasó por nuestra Liga Nacional para dejar una gran huella.

- ¿Cómo estás llevando este momento particular que estamos pasando?
. Son tiempos especiales para todos, cambió todo y hay que ir llevándolo de la mejor manera posible, tratando de adaptarse a una nueva forma que nos toca vivir a todos. Esto nos va a enseñar, hay que tratar de aprender y en base a eso resolver nuevas situaciones.

- ¿Cuesta?
. Me cuesta, sí, porque para enseñar básquet en realidad necesitás la cancha y la pasión se vive dentro del rectángulo. Uno siempre está con el contacto y el cariño, las ganas de trabajar siempre están en una cancha de básquet, pero hoy tenemos que adaptarnos a esto que estamos viviendo. Sinceramente está complicado ahora, por lo menos acá en Puerto Madryn, porque están creciendo los casos y tenemos que tratar de seguir quedándonos en casa, respetando, aprendiendo y viendo cómo podemos protegernos todos. Y en base a eso, más allá de todo, tratar de seguir de alguna manera motivando o tratando de estar en contacto con los chicos de manera virtual y con la tecnología, que nos lleva a tener no ese contacto habitual al que estábamos acostumbrados dentro de la cancha, pero tratamos de no dejarlos solos y estar en constante contacto virtual. Saber no solamente si entrenan o no, sino cómo están y en qué uno los puede ayudar. Esto también es apoyar un poco desde lo psicológico, entonces la tarea de nosotros los profesores es tratar de provocar en los chicos que no vengan abajo, que sigan esforzándose, que esto ya va a pasar y que en algún momento de estos vamos a volver a estar donde queremos, que es dentro de una cancha.

- Hoy están más inmersos en lo virtual por esto mismo de las clases online de la escuela y demás. ¿Cómo se hace para generar algo distinto en ellos?
. Por supuesto que en primera medida nuestra idea siempre es inculcarlos y estimularlos para que ellos estudien, eso siempre. Obviamente que ahora están aprendiendo también a hacer el estudio desde sus casas. Y con respecto al deporte en sí a los entrenamientos los vamos armando acorde a las posibilidades de cada uno, por ahí a veces tenemos un grupo reducido en algún horario que pueden y otro grupo que pueden en otro, y así nos vamos acomodando. Obviamente que hay chicos que les cuesta entrenar por cuestiones de tiempo o motivación, pero en líneas generales nosotros no queremos ser pesados con los chicos que tienen que estar en las prácticas, porque tienen que conectarse con el colegio de lunes a viernes, eso es lo que tienen que cumplir y lo que corresponde. Lo que nosotros queremos es ser un nexo de que sepan que cuando quieren entrenar lo pueden hacer, y hacerlo dinámico, divertido, en estos momentos donde uno tiene que estar en su casa. Imaginate que yo tengo que dar clases de técnica individual en el living de mi casa, entonces tenemos que adaptarnos, hacerlo divertido, ameno y sea 1 hora, 1:15 y 1:30 de trabajo, que lo hagamos y se queden con algo, con algún concepto que les haya gustado o haya servido, en lo físico o técnico. En lo psicológico también porque sacarlos un poco del frente de la computadora para estudiar como lo hacen habitualmente y hacer un poco de gimnasia no les viene nada mal.

- Para los que tenemos vida de club y nos criamos en uno, de la escuela a la mañana por ejemplo y toda la tarde en el club hasta la noche, los cambios con este aislamiento son fuertes.
. Yo vivía en la cortada de Drago, enfrente del Club El Nacional, donde me desarrollé. Imaginate que salía a la calle, cruzaba y estaba en el club, el club era mi segunda casa, mi lugar. Mis padres me tenían que pegar un grito para que yo apagara las luces del club y vuelva a casa. Lo vivía de la misma forma en la que lo vivo hoy. Y hoy lo extraño, más que nada por esta situación que estamos pasando y que nos sorprendió a todos, algo que nos está enseñando nuevas cosas. Estamos todos a la espera de volver a nuestra vida habitual, obviamente con nuevos protocolos, cuidados, una vacuna... volver con una sonrisa, porque estábamos alegres y de golpe porrazo nos dijeron que se paró todo. El trabajo, la cabeza, hacer lo que a uno le gusta y lo que hacía con los chicos, por supuesto que uno lo extraña horrores. Lo que a uno le hace feliz es estar en su ámbito, y lo que a mí me hace feliz es estar con los chicos dentro de un estadio.

- Vos estás radicado en Madryn desde hace casi diez años, trabajando con el proyecto de Ferro. ¿Cómo fue creciendo todo ese desafío que agarraste?
. Me vine en el 2008 para Madryn, ya estoy radicado acá. Me casé y tengo mis hijos, vivo acá con mi mujer Sol y mis hijos Aimara y Renato, mi familia.

- ¿Fue después de El Nacional, no?
. Claro. En realidad después de El Nacional me voy a jugar como extranjero a Trouville de Uruguay, me voy a hacer un recambio de dos meses, vuelvo a Argentina y ahí decidí no jugar más al básquet. Tenía otros pensamientos en mi vida, era como lo había terminado, que hasta los 33 o 34 años iba a jugar al básquet, que lo hice desde muy chiquito, y después quería conocer otros rubros, otras cosas. Así fue que me incliné un poco más por la gastronomía, tuve negocios y otras cuestiones de las cuales también fui aprendiendo. En el 2008-09 llegué a Madryn por un amigo que invitó a trabajar y así fue cómo me quedé, desde esa época. En ese transcurso el trabajo era en un restobar, estaba de encargado, y un día me llamaron desde Ferro, un club social que no tenía básquet, solamente tenía una escuelita de un profesor, una escuela que tenía el mismo nombre de ese profesor. Un club social con una cancha y un salón de eventos donde las familias iban a bailar los fines de semana. En ese momento me contactó el presidente, me invitaron a reunirme, charlar, y a partir de ahí, en el 2012, automáticamente me puse a trabajar. Yo ya me había recibido de técnico en el 2007, y arrancar con este proyecto en Ferro me despertó algo que lo tenía un poco escondido, que me gustaba porque yo ya estaba trabajando mirando clínicas y visiones de entrenadores sobre el básquet... más allá de lo que había hecho como jugador nunca hasta ese entonces me había volcado a la dirección técnica. Fui mirando detalles de cada uno de los que creía que podía aprender o me gustaba su manera de jugar al básquet, y en base a eso cuando salió esta oportunidad no le dije que no. Me pareció algo bueno y nuevo, porque es un club social que ahora tuvo un crecimiento abismal, que en aquel momento era hacer todo desde cero, todo nuevo. Y en esa pirámide que fuimos construyendo también fuimos aprendiendo, porque de ser un club social, algo que sigue siendo porque incluía e incluye a todos, eso siempre, pasamos ser a un club modelo y competitivo, en todas las categorías formativas, en el minibásquet, y después vino todo lo que progresó. Presenté un proyecto donde la idea era tener una primera división local que nos permitiera ser espejo de los chicos que venían y empezaban a formarse, contagiar un poco por ese lado también. Eso fue lo que pasó, fuimos creciendo y el club se convirtió a nivel provincial en uno de los mejores de formación. Tenemos muchos chicos, al club le permitió tener dos experiencias en el Torneo Federal, algo de real importancia porque involucramos a casi 12 chicos de nuestra cantera dentro de la rotación, 12 chicos formados en el club pudieron vivir esa experiencia, jugando algunos minutos u otros compartiendo experiencias y entrenamientos con jugadores profesionales de esos equipos. En líneas generales, en un corto tiempo el club pegó un salto importante, porque fuimos trabajando a conciencia, sabiendo que el camino iba a ser largo, no buscábamos como primer objetivo el resultado sino que vinieran chicos, un reclutamiento, sumar chicos con ganas de aprender y sumar. En ese sentido fuimos conformando buenos grupos y buenos equipos, y el club creció de una manera tan importante que hoy debe ser uno de los clubes modelo respecto al básquet de Chubut.

- ¿Qué te provoca mirar atrás y ver cómo se pasó de un club que tenía muy poco de básquet en esas condiciones a encontrarlo hoy mucho más armado y con un proyecto serio?
. La realidad es que yo vengo aprendiendo todos estos años y lo sigo haciendo, porque uno nunca deja de aprender. En el club aprendo cosas nuevas de los chicos, de los profes, del club mismo, de la gente, pero ocurrió todo tan natural y nada fue forzado en ese sentido que el crecimiento fue digno porque fuimos trabajando y nos fuimos dando cuenta del paso a paso que teníamos que ir llevando. De ser un club social que la verdad es que no tenía básquet, porque tenía un profe con una escuelita a su nombre con chicos de menos de minibásquet, hasta los 10 años, que cuando se pasaban de esa edad se iban a clubes que en ese momento habían ya jugado Liga Nacional y demás cuestiones como Brown o Deportivo Madryn, que ya tenían una historia. Entonces los chicos que se pasaban de esa edad pero que querían seguir en el básquet tenían que irse y se cambiaban de club, porque ya en Ferro no se podía. Yo llegué en ese transcurso donde me tocó aprender a convivir, a desarrollarme en un club nuevo donde comencé con un alumno y es el día de hoy que tenemos arriba de 200 chicos. Trabajé con el femenino y masculino, con chicos de diferentes edades, en el profesionalismo también trabajé porque tuve la posibilidad de dirigir en el Torneo Federal, siempre aprendiendo con prueba y error. Y así es un poco la vida del técnico.

- ¿Te toca mucho desde lo emocional toda esta satisfacción?
. Ni hablar, imaginate lo que significa para mí. Más allá de que yo siempre digo que la gloria o el triunfo no es un campeonato, sino saber que los chicos a medida que crecen van aprendiendo y se van desarrollando, y uno los va estimulando y aprende de todos ellos. Las cosas cambiaron y mucho en ese sentido, no son las épocas de antes, hoy tenés que actuar de otra manera. Y la verdad, lo que más contento me pone y me retroalimenta cada día es tener el aval de los chicos, que saben que van a la cancha a aprender, aprender a jugar al básquet, que se quedan con buenas sensaciones y conceptos, y que vos ves que van desarollándose y creciendo, y eso significa que el trabajo que uno hace o lo que quiere provocar en cada uno de los chicos se va dando. Y esto se da a cuestiones de fuerza de trabajo de ellos mismos, de todos, de los chicos, del club, de los profesores que trabajan en el club, es todo un trabajo en conjunto de equipo, lo cual hace que el producto final sea el desarrollo final de cada uno de los chicos. Eso es lo fundamental. Nosotros no pensamos en salir campeones, no, queremos que los chicos aprendan, que aprendan lo lindo que es un deporte en conjunto, lo lindo de la vida cotidiana, del esfuerzo, de las obligaciones, de los buenos hábitos que tiene este deporte sobre todo. Enseñamos esa parte humana de amigo, de deporte en conjunto, de valores. Obviamente eso también hace que tengan sentido de pertenencia por la camiseta que defienden, muchas cosas que van logrando a lo largo del camino del desarrollo y la formación, desde minibásquet. Es un camino de aprendizaje que más allá de que el día de mañana los chicos algunos continúen o no jugando al básquet, que esta situación les quede marcada, no pasamos desapercibidos de la conducción de un club. El club te llama, te saca de la calle, llama a los chicos a involucrarse, a charlar, a jugar y a divertirse... esa es la pasión que nosotros sentimos, darles herramientas a los chicos para que el día de mañana las puedan volcar hacia donde se alineen, sea manteniéndose dentro del deporte o cualquier otra cuestión de la vida.

- El resultado es verlos después ya formados.
. Nos pasa. Hay muchos chicos que se han ido a estudiar que han estado entrenando acá en su formación, que se han ido de la ciudad porque acá en la ciudad de Madryn quizá no tenemos universidades importantes como para seguir estudiando, cuando vuelven a la ciudad pasan por el club para saludarme. Esas son las cosas que me hacen dar cuenta que algún mensaje les hemos dejado a los chicos.

- En estos tiempos de cambios, con el aislamiento y tomándose quizá hasta un segundo más para respirar. ¿Hacés alguna retrospectiva de lo que fuiste como jugador? Porque más de 15 años en el alto rendimiento no lo hace cualquiera.
. Uno nunca se olvida lo que hizo. En realidad no me hago un autobombo de lo que fui como jugador, sí sé que al básquet le di todo lo que tenía. Yo fui y soy feliz teniendo una pelota. Sé lo que hice en mi carrera, los chicos quizá no la conocen porque en aquella época no había una computadora ni nada (risas). Empecé a jugar Liga Nacional en los años 90, en el 89 estuve como juvenil en la final de GEPU-Estudiantes, y lo que siento es que lo que le brindé al básquet en toda mi carrera no pasó desapercibido, creo que fui una persona que disfrutaba de este deporte dejándolo todo dentro de la cancha. Eso quizá te lo pueden decir más los que han tenido la posibilidad de jugar conmigo o en contra mía. Yo creo que a las ciudades y los clubes que me tocó defender en el profesionalismo deben estar contentos porque he dejado todo para el bienestar del equipo. Cuando vos te volcás al profesionalismo lo que más querés es que tu equipo llegue lo más lejos posible, para eso te pagan, vos trabajás y mejorás de acuerdo a lo que quiera el cuerpo técnico, la condición y el rol que cumplís dentro del grupo. Creo que he sido, dentro de los equipos que me tocó jugar, una especie de líder, porque siendo base me tocaba que en esa posición la forma de conducir me otorgaba un liderazgo. Fui una persona que, con defectos y virtudes, fui tratando de superarme a lo largo de toda mi carrera. Me tocó jugar 17 años a nivel profesional, entre la Liga A y el TNA, y siempre me tocaba estar algunos años en la A y otros en el TNA. En aquella época demostraba que podía jugar en ambas categorías, pero era loco porque hacía buenos torneos de Liga Nacional siendo siempre el base titular y sin embargo obviamente era mucho más valorado tanto económica como deportivamente en el TNA. En esa línea me tocaba ser de los mejores pagos en el TNA y no tanto en la A, pero obviamente tenía el sueño de llegar alto y lejos con algún equipo de Liga Nacional.

- Son muchas temporadas...
. Sí, en la A tuve la suerte de jugar en Estudiantes de Bahía Blanca, Pico Football Club, en Belgrano San Nicolás, en Obras, en Valle Inferior de Viedma donde descendimos. Mirá cómo es que esa temporada en Valle Inferior fue de mis mejores temporadas en la Liga Nacional.

- Brillante ese año.
. Es verdad, creo que casi 16 puntos de promedio y 3 asistencias. No eramos un mal equipo, pero la verdad es que no tuvimos suerte, hubo muchas complicaciones extradeportivas. Y en esa época tenías que seguir para adelante, entrenando y jugando, era todo corazón. Uno lo hacía igual, también por querer que te miren y tener posibilidades en un equipo al otro año. Me tocó esa mala suerte de descender, eso que nunca nadie quiere, pero en lo personal para mí fue uno de los mejores años de mi carrera.

- ¿De ahí a Ben Hur?
. De ahí a Ben Hur en Rafaela sí, que llegamos a semifinales del TNA y perdemos contra el Newell's de Pablo D'Angelo, con el Mono Olivier, Ottolini, el Gringo Garello, Malru Dottin y el base era o Bianchini o Righi en esa época. Fue una experiencia hermosa Ben Hur, pero duró un año. Yo fui un jugador como creo que somos la mayoría, una golondrina que va de un lado para otro (risas). La realidad es que me enamoré de cada lugar al que fui, porque en Pico FC estuve dos años; en Estudiantes de Santa Rosa tres años en total; en lugares como Ben Hur, Newell's y Conarpesa estuve un año; en Estudiantes de Bahía nací ahí y jugué dos temporadas en la Liga Nacional, la primera con Tito Boismené y la segunda con Paquito Álvarez que esa no la terminé con un tema con el club; después con Darío Buzzo en Valle Inferior; en Obras voy por un año pero en el medio me hacen recambio por Sucatzky y me voy a Belgrano esa misma temporada, Obras termina descendiendo y nosotros salvando la categoría con Patota Dastugue. Después volví a El Nacional en el 2005 y ahí ya fue el final.

- En Estudiantes de Santa Rosa en la 98/99 les tocó jugar en playoffs contra el Quilmes. Recuerdo que Diego Cavaco hace poco contaba que les hiciste la vida imposible en esa serie.
. Fue en el segundo año en Santa Rosa, sí. Quilmes tenía ese americano con rastas que era tremendo, Milton Bell. Esa serie me la acuerdo porque Daniel Jaule que era nuestro entrenador me puso a mí todo el partido marcarlo cajón a Milton Bell, porque me le metía hasta por abajo de las patas. La verdad es que le llegaba hasta la cintura, pero yo era medio pesado para marcar, intenso (risas). En resumen, anotó como 30 puntos esos partidos... tenía una calidad tremenda, imaginate... la tiraba desde mitad de cancha y la metía, durísimo para enfrentarlo.

- Hace unas semanas Matías Tomatis y Pipío Pedemonte explicaban que en su momento era muy difícil transitar entre el ascenso y la A, los jugadores estaban mucho más encasillados. En eso tuviste una particularidad.
. Me trajiste a la memoria dos grandes jugadores. Jugadorazo Mati Tomatis, que estuvo un año antes de que yo llegara a Estudiantes de Santa Rosa (NdR: Tomatis jugó en Estudiantes en la 96/97, cuando Del Sol jugaba en Ben Hur; el Tati luego pasó por el club en la 97/98 y 98/99, y un año más en la 00/01)... lo enfrenté... goleador, era tan hábil para hacer goles; y Pipío con quien estuve en Conarpesa era un tirador demente, tenía una mano tremenda... yo siempre le decía "Vos solo tenés que tirar Pipi, no tenés que ni pasar la bola" (risas). Yendo a lo que me contás, la verdad es que no recuerdo haber tenido ninguna temporada mala, creo que la más floja que pude haber tenido fue en El Nacional, que ya venía pensando en mi retiro. Pero en los demás clubes creo que tuve gran protagonismo. A lo que voy, pienso que jugué para lo que me habían contratado, y me lo fui demostrando. Sin ir más lejos, creo también que le fui demostrando al básquet que podía jugar en la Liga Nacional, porque a mí nadie me regaló nada sino que todo me costó muchísimo. Había clubes que no querían llevarme por alguna cuestión de comentarios o alguna cosa pero que no tenía mucho que ver y todo con el tiempo cambia. Me acuerdo que en esa época, en los años 90, a mí me gustaba teñirme el pelo y eso para la época era como si fueses un estafador... hoy por hoy ves a los chicos con aritos por todos lados. Pero bueno, no sé si era un visionario pero yo me sentía bien con lo que era (risas). Ahora ya no pasa eso, porque las generaciones cambiaron también. En aquella época la verdad es que me costaba conseguir un club, no te podría decir que para mí era sencillo conseguir de una temporada a la otra equipo. Entonces, las oportunidades que tenía para elegir no eran muchas y eso me dolía un poco, porque sabía que venía de hacer un gran año en un club y al otro año se me hacía muy difícil. Y te digo esto teniendo como representante a Carlos Raffaelli, a Choco, que es uno de los mejores representantes de Argentina. Sin embargo no tenía tantas posibilidades, no sabía si me quedaba en algún equipo de la A o si tenía 1-2 del TNA. Pero bueno, entiendo que me tocó vivir esa etapa, y de lo que estoy seguro es que nunca dejé de darle todo de mí a cada uno de los equipos en los que jugué. A mi forma y manera, no podía haber sido otro porque me estaría engañando, pero seguramente no pasé desapercibido en el básquet y eso te lo pueden decir los jugadores que enfrenté y los que tuve como compañeros. ¿Por qué no pasé desapercibido? Porque me gustaba, porque era competitivo, porque más allá de que me encontrara en inferioridad de situación, dábamos batalla con el equipo y yo era el líder que tenía que empujar a todos para adelante.

- Te tocó también enfrentar grandes jugadores.
. Sí, la verdad es que estuvo muy lindo. No importa quién estaba enfrente, dábamos batalla contra quien fuese. Y mirá que te estoy hablando de una época donde me tocó jugar contra los mejores: Marcelo Milanesio, Marcelo Richotti, el Puma Montecchia, Sepo Ginóbili, Sucatzky, el Dani Farabello ... obviamente que ahora también hay jugadores de primerísimo nivel pero los que te estoy nombrando son leyendas. Me tocó jugar contra Cortijo, pero para serte sincero me quedé enamorado del Chueco Haile, que era la elegancia en el básquet. El Chueco ya se estaba retirando y yo estaba empezando con 20 años, y la verdad es que era un lujo verlo, la visión de campo que tenía. Aparte que de chiquito yo era fanático de River y lo miraba en esos partidos hermosos que jugaba junto con Aréjula, Duffy, Pagella... imaginate que para mí enfrentarlo en una cancha era todo un lujo. Todos esos bases eran súper mejores que yo, pero igual les daba batalla.

- Bueno, es un poco parte de todo ese carácter tan propio tuyo.
. Sí, yo soy muy pasional. Si hay algo que no me falta es carácter, decisión y entrega. Me puede faltar un poco de talento, pero ganas y a la hora de salir a combatirte lo voy a hacer. Pero es por la pasión que siempre tengo por todo lo que hago con placer, y sobre todo en el básquet, que siempre fue todo para mí. La pelota, la cancha, el rigor de la oposición, el tablero, el árbitro, la hinchada... yo jugaba con las hinchadas, me gustaba que me insulten (risas). Yo quería encestar para que el rival me putee, era tribunero, aparte pensá que la hinchada rival conozca tu nombre era tremendo, te hacía sentir importante. Aparte pensá que me tocó ir a jugar contra cada hinchada... como la de Argentino de Junín en Las Morochas, que te metías en la cancha para hacer la entrada en calor y la gente se te venía encima; o la de Central Entrerriano; o jugar en San Nicolás con una gente hermosa, que hasta comíamos asado con los chicos de la hinchada. Era muy lindo, las hinchadas también jugaban, siempre. Los tipos a centímetros tuyos... se me pone la piel de gallina recordarlo.

- Hoy repasabas contra quiénes jugaste pero te olvidaste de uno, como Magic. ¿Qué me podés decir de ese día?
. Eso fue lo más grande que me pasó. A mí hubo dos cosas que me marcaron la vida desde lo basquetbolístico. Una es que a mí antes de morir me dirigió el Beto Cabrera en Estudiantes de Bahía Blanca. Teníamos 17 años y salimos campeones de la Primera local, y yo era el base del equipo, ese equipo lo dirigía Beto Cabrera. El tipo te decía todo con la mirada, nunca lo escuché pegarle un grito a nadie. Todo te lo decía con los ojos, con la forma en la que te miraba, y le entendías absolutamente todo. Era un superdotado, la experiencia y la calidez que tenía era increíble. El Beto me dejó una frase que me quedó para toda la vida, que fue "El día que estés donde vos querés, tratá de no bajar porque va a ser difícil volver a subir". Eso lo decía para que si yo algún día llegase a nivel de Liga Nacional o lo que fuere no bajar de categoría porque me iba a costar mucho subir de nuevo. Y la verdad es que eso fue un poco lo que me sucedió, que año a año no sabía si jugaba Liga Nacional o me iba al TNA. Y después, la otra historia que me quedó grabada, fue la vez que Magic fue a hacer la gira del HIV a Bahía Blanca. Estuvimos en el vestuario, charlando, todos los jugadores sacándonos fotos y después participar. Yo justo venía de una lesión en esas semanas antes porque había tenido un esguince de tobillo, y no me iban a dejar afuera ni loco. Yo estaba jugando mi primer año de Liga con Tite Boismené que fue otro gran año de mi carrera donde por un voto no salí elegido como revelación de la temporada, el premio se lo llevó Leo Ruiz Moreno. Recuerdo que a ese partido de la gira de Magic, nosotros teníamos en el equipo a Guillermo Gallo y Juan Iglesias, Josi Gil, Jorge Faggiano, Ale Ferrari, Todd Jadlow, el ruso Sergei Grishaev, y yo en la base; entonces para hacer un equipo más competitivo Estudiantes de Bahía Blanca se reforzó e invitó para ese partido un montón de jugadores, como el Puma Montecchia, Esteban De La Fuente, Juan Espil, Marcelo Richotti y Wallace Bryant. Tengo ese partido grabado acá en casa, la verdad es que ese día se armó un partidazo, magnífico (NdR: terminó 153-141 para el equipo de Magic). En el entretiempo de ese partido estuve en el campeonato de volcadas porque a esa edad tenía unas patas bárbaras, pensá que con 20 años saltaba por arriba del aro casi (risas). La sensación de estar ahí con Magi Johnson, sacarte una foto, verlo jugar... me acuerdo que ese partido lo dirige Néstor García. Habré jugado 5 minutos, porque casi todo el partido lo jugó el Puma, pero esa noche fue increíble. Me tocaron vivir cosas hermosas e inolvidables con el básquet.

- ¿Se te eriza un poco la piel pensar todo eso?
. Tengo ganas de llorar (risas). Me acuerdo como loco tantas cosas que viví, todas las cosas que te da el básquet, a la gloria, a la pasión, la cancha, la pelota, el club, el vivir grandes experiencias... Gracias a Dios he podido compartir un montón de equipos con jugadores compañeros magníficos, y he enfrentado a jugadores iguales de magníficos. Tengo el recuerdo de todos y no me quiero olvidar de nadie, pero no me queda sinceramente más que agradecerles a todos el haberme hecho inmensamente feliz durante tantos años. Lo disfruté. Ya cuando no lo disfruté más fue cuando falleció mi papá en el 2004, ahí ya mi viejo no me fue a ver más a la cancha, cambió un poco todo y con eso mi fortaleza mental. Jugué un año y medio más después de eso y determiné no seguir con el básquet, pero por una simple cuestión que eso ya lo había planificado en mi vida. Dejé de jugar por una cuestión motivacional, que perdí un poco ese gusto y aliento de levantarme cada mañana con fuerzas, porque lo de mi padre me chocó mucho y eso sumado a que yo ya venía pensando en parar. Imaginate que en 17 temporadas seguidas no paré ni un segundo, porque gracias a Dios no tuve lesiones graves ni nada de eso, y afortunadamente pude jugar en todas las temporadas. Llegó un momento que incluso eso planificado, esa platita ahorrada que tenía, la quise también invertir en algo y quería ver otras cosas. Hoy por hoy, viendo la situación, si volviera a nacer, jugaría más tiempo todavía. Porque incluso se los digo a mis jugadores, que si uno se cuida puede extender esa carrera. Sobre todo por los avances que hay, pensá que yo jugué en cancha de baldosa, saltábamos ahí, después vino el parquet que no era flotante... toda esa etapa... recién cuando estaba terminando mi carrera apareció el piso flotante. Entonces la verdad es que pasamos por todos los estadíos en ese sentido, y la verdad es que yo soy un agradecido por tanto. Pero como decía, si volviera el tiempo para atrás, con todos los avances que hay, la tecnología, las formas de cuidarse en las comidas y demás, es cierto que hoy podría haber jugado más tiempo.

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