Informes Especiales · 28 de Abril de 2020

La transformación y el progreso de Mauricio Corzo

El rendimiento del santiagueño ha sido uno de los mayores progresos de una temporada a la otra. El alero, rebosante de confianza, disfruta de una actualidad brillante y se encuentra dentro de una curva ascendente, de las mejores de su joven carrera.

Por Lucas Leiva

A través de la 2019/20, la transición de una temporada a la otra encontró cambios drásticos en jugadores que, en mayor o menor medida, protagonizaron un momento de explosión y evolución notorio. Les ha valido para hacerse un hueco dentro de los grandes actores de la actual campaña, llevándose en varios casos casi todos los flashes y sorprendiendo por el salto de calidad que realizaron.

También habrá que tener en cuenta el contexto dentro del cual participaron, de dónde venían y hacia donde recalaron, las aspiraciones de sus equipos en cuestión, o el ecosistema sociodeportivo donde se desenvolvieron. Pero si hay algo ineludible es que supieron tomar responsabilidades y gozaron de un desarrollo por demás importante.

En este caso analizaremos el caso de Mauricio Corzo, que sin dudas es uno de los progresos más importantes que tuvo la Liga Argentina de la 18/19 a la presente 19/20. Venía de un muy sólido año dentro de San Isidro, llegando a las finales de la temporada pasada, campeón del Norte y subcampeón del año; y para el último curso se mudó a Patagones, donde con Atenas tuvo un comienzo irregular pero luego el equipo repuntó y se posicionó dentro de los cinco mejores del Sur.

En lo que respecta a lo individual, el alero santiagueño pasó a tener cambios en cuanto a su protagonismo. Pasó de tener un papel importante dentro de la rotación de los Halcones Rojos, con su habitual cuota de tirador presente; a ser uno de los grandes líderes del Griego y su principal artillero. Conocerse, entender sus capacidades por completo, y saber cómo exprimirlas, es una de las grandes claves del éxito, y Mauricio sabe de esto.

"He entrenado muchísimo en mi vida. Con un entrenador particular que se llama Fafo De La Iglesia y con su hijo Checho, que ahora es preparador físico en Independiente, desde los 8-9 años que me he puesto a entrenar con ellos, aparte de lo que es entrenar con mi club, ir a la escuela y todas esas cosas, con los distintos entrenadores que tuve y las selecciones de Santiago del Estero, siempre a su vez me entrené con ellos. De lunes a lunes, a la siesta, abajo del rayo del sol, con frío, con 7°, cancha sin techo... iba y siempre entrenaba fundamentos, fundamentos y más fundamentos", explicó el alero.

"La verdad es que uno siempre sabe qué es lo que puede hacer y qué es lo que uno puede dar, porque en mi caso por ejemplo he entrenado mucho, sé las cosas que entrené y sé las cosas que puedo hacer, o que si las entreno y trabajo un poco medianamente, después las sé hacer también dentro de un partido", agregó.

Pasó a engrosar sus registros de forma notoria. Es cierto que también pasó a tener más tiempo en cancha pero a su vez esa proyección en minutos es mucho más grande tomando referencias de la temporada pasada.

Promedió 12,1 puntos, 4,0 rebotes, 1,2 asistencias y 29,8 minutos en 60 compromisos la temporada pasada, a tener una media muchísimo más elevada: 20,0 puntos, 5,6 rebotes, 1,5 asistencias y 33,1 minutos en los 32 partidos que se han disputado en esta 2019/20. El tiempo en cancha se vio incrementado, pero el drástico cambio en puntos (7,9 más que la temporada pasada) y, en menor medida, rebotes (1,6 más) es lo que se destaca.

Un dato en cuanto a su goleo es que la temporada pasada, obviamente no absorbiendo las responsabilidades que sí pasó a tener en la 19/20, Corzo totalizó 723 puntos mientras que este año pasó a contabilizar 640. Son 83 puntos de diferencia, en una brecha casi la mitad de partidos (60 la temporada pasada y 32 en esta), y con una media actual de 20 unidades por juego. Sosteniendo esa media, en apenas 5 partidos más como mucho ya habría separado el total de puntos convertidos la campaña anterior.

¿Cuál es el factor influyente? Según cuenta el propio santiagueño, la confianza termina siendo un aspecto determinante. La continuidad y la seguidilla de partidos en buen nivel fueron alimentándolo en autoestima, positivamente, logrando mantener un nivel de excelencia que le ha permitido tener estos picos que mencionábamos.

"Obviamente la cabeza influye mucho. Muchas veces un jugador mete 30, 40 o 50 puntos, y se siente bien, piensa que le salieron un montón de cosas pero quizá al siguiente partido mete 2 o 5 puntos, porque la situación en ese partido se ha dado diferente, o la ha tocado otro compañero o te ha tocado otro rol... y capaz pasan un montón de partidos más para que vuelvas a ser protagonista".

"En mi caso particular, este año me ha pasado que un partido me ha ido bien, otro bien, al siguiente bien y así... haciendo cosas que siempre venía haciendo en los últimos años, donde se me catalogó como pura y exclusivamente un tirador. Sentía que podía hacer todas estas cosas, al siguiente me pasó lo mismo, y al siguiente también. Entonces uno va agarrando confianza y va pensando que esas cosas las puede hacer todos los partidos".

Desmenuzando un poco más la temporada de Corzo, hay algunos datos a subrayar: en 4 oportunidades marcó más de 30 puntos, repitiendo en dos oportunidades su mayor goleo de esta 2019/20, 37 unidades. Las dos veces que marcó esa cifra fue ante el mismo rival, Quilmes, primero el 26 de noviembre y luego 11 de febrero, en ambas 4 de 7 en triples.

¿Otro dato? Solamente en 5 de los 32 partidos que jugó anotó menos de 10 puntos. Y entre sus puntos fuertes, hablando de su capacidad como tirador, vale destacar que está en un año bastante similar a los anteriores, ahora con 69 triples en 205 intentos desde la línea de tres puntos. Una media de 33,7%.

Entre registros previos, en sus primeras dos temporadas dentro del ascenso promedió 39% en triples defendiendo los colores de 9 de Julio de Río Tercero (53 convertidos en 136 intentos en 2013/14 y 2014/15); luego 33% en su primer año con San Isidro (56 en 172 durante la 2016/17); un gran paso por Oberá TC donde firmó 41% de efectividad en triples (153 en 376 en la 2017/18); y el pasado curso de regreso a San Isidro donde registró 35% (115 en 328 en la 2018/19).

"Como te decía, uno siempre sabe lo que puede hacer y lo que puede dar, pero a veces se necesita de ese empujoncito, de ese momento que pase, de esa situación que se te dé. Influye mucho la confianza que te dan tus compañeros y el técnico también, a veces necesitás ese empujoncito, de un par de partidos seguidos, que te hagan ver que podés hacer todas esas cosas. Agarras confianza, vuelo y seguís para adelante. Ahora el desafío es mantener ese nivel y mejorarlo", detalla Corzo.

Por supuesto, las condiciones del santiagueño van más allá de su capacidad anotadora desde el juego exterior, sino que las responsabilidades que tomó, el rol con el que cargó al llegar este año al Griego, y la forma en la que supo aprovechar el impulso que lo catapultó a ser uno de los mejores valores que tuvo la Liga Argentina en esta temporada.

Segundo máximo anotador de la 2019/20 con 20,0 puntos; top 10 entre los jugadores de mejor valoración con 21,0 de media (7° en el ranking general, y el mejor de Atenas); 3° en lanzamientos libres convertidos por noche (5,7 por partido, más de 11 puntos por esa vía de promedio); 2° en faltas recibidas (6,7 por juego). Más allá de estos registros, el presente del alero de 24 años lo encuentra en plenitud y el desafío ahora será sostenerse por ese camino.

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