Informes Especiales · 18 de Marzo de 2018

LNB · · La Unión (C)

Informe especial: “Crecimos juntos”

La Unión de Colón es uno de los históricos de la Liga Argentina y su recorrido tuvo un largo tiempo en común con Gabriel Piccato, entrenador que trascendió la categoría, y que hoy se encuentra en Regatas Corrientes con otro ex La Unión, Paolo Quinteros.

Por David Ferrara

“Crecimos juntos”, resume Gabriel Piccato y con apenas un par de palabras explica todo. Porque la evolución, el aprendizaje y el camino incipiente involucran desafíos, dar los primeros pasos sin saber el resultado de la aventura que se emprende, con dudas, enojos, pero también mucha alegría. Al fin y al cabo el deporte es parte de la vida, y para un entrenador de básquet, “su” deporte es “la” vida.

La historia de La Unión de Colón y la este santafesino están ligadas profundamente. No fue el primero ni será el último de los técnicos o jugadores forjados en el ascenso que luego triunfaron en la máxima categoría nacional, porque la escuela del TNA (ahora Liga Argentina) tiene a los mejores profesores.

Yo comenzaba mi carrera en Atlético San Jorge, y La Unión de Colón llegaba a la segunda categoría argentina. El entrenador era Pablo Columba y apareció la oportunidad para ser asistente técnico, con todo lo que significaba asumir la mudanza, y un rol que no conocía demasiado. Ahí comenzó una relación con el club que duraría diez temporadas, aunque en lo que respecta a mi vida personal, es algo que trascendió el básquet”, relata Piccato, entrenador de Regatas Corrientes que tiene la amabilidad de hacer un alto en la exigente rutina de un equipo que vive semanas a pura vorágine en esa sana costumbre de ser protagonista de todo lo que juega.

“Tras un tiempo como asistente, Pablo Columba no sigue como entrenador y Carlos Delasoie me ofrece el equipo. Fue una locura de Carlos, yo tenía apenas 23 años, pero en definitiva también era una buena oportunidad. Siempre voy a estar agradecido a las personas e instituciones que confiaron en mí, y a la calidad humana de los jugadores”, recuerda Piccato, quien amplía: “A partir de ahí la vidas nos unió no sólo en lo laboral, porque vivo en Colón, mi esposa es de ahí y muchos de mis amigos también. Estar diez años en un equipo ya sea como asistente o entrenador es algo que no es normal, es una excepción”.

“Crecí en esas temporadas, cuatro como asistente y seis como entrenador principal y tuve la suerte de cruzarme con grandes profesionales, pero sobre todo con grandes personas. Para hacer sólo algunos nombres de los jugadores que pasaron en esas campañas y aunque seguramente me olvide de varios, se puede mencionar Jorge Pautasso, Néstor Ibarra, Gustavo Monella, Mario Romay, Alejandro Coronel, Paolo Quinteros, Eduardo Villares, Calvester Ferguson”, entra en terreno de la memoria para luego desandar algunas particularidades de aquellos años.

“Con La Unión crecimos juntos, con errores y aciertos, pero siempre fuimos competitivos y estuvimos en la pelea”, afirma Piccato, quien luego volvió al rol de asistente del equipo: “Lo hice por una cuestión personal. Fue parte de un proceso que estando sometido a un alto estrés iba a retrasar mi crecimiento. Necesitaba un tiempo. Y comprendí que hay relaciones muy significativas en la vida. Me parece muy bueno lo que dice Sergio Hernández, el asistente también es un entrenador, sólo que cumple la función de asistente. A mí me apasiona el básquet y desde otro rol también tiene cosas interesantes, mirarlo de otro lado”.

En aquellos primeros años al frente de La Unión de Colón, Piccato dirigió a Paolo Quinteros, un pibe que aparecía en el básquet local y que estaba destinado a romperla. Pero claro, el plantel estaba armado con buenos jugadores en ese puesto, y a pesar de sus volcánicas ganas de jugar, el escolta colonense no lo hacía tanto. Hoy ambos comparten equipo en Regatas Corrientes y el tema no puede soslayarse. “Se veía que Paolo pedía pista a pesar de que era muy joven, pero el equipo estaba armado de una manera en la que por diferentes razones no tenía tanta participación. La vida me permitió volver a dirigirlo y hoy lo disfruto como entrenador”, explica.

Pero claro, falta la palabra del escolta, que anotó y luego pasó factura: “En La Unión comencé en los 18 años, luego de hacer todas las inferiores en La Armonía. En esa primera temporada lo tuve a Gaby Piccato como entrenador, pero jugué poco, se ve que no confiaba mucho en mí. Lo hemos hablado millones de veces”.

“Pero sí jugaba mucho en Sub 22 y primera, ganamos muchos títulos. En las siguientes campañas me fue muy bien y al equipo también, incluso llegamos a salir terceros en la última temporada que estuve en el equipo. Me sirvió mucho en mi carrera para tener una base a la hora de saltar a la Liga, así que los recuerdos son muy buenos”, recordó Paolo, quien luego siguió su camino en Estudiantes de Olavarría y el resto es historia archiconocida.

La categoría era muy competitiva y te diría que La Unión se caracterizó por darle un nombre a varios jugadores en el puesto de escolta, como Paolo, Villares, Romay, Calvo, Ale Coronel”, enumera Piccato, quien en cada temporada pasaba una prueba: “Era un torneo muy duro, había que pelear con equipos como Instituto con McGray, Newell’s con Olivier, Ben Hur con Cantrell, Gimnasia con Storani, jugaba Colla que te metía 25 por partido”.

“Yo tenía hablado con Carlos (Delasoie) que llegado el momento de que no creyera más que yo era el indicado para dirigir al equipo, que sólo tenía que decírmelo y eso pasó en una temporada en la que teníamos un muy buen plantel. Había dos ascensos en juego y pensamos que podíamos lograrlo, pero no pudimos y me comunicó que era tiempo de cambiar. Me dolió pero era lo que habíamos acordado”, cuenta Piccato, quien después continuó un periplo impresionante en Boca, La Unión de Formosa y varios etcéteras.

“Mirá si no voy a tener buenos recuerdos de La Unión, si vivo en Colón, mi hijo juega ahí. Es más, se da la particularidad de que muchos jugadores y entrenadores se han casado con mujeres de Colón y se radicaron allí. Ibarra, Paredes, Calvo, Balcells, Ruperto Herrera, Diego Vadell, Martín Gustavino. Y otros no se radicaron pero formaron su familia en Colón como Monella o Romay”, nombra Piccato y sin querer queriendo linkea a nuevas historias que forman parte de la vida de La Unión y vale la pena mencionarlas aunque sea en apenas unas líneas, porque Diego Vadell (hoy asistente de Piccato en Regatas, vaya casualidad) fue el técnico que sacó campeón del provincial a La Unión en el camino de retorno al TNA y Martín Guastavino lo devolvió a la segunda categoría nacional tras ganar el recién creado Torneo Federal.

Es que justamente después de muchos años como habitué de la categoría, La Unión decidió “alquilar la plaza” por un par de años y luego venderla a La Unión de Formosa, equipo guiado y pergeñado en la cabeza de otro ex jugador de la institución, Mario Romay. Que lo cuente él: “Los recuerdos de La Unión de Colón siempre son los mejores. Pasé seis temporadas ahí, con Gabriel Piccato primero como asistente de Pablo Columba, y de José Podskoc, y después con él como DT. Tuve buenas temporadas y cuando a un jugador le va bien en un club obviamente también tiene un buen año con la ciudad, los dirigentes y los amigos. Piccato fue un entrenador con el que siempre tuve mucho diálogo, a tal punto que lo tuve cinco años en mi proyecto de La Unión de Formosa”.

La relación con Carlos Delasoie es muy buena y nos encontramos de vez en cuando porque parte de mi familia es de Colón. Con él acordamos la venta de plaza para mi provincia y eso permitió iniciar el proyecto de Formosa”, detalla Romay, quien recuerda aquellos años de un partido por semana y equipos protagonistas: “Esos TNA también eran muy fuertes, peleados, con muy buenos jugadores que tocaron la Liga A y jugaron de buena manera. Nuestro objetivo con La Unión de Colón era siempre llegar al TNA1 para asegurar la categoría y clasificar a playoffs. De seis campañas clasificamos en 5 y justo en la que no lo hicimos y quedamos en el TNA2 fue la que más lejos llegamos después. Jugamos semifinales ante Tucumán, que tenía a Aragona, Manzo, el Demonio Sánchez. Había muy buenos equipos, como el Newell’s de D’Angelo, Ben Hur, Madryn, Ciclista”.

Tras la venta de plaza llegó el mencionado camino de retorno a la hoy Liga Argentina, que se logró en 2012 y desde allí retomó su habitual participación, casi como si nunca hubiese faltado en una competencia que lo tiene como uno de sus históricos.

Es una ciudad pintoresca, tranquila, sencilla, y que ama el básquet. Los chicos están en las plazas y en los clubes jugando al básquet”, explica Piccato, uno de los que llegó y de alguna manera ya nunca más se fue de La Unión y de Colón. Un destino ligado y un crecimiento en conjunto.

*David Ferrara fue productor periodístico de las transmisiones televisivas del Torneo Nacional de Ascenso durante diez años. Periodista del diario El Ciudadano y La Capital, de Rosario. Docente en Tea Rosario y en Ieserh Rosario. En Twitter @davidferrara35

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