Informes Especiales · 12 de Enero de 2018

LNB ·

Utilero, el alma del plantel

Las historias de La Liga Argentina tenían una deuda pendiente con los utileros, pilares de los planteles, puntales organizativos, dueños de los secretos y anécdotas mejor guardados. Una nota para sonreír pero también emocionarse.

Por David Ferrara

Son los primeros en llegar y los que se van cuando no queda nadie, los que hacen el trabajo silencioso, que injustamente sólo se nota cuando cometen un error. Son el oído atento para escuchar los problemas de jugadores y entrenadores, los conocedores de todos los secretos de un plantel, deportivos y extradeportivos. Siempre en silencio, sin poder opinar para no entrar en terreno prohibido.

Desde el termo y el mate a la era de los celulares y las redes sociales, los utileros son el alma de los planteles. La Liga Argentina no es la excepción y cuenta con personajes únicos, con mayor o menor experiencia, pero unidos por su vocación de servicio, humildad y amor por la camiseta.

Se ganan el cariño de los jugadores, son objeto de bromas y también las hacen, generando un ida y vuelta clave para la convivencia, pero siempre con la inteligencia para medir humores y elegir los momentos.

Héctor “Pimienta” Duarte es el utilero de Libertad Sunchales. Vivió el camino ascendente hacia La Liga y los primeros éxitos del equipo santafesino, para luego dejar el puesto hasta retornar en 2015. Supo vivir título de Liga Sudamericana, de Liga A, de Súper 8, pero elige el ascenso del TNA a la A como el recuerdo más feliz: “No le saco méritos a los torneos importantes que ganó el club, pero el ascenso fue lo más lindo por el grupo que había. Hoy esos chicos son hombres, Seba Porta, Bebo Cerruti, Gaby Lucato, Miguel Barbieri, Fabián Horvath, Malru Dottin y el entrenador Gonzalo García. Viajábamos en traffic y es como hoy, parece una familia, un poco distinto a la Liga, los viajes son diferentes”.

“En esta primera etapa del torneo la mayoría de los viajes fueron cortos, por lo que se llevan pocos bolsos. No nos podemos olvidar la ropa de juego y entrenamiento, las pelotas, yo también llevo buzos y agua. Hay que organizar siempre un día antes y los juveniles te ayudan bastante. En La Liga era un poco más difícil por los viajes más largos y es verdad que algunos jugadores son quisquillosos, que sus medias, que sus calzas y hasta que combinen las zapatillas. Así que hay que subir al cole e ir recordando todo. También fijarse que lleven documentos o los extranjeros los pasaportes. Parece que nunca viajaran, pero siempre se hace con buena onda porque terminan siendo amigos”, explica Pimienta, quien guarda muchas anécdotas y ofrece algunas, como cuando se olvidaron a “Juan Brussino encerrado en el vestuario en Sionista”, o en esta campaña cuando no llevó “las sudaderas al viaje a San Francisco”.

La que casi le cuesta el puesto fue un par de temporadas atrás en la Liga A en un duelo televisado ante Bahía: “Las camisetas con el auspiciante nuevo llegaron a último momento y hubo que correr para tener todo en condiciones. En medio de la locura, le di a la mitad del plantel la ropa nueva y a la otra mitad la ropa vieja. Menos mal que los cambiamos rápido porque me querían matar”.

Pero Pimienta muestra su costado sensible, algo que también distingue a los utileros, capaces de ver el espectro completo del deporte, alejado del simple análisis de ganar o perder. “Como les digo a todos los que vienen al club, lo más importante es la persona, el ser humano, no tanto como juega. Estamos 10 meses juntos y somos una familia”, explica y se emociona al recordar los momentos más duros que pasó en su cargo, como el fallecimiento de su padre, la pérdida del juvenil Diego Bocco (falleció en una práctica) y de Gabriel Riofrío en un partido. “Fue muy doloroso”.

Duarte lamenta que algunas costumbres se hayan perdido con el paso del tiempo, como la de llegar temprano y compartir mates mientras se charla: “Lo de tomar mate se perdió, antes traían unas facturas y se charlaba. Llegó Internet y el celular y ya están todo el día con el teléfono. Lo más importante era hablar y ahora a veces ni se miran a la cara”.

“Nadie lo ve, pero el trabajo del utilero es importante, son muchas horas laburando. Todos los días a la mañana y a la tarde y los días de partido más. Son pocos los que lo reconocen”, cierra Pimienta.

Otro de los experimentados en el puesto es Rubén” Topo” Durán, rosarino que de chico se mudó a Paraná y que desde hace 19 años es el utilero de Echagüe tras haber desarrollado esa tarea en el fútbol. “Me trajo un preparador físico que trabajaba en ambos lugares y ahí ya me quedé. Vi crecer a un montón de chicos desde las inferiores que hoy son hombres de familia y te los cruzás como Tintorelli o Cantero”, relata tras reconocer que deportivamente hubo “más malos momentos que buenos”, pero destaca haber convivido con buena gente, que nunca hacía un problema, como los históricos Uranga, Pautasso o Falasconi. “Igual, si alguno es medio perro verde, yo ya sé dominarlo de entrada”, marca la cancha el Topo.

A la hora de contar anécdotas, recuerda cuando a Sokol le robaron las camisetas en el viaje y hubo que prestarles un juego de Echagüe para poder jugar, o una propia: “En Santiago del Estero me olvidé un equipo completo de entrenamiento y tuve que esperar al partido de vuelta para que me la traigan. Fueron tres meses”. Durán tiene toda una definición para el puesto: “Yo digo que es un sacerdocio, porque tenemos que escuchar todo pero no podemos decir nada. Absorbemos todos los líos”.

Bastante menos tiempo en la profesión lleva Jorge “Rulo” Aguilera, de Hindú de Resistencia, pero ya acumula alguna anécdota de las que está autorizado a hablar. “Fue en un viaje de regreso desde Salta en el que paramos en una estación de servicio y nos olvidamos a Mauro Coronel. Fue preocupante pero divertido a la vez”, cuenta Rulo, quien disfruta del grupo: Empecé con la utilería hace tres años en el Federal y la verdad no es un trabajo, es placer estar con ellos porque es un grupo excelente tanto dentro como fuera de la cancha”.

Andrés Bustos trabaja en la subsecretaría de Deportes de Viedma y poco a poco se fue metiendo en la vida del Depor. “Como es un equipo municipal, necesitaban alguien que abra y cierre la cancha, después limpiarla, después encargarse de la ropa y ya es la séptima temporada en la que estoy”, cuenta, y tiene cercano su mejor recuerdo: “Como en todo juego de equipo hay momentos lindos y malos pero me encantó lo del Súper 4 que se jugó en Sunchales, por el marco de público, la transmisión y la repercusión que tuvo. Nos atendieron muy bien, lástima que no pudimos ser campeones. Vivirlo ahí fue muy lindo”.

Y Bustos repasa algunas de las tareas que debe cumplir: “Hay que llevar mucha ropa, pelotas, agua, merienda. A veces el profe me da una mano. El día del viaje ando como loco pero en el colectivo me relajo. Me gusta mi trabajo y aunque pasaron muchos jugadores, siempre hubo buena relación. Siempe los he tratado con respeto y me trataron igual. No hay que olvidarse de que somos compañeros de trabajo más allá de la función que cumpla cada uno.

Mientras, Erick Sánchez reconoce que tuvo un inicio accidentado en su profesión con Tomás de Rocamora de Concepción del Uruguay: “Estoy desde 2010 y en el primer viaje, en la Liga B, estaba tan nervioso porque no me faltara nada de la utilería que subí sólo un par de cajas de la comida que habíamos preparado para el viaje. Cuando paramos en Nogoyá, faltaban las cajas con las tartas y los sándwiches. Me querían comer a mí y yo quería volverme caminando a Concepción”.

“Para colmo en un partido en cancha de Rosario Central como era nuevo fui con gorra y pantalón corto. El árbitro paró el partido y me mandó al vestuario a cambiarme. Hoy ya uno la tiene más clara”, cuenta, y hoy es el que ayuda a sus DT: “Cristian Santander se había olvidado el cinturón y en el partido se le iba a caer el pantalón, por lo que le sacamos el cordón de la zapatillas a uno de los muchachos y le atamos el pantalón”. Tampoco se salva Juan Varas: “A Juan se le rompió el zapato y salimos como locos a buscar un martillo para poder arreglarlo”.

“Voy dos horas antes de cada práctica, sea de mañana o noche. Mi función es que los jugadores sólo tengan que pensar en cambiarse y bajar a entrenar. Que no falte nada, pelotas, elementos que el cuerpo técnico requiera, la cancha en condiciones, toallas, hidratación. Los jugadores son muy buenas personas y profesionale. Algunos tienen sus mañas o hay que mimarlos un poco. Uno se encariña con las personas y se hacen amistades, nos mantemos en contacto. Cada final de temporada genera un poco de melancolía”, resume Erick, quien guarda el recuerdo feliz del ascenso de la B al TNA ante Viedma a cancha llena en Rocamora, así como el segundo puesto de los U19 a nivel nacional y reconoce como momento más duro el fallecimiento de Federico Salvarredy, jugador de la institución.

Gustavo Lamas estuvo hasta hace poco tiempo en Ciclista tras una vida en el club. “Llegué a los 8 años como un chico que practica el deporte, jugué hasta la primera y en 2004 cuando llega Adrián Capelli me proponen ser el utilero. Ese año ascendimos y es de los mejores recuerdos como el del otro ascenso con Julián Pagura como entrenador. Con ese plantel nos mantenemos en contacto. Me acuerdo que a veces no alcanzaba para el asado y lo que hacíamos era juntarnos y cada uno llevaba lo que le daban para comer. Estuve de los 8 a los 43 en el club, con tristezas y alegrías, cobrando o estando varios meses sin cobrar. Pero somos hinchas y uno quiere al club”, relata Lamas, quien tiene una extensa lista de jugadores de renombre que pasaron por la institución.

Yo llegaba temprano, dejaba la ducha limpia, la ropa perfumada, las zapatillas con talco”, repasa el utilero del elenco juninense, quien guarda en el recuerdo aquel partido histórico en el que Ciclista mandó al descenso a Argentino: “No muchos hinchas se pueden dar el lujo de haberlo vivido siendo parte del cuerpo técnico. Me acuerdo que hubo discusiones porque los hinchas querían que perdiéramos contra Belgrano para perjudicar a Argentino y como el cuerpo técnico y los jugadores se negaron rotundamente, me pedían a mí que me hiciera cobrar una falta técnica. Lógico que no hice nada porque Capelli me hubiera arrancado la cabeza. Igual, no hizo falta porque ganamos el clásico y lo mandamos al descenso nosotros. Cangelosi metió uno de los libres y después apareció Bulchi con el cachetazo para ganar. Argentino había armado un equipazo, pero no pudo encontrar nunca un buen rendimiento”.

“En la última temporada de Ciclista en la A, me suspendieron porque en la Liga de Desarrollo le reproché una cosa al árbitro. Julián (Pagura) me dijo que esté igual, entonces yo acomodaba todo antes y tenía a los juveniles que me asistían. Era como un DT dirigiendo de afuera” cierra otro histórico de La Liga Argentina.

Como ellos, otros tantos utileros tendrán miles de anécdotas que contar. Y jugadores, entrenadores, preparadores físicos, dirigentes también podrán aportar detalles de la divertida relación con estos personajes, como en Monte Hermoso, donde llegaron a hacerle un programa de televisión de youtube a su utilero, que también oficiaba de chofer del micro.

Insustituibles, imprescindibles, pilares de relaciones humanas y puntales de la organización. No tiene voz ni voto y aparecen en el último lugar en el listado del plantel, pero lejos están de ser sólo un personaje decorativo.

*David Ferrara fue productor periodístico de las transmisiones televisivas del Torneo Nacional de Ascenso durante diez años. Periodista del diario El Ciudadano y La Capital, de Rosario. Docente en Tea Rosario y en Ieserh Rosario. En Twitter @davidferrara35

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