Informes Especiales · 10 de Noviembre de 2017

Ciclista

La pasión por la razón

Ciclista eligió creer fervientemente que debía dar pasos firmes para cambiar el rumbo de su historia. Hoy, reconoce que no perseguir utopías permitió reconstruir la institución. A sus 94 años el carisma sigue vigente con una apuesta sensata.

Por David Ferrara

No lo dicen directamente pero lo sienten, lo dejar surgir entre líneas. Para ellos Ciclista ganó el campeonato más importante, el de la credibilidad y la coherencia.

Parece increíble, pero en una de las instituciones más pasionales que se pueda encontrar, en una ciudad que se conmueve en cada curva que describe la anaranjada en el aire, unos locos dicen que hay que ser sensatos, cautos, precavidos. Y no son nenes de pecho o ingenuos, son tipos que llevan una vida en el básquet, que conocen sus secretos, sus miserias y también saborearon la gloria. Hoy, apenas a días de haber cumplido 94 años, Ciclista Juninense tiene otra cara, renovada, sustentable, aunque no menos carismática y aguerrida.

Gabriel Barrozo, presidente, y Rául Chuni Merlo, símbolo, son dos de los que cuentan la historia de este nuevo recorrido, de este proyecto-filosofía que los enloquece tanto como cada final cerrado, porque a sus 94 pirulos Ciclista ha vuelto a nacer.

“Uno comienza como hincha. Va a la cancha desde chico y después cuando pasan los años se arrima a colaborar cuando tus hijos juegan. Se hace lo que hacen todos los padres en los clubes de Argentina, polladas, venta de empanadas, y buscan fondos. Pero después pasé a la comisión directiva y por problemas de salud y cuestiones personales del presidente y vice, quedé al frente de la institución”, explica Barrozo, quien veía una situación que no era la ideal: “Lo edilicio no estaba bien. Había problemas de todo tipo en las instalaciones. Las cosas se iban arreglando pero era todo muy viejo. Decidimos que así no se podía jugar, la nueva comisión le dio prioridad al club, que es lo que queda. Era lógico que no podíamos seguir jugando Liga y por eso decidimos canjear la plaza. Fue un tema muy importante, a nadie le gusta dejar una plaza y lógicamente mucha gente no estaba de acuerdo. Algunos no nos creían que íbamos a hacer todo lo que decíamos, pero teníamos en la cabeza modernizar al club moderno. Hoy nosotros no nos damos cuenta porque lo tenemos todos los días pero los que vienen nos felicitan. Y los socios de Ciclista lo ven y entienden por qué tomamos esa decisión”.

Chuni Merlo fue símbolo dentro del rectángulo y lo es ahora afuera. Por eso no duda en alzar la voz y decir lo que muchos no quieren escuchar. El tiempo le dio la razón. “Decidimos comenzar a trabajar junto a un grupo de ex jugadores de inferiores del club, amigos y colaboradores para intentar salvar a Ciclista. Había juicios que levantar, deudas producto de la locura de hacer básquet cuando no teníamos el apoyo necesario. Ojo, no dudamos de la honestidad de la gente que manejó la institución”, explica Chuni, quien con un ejemplo drástico describe la situación: “La cancha era un galpón cuando mi hermano me metió a jugar a los 4 años y cuando volvía a los 38 años de Italia a terminar mi carrera era el mismo galpón y deteriorado. Nos propusimos pagar todo, comprar un colectivo nuevo y entonces jugar otro año en La Liga era una utopía porque no llegábamos al presupuesto mínimo. En una asamblea decidimos que había que vender la plaza, pagar deudas y hacer el estadio, que hoy debe ser de los mejores de la categoría. Hubo discrepancias de todo tipo, pero todo llegó a buen puerto. Hoy tenemos estadio, colectivo, estamos en una moratoria para pagar lo que falta, logramos la personería jurídica después de 36 años. Fue la mejor decisión que tomamos”.

“Somos hoy una institución limpia, sin deudas. El básquet se sustenta con colaboradores, espónsors, padres. Como somos creíbles logramos que se arrimen auspiciantes, aunque todavía no lo disfruto porque somos pocos. Necesitamos más apoyo y que se sume gente. Ahí lo voy a disfrutar más, como cuando jugaba”, analiza Merlo, quien avanza sobre la filosofía económica-deportiva que tomaron y seguirán: “La filosofía de este grupo de gente es jugar siempre que podamos afrontar el presupuesto. Hay que entender y coordinar con el entrenador que Ciclista es coherente, que desarrolla jugadores, que juega con gente del club en su mayoría y de corta edad. Es la única manera que nos permite hacer básquet, y hacemos básquet para poder realizar obras nuevas, para poder subir jugadores y para que los chicos no salgan del club, no estén en la calle. Para que tengan la oportunidad que tuvimos nosotros, de proyectarse, de contar con un espejo”.

“Ciclista es mi segunda casa. Es mi vida, pensé que nunca iba a ser directivo y hoy estoy al frente de este grupo. Hay mucha gente que deja de lado un montón de cosas para que un club haga básquet. Sin ellos no habría deporte ni las acciones sociales que realizamos. Me encantaría que se arrimen a verlas y apoyarlas”, termina Chuni.

Ciclista hace 30 años que está en el básquet profesional y por allí pasaron históricos y chicos que después hicieron historia. A Ciclista le sobran leyendas y recuerdos, como el cachetazo de Bulchi y muchísimos más. Cualquiera de los jugadores de la Liga podrá contar alguna anécdota en una cancha pasional como pocas.

Por ejemplo, para Walter Storani, fue el lugar en el que dejó el básquet de Liga. Hoy despuntando el vicio en el Provincial santafesino, Storani relata su paso por el verdirrojo: “Fue el último año en el que jugué básquet profesional. Me trataron excelente y tengo los mejores recuerdos. Me identifiqué con la forma en la que vive el básquet la gente de Ciclista, dentro de una ciudad que respira este deporte. Dan la vida por el club. Tuvimos una gran temporada auque lamentablemente perdimos la final por el ascenso. Yo ya tenía decidido radicarme en Rafaela por la familia y fue un acierto pasar allí la última temporada porque lo disfruté mucho. Me sentí como en mi casa”.

Algo similar le ocurrió al base venadense Damián Palacios, junto con Lucho Massarelli, héroes del último ascenso: “Fueron mis dos mejores temporadas, una siendo campeón del TNA y otra jugando por primera y única vez la Liga A. Se hizo un grupo de amigos, que con gran esfuerzo llevamos al club a la máxima categoría. Los hinchas son unos enfermos del básquet que te siguen donde juegues, siempre con gente en la tribuna. Los llevo en el corazón y ojalá algún día pueda volver al club”.

Para varios jugadores Ciclista significó una escuela, un lugar de proyección o incluso un hogar, un lugar en el cual formar una familia y elegirlo para siempre. “Ciclista fue mi primer experiencia profesional. Estuve tres años y la pasé muy bien. Ahí formé mi familia, conocí a mi mujer y nos instalamos allí. Me encanta volver al club, sigo sus resultados, es un lugar que quiero mucho y al que estoy muy agradecido”, explica Alejandro Konsztadt.

Y con algunos años de diferencia, a Martín Budding le pasó algo similar: “Jugué en 2002/2003, una muy linda temporada. No nos fue del todo bien pero teníamos un equipo interesante y me quedó un grato recuerdo deportivo. En lo personal me marcó, porque conocí a mi esposa”. “Es una institución que hace mucho esfuerzo para jugar. Y que es trampolín para muchos jugadores”, agrega Budding.

Uno de los que tuvo a Ciclista como trampolín fue Franco Balbi, quien no detiene su carrera ascendente. “Fue mi primera experiencia profesional y estuve desde inferiores. Tengo recuerdos muy buenos, disfruté mucho y estaré agradecido toda mi vida por el trato y la confianza que me dieron. Es un club muy especial, muy pasional”, cuenta el talentoso base.

El recorrido lo cierra Sebastián Acosta, quien también se metió en la piel al equipo juninense: “Me sentí muy cómodo en el club, en la ciudad, con la gente, dirigentes e hinchas. Fueron dos años increíbles en mi vida y mi carrera, tuvimos un gran equipo, buenas personas y está claro que la gente de Ciclista es especial. No lo digo para quedar bien. Tienen mucho fanatismo, van de local y de visitante. Siempre copó las canchas. Sus dirigentes la pelean día a día pero no te hacen faltar nada. Junín vive el básquet de forma especial y se sentía el folclore de los hinchas”.

Su marca registrada fue la pasión, el color, a veces desmedido, exagerado, en el contexto de una ciudad que siente el básquet como su forma de expresión. Hoy, encontró en la racionalidad la forma de sustentar su presente y modificar su futuro. Está claro que el amor seguirá siendo incondicional como en todos estos 94 años.

*David Ferrara fue productor periodístico de las transmisiones televisivas del Torneo Nacional de Ascenso durante diez años. Jefe de Deportes del diario El Ciudadano de Rosario. Docente en Tea Rosario y en Ieserh Rosario. En Twitter @davidferrara35

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