Informes Especiales · 09 de November de 2017

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Leo y Lucas: de la Generación Dorada a la dirección técnica

Las historias de Gutiérrez y Victoriano tienen paralelismos desde que fueron reclutados por Olimpia. Conocé por qué decidieron ser entrenadores, cuáles son sus virtudes y filosofías, como quiénes quieren ser y en qué no se sienten cómodos. Opinan los protagonistas: Magnano, Lamas, Santander, De la Fuente, además de jugadores y asistentes de ambos.

Por Julián Mozo

Aquellos en Venado Tuerto fueron años con recuerdos imborrables que, por siempre, unirán a los numerosos talentos jóvenes reclutados en una época dorada de Olimpia. Leo Gutiérrez (hoy 39 años) arribó a los 15 desde Córdoba, en 1993, y Lucas Victoriano (40), a los 18, desde Tucumán, dos años después. “Sus llegadas fueron por caminos distintos. Lucas era un talento precoz, una perla, con enormes habilidades que ya lo habían llegado a las Selecciones menores. Leo, en cambio, mostraba carácter, pero aún tenía un trabajo que realizar”, recuerda Julio Lamas, artífice de ambos fichajes como coach de Olimpia en esa época. Ambos pasaron momentos duros y otros, muy lindos. Se formaron juntos, como personas y jugadores, ganaron títulos y se lanzaron a otro nivel. Leo se fue a Atenas y Lucas, al Real Madrid. El destino los volvió a unir en la mítica Generación Dorada y ahora, tras los retiros como jugadores, sus carreras como entrenadores en jefe se han iniciado juntas. Gutiérrez tomó Peñarol, su último club, tras una trayectoria que lo convirtió en el ícono de La Liga (10 Ligas en cinco equipos distintos) y del Milrayitas; y Victoriano fue contratado por Estudiantes de Concordia tras retirarse 2013 y dedicarse durante estos últimos años a prepararse para el nuevo desafío.

El tucumano no pasa por alto las coincidencias entre las historias. “Sin dudas hay un paralelismo muy grande. Compartimos pensión, fuimos a la escuela juntos, participamos de aquella época inolvidable de Olimpia y compartimos Selección desde cadetes”, relata. Leo asiente con una sonrisa. “Nos reclutaron casi al mismo tiempo, jugamos en varios equipos y ahora los dos comenzamos como técnicos. Es todo medio loco, pero lindo a la vez”, reflexiona. Victoriano no cree en casualidades. “Fijate que casi todos los reclutados de esa camada en Olimpia son entrenadores en la actualidad: Andy Rodríguez, Ale Burgos, Gonzalo Bogado y hasta el Cacu Alemanno en Inglaterra”, informa el ex base. Lucas observa un claro punto en común para explicar estas semejanzas con Leo. “Tenemos visiones distintas en muchas cosas, aunque nos nutrimos de la misma pasión. No lo conozco como DT, pero esa pasión que tiene no me deja dudas que será un gran entrenador”, asegura. Leo toma una hoja del manual de Victoriano y devuelve un pase gol. “A Lucas lo veo bien, tiene mucha capacidad. Al contrario de mí, él se viene preparando hace más tiempo. Es cierto que los dos tenemos las ganas, la pasión y la dedicación. Esperemos que nos alcance, el tiempo dirá para qué estamos en este nuevo camino”, completa el campeón olímpico en referencia a su compañero en aquel subcampeonato mundial en Indianápolis 2002.

Ambos tomaron la decisión de distintas formas. O, en realidad, en diferentes momentos. Leo se retiró e inmediatamente anunció que quería ser DT. Peñarol tardó apenas semanas en ofrecerle el cargo. “Enseguida me di cuenta de que no extrañaría la etapa de jugador porque, como dijo Chapu, estaba vaciado, había dejado todo... Lo de técnico lo venía pensando hace un tiempo, como forma de seguir ligado al básquet, que es mi pasión”, explica el ex ala pivote. Gutiérrez, fiel a su estilo como jugador, no tuvo miedos. Ni a arrancar sin experiencia ni poner en riesgo tantos años de idolatría, sobre todo en Peñarol. “No soy así, ni pienso así. No creo que si fracaso como entrenador pierda el prestigio que me gané como jugador”, asegura Leo. Tampoco se hizo muchos problemas por su falta de experiencia o preparación. “Intelectualmente no me preparé, como otros, sólo miré mucho en los últimos años y fui buscando una idea en mi cabeza de lo que iba a querer hacer como técnico”, reconoce el de Marcos Juárez.

Para Silvio Santander fue más llamativa la decisión de Leo que la de Lucas, seguramente por conocer más al tucumano, aunque aclara que “por su personalidad y liderazgo no debería sorprendernos que haya querido ser coach. Como jugador se veía una gran ascendencia hacia sus compañeros y ahora puede hacerlo como DT”, resalta.

Lamas conoce muy bien a ambos y analiza ambas determinaciones. “En el caso de Lucas fue muy influyente su etapa española. El jugar en grandes clubes como el Real Madrid. Allí tuvo una formación y un conocimiento táctico que dispararon su deseo. La de Leo tiene que ver sus larguísimos años de Selección, con haber jugado tantos partidos importantes, haber tenido a los mejores técnicos, la suma de tantos títulos y la cantidad de vestuarios compartidos. Construyó una mentalidad competitiva que ahora quiere trasladar con el saco y la corbata”, es el análisis de Julio.

Victoriano asegura que empezó a pensar como entrenador cuando “tuve que cambiar mi estilo de juego, de uno más físico a otro más pensado”. Recuerda cómo los dolores en la espalda hicieron menguar sus dotes físicas y tuvo que empezar a entender más el juego. “Antes, mis condiciones atléticas disimulaban muchas carencias tácticas que tenía”, reconoce. El amor por el básquet hizo la otra parte. “Me encanta ver distintas competencias y categorías. Por eso nunca tuve dudas de que iba a ser entrenador”, cuenta. Por eso se fue preparando, a diferencia de Leo. “Fui haciendo cursos en Zaragoza y me metí como entrenador de mini en Aragón. Incluso me animé con las mujeres, comencé desde infantiles hasta llegar a Primera. Pasé por todo, incluida la tecnificación con la federación aragonesa, y hasta generé mi propio campus”, informa. Lamas resalta esa dedicación que mostró Lucas para “cruzar tantas veces de Argentina a España, mostrando el mismo deseo que tenía de chico para ser jugador”.

El siguiente paso de Victoriano fue ser asistente de Silvio Santander en Quimsa. Resultó un período corto, porque Silvio fue echado del club santiagueño, pero le sirvió para ver la Liga desde otra perspectiva. Justamente Santander opina sobre las virtudes de Lucas y predice su trayectoria. “En Quimsa terminé de conocerlo, sobre todo esa pasión que lleva adentro por el juego y el enseñar. Me llamó la atención el talento para ver el juego que tiene y el pasar por etapas previas, desde su trabajo con formativas hasta como asistente, lo va a ayudar mucho como entrenador jefe. No tengo dudas de que va a ser entrenador de carrera”, argumenta. Magnano rescata esa experiencia previa que hizo en España y Argentina y enumera otras condiciones. “Esas experiencias seguramente lo ayudaron mucho para desarrollar perspectivas de lo que es ser DT. También creo que será importante que haya sido base, antes conducía desde adentro, ahora lo hará desde afuera. Además, Lucas tiene carácter competitivo, aunque con la personalidad para llegarle bien a los jugadores. Eso es un plus”, comenta.

Leo, a diferencia de Lucas, prefirió iniciarse como head coach y no como asistente. “Si me llamaba uno muy bueno, como Sergio (Hernández), Julio (Lamas) o Rubén (Magnano), lo hacía sin dudar, pero me llegó la chance de dirigir a Peñarol y la tomé. Iré aprendiendo sobre la marcha”, explica.

Magnano y Silvio Santander tienen opiniones distintas sobre los riesgos que corre Leo al no tener experiencia previa, aunque sea como asistente. “Yo creo que corre más riesgos. Hay una frase que dice ‘si subes muy rápido, puedes caer muy rápido’. Yo creo que hay cosas que vivir antes de ser entrenador jefe”, razona. Silvio, pese a tener muchos puntos en común con Rubén, considera que “no garantiza nada tener esa experiencia. La creo útil, valiosa, pero todo es muy personal. Creo que Leo, luego de tantos años como jugador, puede adaptarse sin drama a esta nueva posición”, explica. Tampoco cree, por caso, que sea más difícil para aquellos que tuvieron una gran carrera como jugadores. “Tampoco hay una regla que diga que grandes jugadores no pueden ser grandes entrenadores. Hay muchos exitosos en la actualidad y, a la vez, también otros de poco relieve que hicieron una muy buena carrera. Eso sí, aprender a trasladar lo vivido lleva tiempo, es una transición que lleva tiempo recorrer”, argumenta el nuevo DT de Quimsa.

Ambos comenzaron con correctas campañas en La Liga, perdiendo en el primer cruce de playoffs del Súper 20, pero lo impactante lo generó Victoriano en la Liga Sudamericana. En la primera participación internacional de Estudiantes (C), llegó a la final, luego de pasar dos cuadrangulares como visitante. Ambos aseguran sentirse bien en las primeras semanas como entrenadores en jefe. “Lo más incómodo es llevar traje y zapatos”, bromea Victoriano, a quien se lo ve tomando decisiones con naturalidad. Leo, en cambio, acepta una limitación. “Estoy cómodo en casi todo, salvo en los minutos. En entrenamientos, preparación de partidos o charlas, me siento muy bien. Pero todavía no me termino de adaptar, no estoy cómodo cuando me toca tomar decisiones rápidas”, admite Gutiérrez. Esta situación se ha notado en la cancha. A tal punto que los hinchas de Quilmes lo usaron para cargarlo a Leo durante los clásicos al ver cómo Marcelo Macías, su asistente, tomaba tablita y diseñaba jugadas. El campeón olímpico lo reconoce sin dramas. “Para eso se arma un cuerpo técnico”, dice Leo. Macías asiente y habla de que “hoy en día se trabaja más en equipo que antes. Los asistentes nos encargamos de buscar y tener situaciones especiales a mano para que luego, en determinadas ocasiones, ofrecerlas equipo”. Y, más allá de la función, el principal ayudante de Gutiérrez puntualiza sobre “la grandeza y humildad que ha tenido Leo de permitirnos directamente a nosotros exponer lo preparado en la tabla”.

Leo sabía que esta nueva profesión “iba a ser difícil porque es una nueva función hay que aprender”, pero se tiene fe. Como siempre. El saber escuchar y delegar es clave en este período de aprendizaje y adaptación. Y Lucas, si bien asegura que no ha visto nada “muy complicado” hasta ahora, también le pasa y no tiene dramas en reconocerlo. “Cuando encuentro algo difícil, pido ayuda, consejos…”, dice sin que se le caigan los anillos. David Doblas, el español que llegó al país por pedido expreso de Victoriano, habla justamente de eso cuando se le pide que enumere las características del nuevo conductor. “Lo veo muy bien. Me sorprende cómo lo lleva, sobre todo que no tiene vicios. A veces les pasa a los técnicos de trayectorias que no quieren pedir ayuda y no aceptan otras opiniones… Lucas no es así, escucha a Berni (Murphy), que tiene mucha experiencia. Y lo escucha quitando su ego. Esta virtud lo hará grande. No tengo dudas que el de Estudiantes será su primer paso, que seguirá con un equipo grande de Argentina y luego en Europa”. Victoriano agradece. Y resalta dos cosas que lo ayudaron en estos primeros tiempos. “Haber sido asistente, porque conocí cosas, sobre todo las no deportivas, que como jugador no las ves. Y, la segunda, es estar en un club que me deja ser, el poder tener un diálogo sincero con los dirigentes para no ir por diferentes objetivos también es muy importante”, explica.

Cuando son consultados de qué entrenadores tomaron más cosas, ambos repiten de todos los que tuvieron, aunque marcan una predilección “Me gustaría ser un mix de Julio, Sergio (Hernández) y Rubén como para tratar de sacarles el 100% a los jugadores”, expresa Leo.

Lucas admite que Santander, Magnano y el español Chus Mateo lo marcaron mucho, aunque su perfil no parece asemejarse a la línea dura que integran esos dos argentinos. “Soy de trabajar con seriedad y concentración, aunque también de hablar mucho con mis dirigidos. Seguramente soy más cercano a los jugadores que Rubén y Silvio”, se sincera. A ambos les cuesta definirse, aunque dan algunas pautas. “Me gusta que mis equipos defiendan mucho, porque les va mejor justamente a aquellos que lo hacen. También que sean ordenados, trabajadores y muestren personalidad en la cancha”, deja claro Gutiérrez. Victoriano arranca con un “no lo sé” cuando se le pide una definición, pero aclara que “hago mucho hincapié en que los jugadores estén cómodos. Mi filosofía buscará crear un método de trabajo en equipo en el que todos hagan lo que saben y sean felices. Así será más fácil”. 

Macías destaca lo que más le sorprendió de Gutiérrez-entrenador en este corto tiempo con él. “Tiene una idea muy definida de cómo quiere jugar. Y una filosofía de trabajo bien clara: de sacrificio, seriedad, de estar en los detalles…”, comenta. La exigencia siempre fue un punto a favor de Leo, aunque las formas a veces no eran las ideales. Líder vocal, era capaz de hasta insultar a sus compañeros que cometían errores repetidos... “Sí, esa exigencia que tenía como jugador la ha trasladado a su nueva función, aunque haciendo hincapié en mejorar en lo didáctico. En eso se apoya mucho en nosotros, nos consulta. Porque para plasmar una idea de juego es necesario un proceso didáctico, el evaluar y elegir los mejores métodos. Lo importante es que todo es más fácil al tener él claro lo que pretende”, analiza. Macías cree que Leo tiene lo básico para triunfar, que el resto lo va a adquirir. “El valor más grande es la experiencia que recogió luego de tantos años. Eso le permite reconocer sensaciones que entrenadores de carrera no hemos experimentado. Si a eso le agregás una buena empatía con el jugador tenés buena parte del camino allanado. El resto está al alcance de él y cualquiera, porque a nivel profesional está lleno de especialistas, como psicólogos deportivos, psicopedagogos, managers en gestión, entre otras funciones”, explica Marcelo.

Cuando a dos entrenadores top se les consultan por las condiciones de Gutiérrez, las respuestas apuntan a un par de virtudes. Magnano se refiere al carácter y a sus dotes de líder. “Tiene todas las condiciones por su personalidad, liderazgo y todo el conocimiento que ha absorbido y plasmado en sus años de carrera en un nivel superlativo”, rescata Rubén, que lo dirigió en Atenas y la Selección. Lamas, en tanto, puntualiza en el extenso conocimiento del juego que posee Leo, por encima de lo que muchos creen.

“Tiene un bagaje táctico muy superior a la fama que tiene, a lo que la gente piensa… Ya en tiempos de Ben Hur me acomodaba defensivamente el equipo. Tenía un alto conocimiento de lo colectivo y de cada una de las posiciones. Hablaba con gran nivel de detalles, desde los ángulos de cortinas que eran necesarios hasta el timming para ejecutar cada sistema. Era como ese piloto de Fórmula 1 que te ayudaba a poner a punto el auto. No entiendo a aquellos que menosprecian su capacidad”, sentencia Julio.

Para consultar por Victoriano qué mejor que pedirle opinión a uno de sus actuales dirigidos. ”Lucas sabe que La Liga es larga y busca que todos no sintamos valiosos, importantes, que podemos aportar cuando nos llegue el momento. En Estudiantes nadie juega 35 minutos”, resalta el español Doblas, quien elige destacar otras dos características que nota en el tucumano. “Tiene un muy buena coordinación con el PF y busca permanentemente mejorar la estructura, profesionalizar su equipo de trabajo, por ejemplo tratando que los kinesiólogos estén en los entrenamientos”, puntualiza. Lucas asiente cuando se le habla de la importancia de su relación con los jugadores y ahí nace otras de sus virtudes. “Es clave cómo hablarles, respetando su ego. Yo, al ser un ex jugador, creo tener un diálogo más directo con mis dirigidos y entiendo, con pequeños gestos que veo, lo que a veces no se observa si uno no estuvo ahí...”, reconoce

Dudas e incógnitas siempre hay, más cuando se comienza una nueva profesión. Qué mejor entonces que consultar a los que saben, a los que las vivieron todas e incluso a quienes sufrieron ese pasaje de jugador a entrenador. “Ahora les toca encontrar las formas y los medios para poder pasar ese bagaje que tienen a sus dirigidos. Es un proceso y lleva tiempo”, advierte Magnano. Rubén, además, da en la tecla cuando comenta sobre el principal problema que enfrentan los recién retirados que se ponen el saco. “Lo más difícil es desprenderse del jugador. Hay sensaciones que ellos observan y que creen que el resto debería actuar y comportarse como ellos. Y muchas veces no es así. Si consiguen dejar de pensar como jugador para empezar a pensar como DT, habrán hecho un avance muy grande”, aclara.

Esteban de la Fuente, como los protagonistas de esta historia, pasó rápidamente de un rol a otro. Y la pasó mal, sobre todo porque le tocó dirigir a un Quilmes en baja que se terminó yendo al descenso. Y ni siquiera ser ídolo lo ayudó. “Lo más complicado es eso, lo que dice Rubén, sacarse la mochila de jugador, no seguir pensando como tal. Me pasó a mí, lo reconozco. Uno va viendo cosas que van a suceder, como nos pasaba en la cancha, el tema está en tratar de transmitir eso, conjuntamente con una filosofía de juego”, detalla. El Cabezón compara lo que le tocó vivir a él y las situaciones disímiles que enfrentan Lucas y Leo. “A mí no me tocó nada fácil, ni siquiera pude armar el equipo que quería, como sí les pasó a ellos. Yo traté de ser fiel a lo que me gustaba, pero el error fue actuar con el corazón y no con la cabeza. Una equivocación que hoy no cometería. De cualquier manera, después de dos años y medio, me di cuenta que no me sentía cómodo con la posición y decidí volcarme al básquet formativo, para enseñarles a aquellos chicos que aún no tienen vicios”, comenta. Pero, antes de despedirse, deja una visión positiva sobre si ellos podrán hacerse un lugar como coaches de Liga: “Ambos tienen las herramientas para poder lograr lo que yo no pude”, asegura.

Lucas acepta que “ser entrenador profesional es difícil, sobre todo estabilizarse”. Pero su objetivo es lograrlo, sin otros sueños. “Es una idea que se instaló en mi cabeza y en mi sangre”. Lo mismo pasa con Leo, quien logró cada cosa que se propuso desde que se fue de su Marcos Juárez natal. Gutiérrez, fiel a su carácter, trabaja en el presente pero no deja de soñar. “Hoy busco aprender de esta nueva profesión, pero tengo sueños. Y dirigir la Selección es uno de ellos. Me falta mucho, pero la ilusión está”, admite. ¿Quién se anima a apostar en contra?

*Julián Mozo escribe columnas para la web de La Liga y es el responsable la sección “Esto pasó en la Liga”. Trabajó 18 años en el Diario Olé, cubre la Liga desde 1996 y es el comentarista de la NBA en DeporTV. Cubrió 3 Mundiales de básquet, cinco finales NBA y un Juego Olímpico, entre otros torneos y competencias. En Twitter e Instagram podés encontrarlo como @JulianMozo.

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