Informes Especiales · 21 de Diciembre de 2016

Quilmes

Eslava, la historia de un obrero

Tornillo es el ejemplo de cómo se puede surgir como un talentoso pero, a mitad de carrera, especializarse en ser un peón. Así, lleva 21 años como profesional y hasta jugó en siete equipos de España, incluyendo Tau y el Real. Hablan figuras como Splitter y Rakocevic.

Por Julián Mozo

“Tan joven y tan viejo, like a Rolling Stone…”

Amante de la música desde purrete, Ariel Eslava elije la frase que le gusta. O, mejor dicho, la que cree que mejor lo representa. Se trata de un tema de Joaquín Sabina, uno de sus artistas preferidos, que sintetiza de alguna forma lo que él ha sido durante 21 años como profesional. Y cómo se siente hoy, vigente, a los 37. Una carrera y una actualidad que reflejan lo que es, el obrero propiamente dicho. Ese jornalero que se ha ganado la vida entendiendo qué necesitan de él, sin pensar tanto en él. Y así, buscando soluciones para el equipo, el entrenador y sus compañeros, Tornillo ha construido una trayectoria que varias figuras envidiarían. Porque no sólo jugó en nueve clubes argentinos sino que además estuvo en otros siete de España, incluyendo a los gigantes Real Madrid y Baskonia. Nada mal para un chico que irrumpió siendo un talento, pero a mitad de camino se dio cuenta de que no le iba a dar, que necesitaba convertirse en el mejor espécimen de la clase trabajadora si quería vivir muchos años del básquet. Así lo hizo y hoy, orgulloso, puede contarlo…

“Salí de Ferro pero a los 14 me fichó Boca. Un sueño porque soy hincha del club. Allí jugué desde infantiles hasta debutar en la Liga en octubre del 95 con Lamas”, recuerda Eslava. Donde hoy se localiza el nuevo museo del club, debajo de la Bombonera, estaba la cancha de básquet y allí, en cada partido de inferiores, el asombro era constante cuando jugaba aquel flaquito que era la joya xeneize. “Desde el primer momento que lo vi pensé que iba a llegar a la alta competencia. Me llamaba la atención su talla y la coordinación y manejo de pelota que no eran normales para un chico de 14 ó 15 años”, recuerda el actual DT del equipo de Liga. Tornillo, por su biotipo perfecto de alero alto con gran manejo, era una de las principales promesas porteñas. “Yo lo hacía jugar de base por su gran técnica. Ahí empezó a desarrollar su gran conocimiento del juego”, rememora Ronaldo, que también detalla una de las virtudes que le sirvieron a Eslava para construir su carrera. “Ya era uno de los chicos que más trabajaba y quería aprender, siempre buscando darle lo máximo al equipo”, cuenta y cierra con una anécdota que precisa esa ambición por ser cada día mejor. “Yo hice poner un tablero de madera afuera de la cancha y trabajamos siempre ahí. Cada vez que nos vemos recordamos juntos esos momentos”, relata Córdoba. “Sí, me acuerdo, si hasta pintamos las líneas en el piso de baldosas para poder entrenar”, completa Eslava.

Ariel siempre fue distinto y de chico esa característica se notaba en sus sueños. “Muchos decían que querían llegar a la Liga y otros a la NBA, pero yo siempre quise jugar en España. Me compraba la revista Gigantes del Basket y conocía a todos los equipos y jugadores”, informa. Pero la realidad superó incluso sus ilusiones porque no sólo llegó a la Liga ACB sino que es el 33° argentino que más partidos jugó en la historia de la ACB (con 61) y se mantuvo por ocho temporadas en España. “Lo más difícil fue mantenerme tantos años, que tantos equipos confiaran en mí”, dice él, que llegó a una liga de verano invitado por Unicaja y terminó fichado por Sergio Scariolo y el Real. “En ese momento muchos decían que no era el equipo ideal para un joven, porque estaba lleno de estrellas y era casi un hecho que te iba a ceder a otra división, pero me buscaba el ¡Madrid! ¿Cómo le decía que no? Además, por mi situación familiar y personal, no podía rechazar esa oferta. Hoy no me arrepiento de nada. Fueron dos años de muy buenas experiencias, de mucho aprendizaje, que me hicieron crecer como persona y jugador”, analiza Ariel.

En 1999, Eslava era un argentino de 19 años que llegaba al mejor club del mundo. “Todo me llamaba la atención: los viajes, los entrenamientos, la atención, las concentraciones, cambiarme al lado de semejantes monstruos, como los dos Herrero, Angulo, Raúl López…”, detalla este trotamundos, quien recuerda que junto a él llegó Sasha Djordjevic, estrella FIBA de la época. “Era fanático de Maradona y yo, cuando volvía a la Argentina, le compraba y llevaba sus camisetas. Teníamos muy buena onda”, cuenta. Además, como por si fuera poco, Eslava se dio el lujo de ser campeón de la ACB en “una inolvidable final que se definió en el quinto juego en Barcelona”, precisa. En el 2001 dejó la Casa Blanca y firmó con Melilla. En la 2002/2003 tuvo su mejor campaña con el Cáceres de ACB, en el 2003 recaló en Fuenlabrada y a mitad de temporada bajó a la LEB con La Palma. Más tarde pasó por Lobos Cantabria antes de volver al país. Entre 2005 y 2006 tuvo un paso efímero por la LNB (volvería definitivamente en 2009), en Regatas (C) y Argentino (J), porque el Tau lo invitó a una prueba de dos meses. Tan contentos quedaron en Vitoria que volvieron a llamarlo para la 2008/2009…

Muchos se sorprenden hoy al ver que Eslava tuvo este recorrido, pero él no. “A mí nadie me regaló nada y todo eso que logré no fue por casualidad. Lo que más tengo es esfuerzo, dureza mental, para pasar por diversas situaciones, bancarlas y mantenerme a este nivel. Creo que si un grande de España como Baskonia te lleva a prueba y luego de garantiza el contrato es por algo. Había que bancarse la dinámica de entrenamientos de Dusko Ivanovic y luego casi no jugar”, desmenuza Eslava. Así, justamente, se mete en la famosa exigencia del DT serbio. Tornillo asegura que no se exagera nada cuando se cuentan historias de Dusko. “Yo he tenido pesadillas durante dos o tres meses, sin exagerar… Sólo los que pasamos por él entendemos lo que vivimos. Es complicado soportar el sufrimiento, porque la exigencia era igual para mí que para los que jugaban 35 minutos. Hay que ser muy fuerte física y psicológicamente para soportarla. Vi más de un jugador, incluso ex NBA, que decidía irse para no aguantarlo”, explica. Una anécdota se impone para realmente tomar dimensión de lo que Ivanovic es capaz. “Un día jugamos en Turquía por la Euroliga y al siguiente volvimos a Madrid en avión. Dusko tenía programado un entrenamiento para cuando regresáramos a Vitoria, pero había un temporal de nieve y los aviones no salían desde Madrid. Quiso ir en micro, pero tampoco salían… Entonces decidió contratar seis taxis. Recuerdo que fue un caos, tuvimos que parar varias veces en la ruta porque los autos no podían avanzar… Pero tanto insistió que lo logró: llegamos a Vitoria y entrenamos”, relata.

Eslava tuvo compañeros top en Vitoria, pero él rescata a Scola, Prigioni y Splitter. “Ellos eran los que marcaban la diferencia con su carácter, con sus buenos hábitos… Tiraban del caro y te llevaban a otro nivel”, cuenta. Pero ojo que Tornillo, siendo obrero, también dejó un buen recuerdo en estrellas como Tiago y el serbio Rakocevic. Ambos contestaron rápidamente cuando se los contactó para dar su opinión para esta nota. “Las palabras que lo definen son talentoso, divertido y trabajador”, opinó Splitter desde Atlanta. “Mis palabras para describirlo son alma, inteligencia y sonrisa”, escribió. Lo valioso es que los dos coincidieron en una sola: “amigo”. Tornillo se escribe seguido con ambos, como con Raúl López. Y, cuando hablan de las virtudes dentro de la cancha, los dos destacan lo mismo. El pivote puntualizó “su gran visión de juego” y el escolta completó con pavada de elogio. “Es uno de los pocos jugadores con los que compartí equipo que demostraba la inteligencia de básquet, como la tenían los jugadores en la vieja Yugoslavia”, aseguró Igor.

Ambos, además, coincidieron sin proponérselo sobre la inquebrantable voluntad de obrero de Eslava. “Con eso tú naces, lo tienes o no, y Ariel sin dudas mostró tenerlo”, dijo Rakocevic. El brasileño amplió ese concepto. “Sabía su rol, lo cumplía y por eso estuvo en tantos grandes clubes. Un jugador de equipo que, recuerdo bien, en los días de pretemporada daba el ejemplo: era el primero en correr por la montaña, seguir duro cada día, levantar pesas, trabajar para mejorar el tiro… Todo siempre con buena cara, ése es Ariel”, recordó. De tantos momentos compartidos el serbio rescató una historia picante entre ambos. “Un día, tras el entrenamiento, nos quedamos jugando torneos de tiros desde la mitad de la cancha. Y él, como siempre, me provocó hasta que me enfadé y le dije algo fuerte que no le gustó… Tanto que me esperó luego del entrenamiento para aclarar el tema (se ríe). Yo me subí al auto y me quise ir para evitar hablar… Ariel se enojó más y recuerdo que me pateó el auto… Hoy nos reímos mucho de aquel día”, contó Rako.

En su regreso a la Liga Nacional, en 2009, Eslava se dio cuenta de algunas diferencias. “El argentino tiene una picardía que allá no hay y en España hay un profesionalismo que recién ahora empieza a verse más en la Liga”, compara. Pero, para readaptarse al medio y seguir rindiendo, asegura haber utilizado “los hábitos y la experiencia” sumadas en el exterior, aunque siempre sabiendo qué necesitaban de él en cada club. “Por más que viniera de afuera, nunca me creí nada y cada vez que firmé con un equipo analicé lo que podía darle y luego traté de llevarlo a cabo, compitiendo día a día”, cuenta quien se fue alejando del perímetro para definitivamente transformarse en un interno. No fue la única mutación que Tornillo realizó, ya que a mitad de su carrera se dio cuenta cómo debía seguir su carrera para mantenerse en la elite. “Yo podía haber sido mucho más de lo que soy y también podría haber sido peor”, arranca con una frase contundente. “Yo intenté lo máximo, pero en un momento me di cuenta de lo que realmente podía ser… De chico creés que tenés que jugar siempre y te enojás cuando no te ponen más. Pero allá por 2008 hice el click, empecé a practicar más movimientos interiores, a mirar y copiar, con la idea de sacar ventajas más cerca del aro, aprovechando mis virtudes para ver el juego y pasar la pelota”, explica hoy.

Eslava encuentra un paralelismo de lo que logró él, justamente mencionando a un colega que también salió de Boca como un talento y terminó cambiando su juego para mantenerse eficaz en el máximo nivel. “Matías Sandes es un ejemplo. Alguien que readaptó su juego y aporta muchos intangibles, cosas que no se ven”, opina. Ha sorprendido, eso sí, que en los últimos seis años Ariel no repitiera equipos, ya que pasó por San Martín, Olímpico, Lanús, Bahía Basket, Estudiantes de Concordia y Quilmes (hoy). “A veces es por cuestiones deportivas, en otras por temas familiares o geográficos. Yo ya no estoy en condiciones de elegir. Lo bueno es que siempre he tenido trabajo”, dice. Y sabe por qué. “Hoy en día todos saben que los grandes equipos no se forman con 10 grandes jugadores. Cada equipo necesita, también, de trabajadores”, explica.

Una clase trabajadora a la cual Ariel Eslava representa a la perfección desde hace 21 años. Tan joven y tan viejo, like a Rolling Stone…

Julián Mozo escribe columnas para la web de La Liga y es el responsable la sección “Esto pasó en la Liga”. Trabajó 18 años en el Diario Olé, cubre la Liga desde 1996 y es el comentarista de la NBA en DeporTV. Cubrió 3 Mundiales de básquet, cinco finales NBA y un Juego Olímpico, entre otros torneos y competencias. En Twitter e Instagram podés encontrarlo como @JulianMozo.

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