Informes Especiales · 07 de Diciembre de 2016

Libertad

Soñá con Vildoza

José Vildoza, con sólo 20 años es el líder de Libertad y 9° goleador de La Liga. Conocé su meteórica historia, las anécdotas y argumentos que le permiten ilusionarse con lo máximo.

Por Julián Mozo

Cuenta Andrés Pelussi, aquel guerrero de mil batallas que hoy es el manager de Libertad, que sólo necesitó observar un par de minutos de las imágenes enviadas por el Milli Villar para tomar la decisión de mandar a su principal coach de cantera para verlo en el Argentino U15. Javier Ielmini, hoy asistente de Facundo Müller en el equipo de Liga, viajó hasta Concordia para conocer personalmente a quien mencionaban como la nueva joya cordobesa y tampoco tuvo dudas. “Me llamó mucho la atención su capacidad para anotar en el uno contra uno”, recuerda Cepi, quien rápidamente habló con el Gringo y le extendió una invitación para entrenarse en Sunchales con el resto de los reclutados. Así empezó a cambiarle la vida a José Vildoza, el protagonista de esta historia, este base de 1m90 y 20 años que asoma como el mejor de su categoría (96) y sin dudas como una de las flamantes gemas de nuestra Liga Nacional y el básquet argentino.

Pepe, como lo apodan sus amigos, tiene bien presente aquel viaje a Sunchales durante los primeros días de febrero de 2012. “Lo primero que se me viene a la cabeza fue haberme despertado con el reloj de entrada a la ciudad que marcaba 39 grados…”, rememoró, sonriente. A las pocas horas, estaba en el Hogar de los Tigres y para Pelussi, otra vez, fue amor a primera vista. “Ni cinco minutos tardé en enamorarme de su juego. Para 15/16 años hacía cosas que había visto muy poco”, asegura Pelussi. Al chico nada lo impactó más que la charla que tuvo con el renombrado Gringo luego del entrenamiento. “Es mi recuerdo más fuerte. Me quedé helado cuando me dijo que quería que viniera para ser el tercer base del equipo de Liga. Imaginate, yo recién había cumplido los 16… En ese momento se me pasaron mil cosas por la cabeza. Lo más difícil era dejar a mi familia pero sobre todo a Maipú, el club donde aprendí todo, me formé como persona y me inculcaron los valores que me marcaron como persona. Todavía hoy, cuando me voy a dormir, me imagino otra vez con la camiseta de Maipú… Pero, claro, sabía que era un cambio que tenía que dar si quería dedicarme al básquet, y esa charla con el Gringo me dio mucha confianza”, explica aún hoy con la emoción y nostalgia vividas cuatro años antes.

Aceptada la seductora oferta, el resto fue una operación express diseñada por Pelussi. Hubo que convencer a la madre y arreglar con Maipú. “No me costó nada”, informa el directivo sobre ambas negociaciones. “Desde que lo vimos hasta que lo cerramos fueron cuatro meses. Actuar con tanta rapidez nos permitió traerlo a Sunchales”, dice Ielmini sobre una movida que logró el objetivo de “robarle” a Córdoba uno de sus hijos dilectos. “No le robamos nada a nadie, lo que le mostramos le interesó y luego le cumplimos siempre en todo”, retruca, orgulloso, Pelussi, quien hoy lo disfruta “como nuestro emblema actual y por muchos años”. Vildoza llegó casi al mismo tiempo que Juampi Vaulet y de hecho ambos se hicieron amigos y convivieron, pero el cordobés que hoy es figura de Bahía Basket sufrió una lesión y no quiso quedarse en Sunchales. “Por suerte de entrada me sentí cómodo en el club, me hice amigo de los que ya estaban reclutados y me apoyé mucho en el cariño y los consejos de mi familia y el Mili (Villar, su representante)”, explica el Mono, quien admite que Libertad es su segunda casa. “Con el Mili pensamos que era el mejor lugar para comenzar porque tenía la estructura de un club de La Liga y estaba a 400 kilómetros de mi casa… Y acertamos realmente. Este club me ha dado muchas cosas. Primero, contención, algo clave para un chico que llega tan joven y muchas veces se siente solo… Y luego, todas las herramientas y comodidades que he necesitado para ser el mejor profesional posible”, detalla, denotando un sincero agradecimiento.

El arribo de Vildoza no pasó inadvertido en Libertad. “Sí, me acuerdo cuando llegó… Estaba muy bien armado físicamente para la edad e iba muy bien para adentro”, dice Sepo Ginóbili, quien en aquella época transitaba sus últimos meses como jugador y recuerda los mini duelos con Vildoza en las prácticas. Año a año fue progresando, sumándole cosas a su juego hasta que el debut llegó en el 2013 de la mano de Fernando Duró. “Aquel año resultó genial, más allá de que no tenía tantos minutos porque me encantaba la forma de entrenar y las horas extra que nos quedábamos con su asistente sentía que me daban resultados. Me sentí triste cuando se fue…”, recuerda el base. “Fue su debut con minutos en la Liga. Ya se lo notaba como un chico especial, con talento y personalidad para mandar y ejecutar, además de una gran contracción a la defensa y al trabajo”, comenta Duró, quien cierra con una historia puntual que marcaba lo que ya era Vildoza. “Los compañeros de esa época le decían que tenía que jugar con cuatro croatas para que pudieran seguirlo... Después se adaptaron a él y los hacía jugar a todos. Como sucede hoy”, explica.

Vildoza, estaba claro, empezaba a pedir pista. Sin embargo, la siguiente temporada le tendría deparado un paso atrás. Y un aprendizaje. Gabriel Piccato asumió como técnico, José jugó muy poco y sufrió un bajón importante. “Las cosas no salieron como esperaba. No creo que haya sido por mi falta de confianza, tal vez no me dieron la confianza que necesitaba o yo no me la supe ganar”, arranca quizá con un palito, aunque sin dejar de hacer su autocrítica. “Pasaron muchas cosas en el medio y las cosas se fueron dando de una manera de la que ahora me doy cuenta que no estaba preparado mentalmente. No tenía la fortaleza mental que se necesitaba para ciertos momentos. Realmente la pasé muy mal y muchas veces pensé en volverme a mi casa”, se sincera en la actualidad. De los momentos duro se sale más fuerte, sobre todo si sos como Vildoza. “Luego tampoco me fue bien en el Mundial U19 y ahí me empecé a replantear cosas. Entendí que no era sólo ponerme las zapatillas y salir a jugar… Me di cuenta de que no estaba preparado mentalmente, que de ahí partía el problema”, analiza con crudeza.

El entorno lo bancó. Y su carácter afloró. “Por suerte tengo un grupo de amigos en Córdoba que nunca me dejó solo y siempre me hizo sentir que estaba conmigo. Ellos, el Mili y mi familia me ayudaron a salir del momento y a prepararme para la siguiente temporada”, detalla José. Ielmini tiene claro por qué volvió más fuerte. “Por su carácter. José no se da nunca por vencido, no tiene temor a los desafíos importantes. Todos los días compite y trabaja para ser mejor”, asegura. La convicción de Pelussi y la llegada de otro técnico, Facundo Müller, fueron los argumentos esenciales para que el base diera el salto de calidad que se esperaba. “Cuando Pelussi me ofrece el puesto me dijo que tenían un solo jugador con contrato. Era José. El Gringo me dijo que apostaba a que sería un gran jugador aunque me aclaró que era necesario desarrollarlo. Me gustó el desafío y por suerte hoy lo disfrutamos”, dice Muller. Vildoza agradece esa confianza. “Su llegada me ayudó mucho. Tuvimos una linda charla antes de comenzar la temporada que me dio el empujón anímico que necesitaba, me devolvió la fe en mí que había perdido”, recuerda el cordobés, que arrancó como relevo de Juan Brussino pero, de repente, el destino le abrió una puerta todavía más grande. Mac Hopson, pieza clave del perímetro de Libertad, sufrió una importante lesión y el DT decidió apostar a Vildoza antes que buscar un reemplazo. “José aprovechó muy bien ese chance, porque siempre está preparado para lo que va a venir”, asegura Cepi. “Siendo suplente de Juani ya estaba contento, pero cuando se lesiona Mac pensé que era el momento de demostrarme a mí mismo que podía asumir otro tipo de responsabilidades. Me sentí tranquilo y preparado para el desafío”, comenta.

Müller hace una radiografía del meteórico y constante progreso de su dirigido. “Noté un crecimiento diario, partido a partido, hasta lograr un mayor protagonismo y ayudar a que el equipo ganara partidos”. Cepi cree que fue un proceso que se dio “con total naturalidad, porque es un jugador que tiene mucha confianza en sus capacidades y ninguno temor a tomar responsabilidad o a equivocarse”. Pelussi elogia la determinación que nota en su pollo. “Tiene demasiada personalidad y va siempre al frente”. Para el protagonista de la historia tiene que ver con un ciclo pensado y ejecutado paso a paso. “Siempre trato de plantearme objetivos cortos, de ir día a día, reafirmando lo bueno que vengo haciendo y buscando ser lo más regular posible”, comenta el cordobés, que tal vez hasta esta temporada había pasado por debajo del radar de muchos, quizá por haber otro Vildoza más renombrado. Hablamos de Luca, el de Quilmes, otro base de elite que venía siendo mencionado como el de mayor futuro. “Tiene tres años más y juega mucho más en Buenos Aires”, explica Müller. “Es obvio que se hable más de él por todas las cosas buenas que viene haciendo, por cómo está dominando la Liga, pero yo no trato de ser mejor que nadie. Cada uno tiene su gusto y es relativo decir quién es mejor”, opina con madurez.

Vildoza llama la atención por varias cosas pero sobre todo por un estilo desfachatado, con jugadas lujosas que deslumbran y pagan una entrada. José, consultado, no tira la pelota afuera cuando se le dice que es un caradura… “No te puedo decir nada porque tenés razón”, arranca mientras no detiene su risa. “Siempre fui así, desde chico. Pero creo que pasa mucho por la juventud e inconciencia, por la falta de experiencia, porque muchas veces uno para va adelante sin darse cuenta…”, completa. La llegada de Müller tuvo que ver. El DT le dio rienda suelta a una esencia que traía desde la cuna. “Me gusta mucho hacer eso con jugadores que tienen talento y juegan bien. Les exijo mucho en defensa pero los libero bastante en ataque. A jugadores como él hay que apoyarlos, darles confianza, no sacársela, así no juegan con miedo a equivocarse…”, asegura el coach. El chico agradece esa fe de Müller. “Facundo me tiene mucha confianza y eso me hace jugar más suelto. Si estás atado es más difícil fluir y demostrar lo que tenés adentro”, explica, quien se destaca por lujos que a veces pueden pensarse como “canchereadas”. Müller, que lo conoce bien, lo niega rotundamente. “Es su forma de jugar, a partir de una capacidad muy especial en dar pases difíciles y arriesgados, por ejemplo, pero nada más…”, sentencia.

Parte de esa esencia expresada tiene que ver con ser hoy más un base anotador que conductor. “Es verdad que anota más de lo que conduce, pero yo no soy un técnico estructurado y no tengo problemas con jugar desde un base goleador. Eso sí, me obliga a buscar un equilibrio en el equipo, usando a un escolta y un alero que tal vez no necesiten anotar tanto”, analiza Müller. Facundo admite haber armado el equipo alrededor de Vildoza (y Brussino), pero nunca pensó que José sería el goleador del equipo como viene pasando, incluso escalando hasta el 9° puesto de la competencia (2° entre los nacionales, por detrás de Quinteros) con un promedio de 16. Vildoza sabe de esta característica que lo hace sentir orgulloso, aunque asegura que su objetivo es el equilibrio entre los dos estilos. “Ninguno de los dos extremos son buenos. Se hace más difícil jugar con un base que no mira el aro pero tampoco se puede jugar con uno que no haga jugar a sus compañeros. Hay partidos y partidos, pero mi objetivo es un jugador más completo y estoy convencido de que puedo lograrlo”, dice con la misma determinación con la que juega.

Eso sí, para ser cada día mejor se necesita mucho trabajo, horas y horas en la cancha, el gimnasio, escuchando y repitiendo. Y Vildoza es el primero de la fila cuando hay que ir a entrenar. O cuando hay un día libre. “Me encanta estar en la cancha cuando no hay entrenamiento oficial del equipo. Vengo feliz a tirar al aro porque tengo todos los aros para mí solito (se ríe)... A mí me apasiona jugar al básquet y siento que si no entreno, no puedo jugar. A esa parte no la tomo como un trabajo, es un disfrute verdaderamente”, relata con pasión. Todos coinciden cuando se los consulta sobre ese irrefrenable deseo del cordobés. “Trabaja como nadie”, sentencia Pelussi. “Le gusta entrenar y trabajar fuera de hora. Y por eso nada de lo que le sucede es por casualidad”, agrega Cepi.

También es unánime en qué faceta ha progresado más. “En el tiro”, repiten todos al unísono. “Y eso le ha permitido explotar más su potencial”, cree Fernando Duró. Para Müller no hay secretos de cómo lo hizo. “Lo ha mejorado porque lo ha entrenado muchísimo”, dice. “Hace tres años no sabía tirar al aro, pero le dediqué mucho tiempo. Sólo me gustaría ser más regular con mi eficacia”, explica Vildoza, quien busca no dejar de lado el trabajo de los otros fundamentos. Como la defensa. “Ahí empieza todo y trato de no descuidarla”, comenta José. Al coach de Olímpico le gusta su actitud como defensor y su actual DT valora una capacidad que no se da mucho en los armadores. “Puede marcar a un escolta o un alero”, amplía Müller, quien sólo pretende que sea más constante en ese costado de la cancha. La penetración y el físico vinieron en su arsenal de cuna, pero en Sunchales también destacan sus intangibles. “El profesionalismo”, enumera Pelussi. “Tiene un alto umbral del dolor, juega con molestias y nunca quiere salir”, aporta Cepi.

Lo más valioso, para todos, es que el chico tiene siempre las orejas paradas. “Escucha mucho”, admite Pelussi. “A mí y a sus compañeros”, complementa Müller, quien lo califica como “una persona aceptada y querida en el club, alguien que habla poco pero se expresa en la cancha”. El Gringo destaca su “origen humilde que lo ayuda”. Y esta actitud de apertura y deseo constante de mejorar aparece como esencial pensando en dónde puede terminar... “José tiene todo en sus manos, puede llegar adonde quiera, siempre que entrene, escuche y mejore como ha hecho hasta hoy”, opina Müller. “Lo mejor es que tiene claro lo que debe hacer para proyectar su carrera”, suma el Gringo, quien siente que en poco tiempo estará para otras ligas. “Hoy, con 20 años, ya es un buen jugador de Liga pero que recién se está consolidando. Tiene que ir paso a paso, aunque sin dudas que puede soñar con Europa y NBA. Las puertas están abiertas y los scoutings, atentos”, cierra su DT.

-¿Y vos, José, qué soñás?
-Es imposible no fantasear con la NBA, con llegar hasta ahí, o imaginarme vistiendo la camiseta de la Selección mayor.

Pero, claro, José va paso a paso. Por ahora su presente es Libertad, club con el que tiene contrato hasta 2019. Aunque él sabe, conociendo su historia, que todo puede pasar muy rápido. Sí parece ayer cuando una calurosa mañana de 2012 llegó a Sunchales... Cuatro años después ya es una realidad nacional que puede ilusionarse con sueños ilimitados.

Julián Mozo escribe columnas para la web de La Liga y es el responsable la sección “Esto pasó en la Liga”. Trabajó 18 años en el Diario Olé, cubre la Liga desde 1996 y es el comentarista de la NBA en DeporTV. Cubrió 3 Mundiales de básquet, cinco finales NBA y un Juego Olímpico, entre otros torneos y competencias. En Twitter e Instagram podés encontrarlo como @JulianMozo

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