Por Matias Traversa

Un puñado de jugadores de San Lorenzo se juntan en pleno festejo de la Supercopa. Apenas pasaron cinco minutos del final del partido cuando la bocina de la mesa de control decretó un nuevo logro del Ciclón. Marcelo Tinelli recibe el trofeo, se alegra, lo festeja y busca a los capitanes. Son ellos los que deben continuar el ritual de la celebración y levantar la copa.

Nicolás Aguirre y Marcos Mata no están en la primera plana de la foto. Están detrás del festejo (en un costado) y dan un paso al frente. Tinelli extiende sus brazos y les ofrece la copa. Aguirre ni lo duda, lo mira, gesticula con la cabeza y le dice, “vos, dale vos”… La replica de Mata es casi usual, “No, vos”. La copa llega a las manos de Mata quien aparece en escena, se pone en el centro de los festejos y sacude la Supercopa al aire.

El festejo de San Lorenzo campeón de la #SuperCopaDirecTV nos entrega la radiografía de Mata. No se encandila con los flashes de la foto del campeón. El marplatense juega, se entrena, compite, y se entrega para ser campeón. Como buen capitán, con una pizca de timidez y con un enorme criterio de consciencia colectiva, dejó la copa en manos de sus compañeros para que se desate la fiesta.

Estas líneas no contarán los títulos de Marcos Mata, solo dejarán constancia de su rol determinante en la maqueta del San Lorenzo multicampeón de los últimos años. Julio Lamas dijo hace cinco meses: “Marcos Mata, dos veces Tri Campeón, fundamental en San Lorenzo desde el día 1, juega para el equipo siempre, juega para ganar, confiable en todo momento y en cualquier ciscunstancia… Crack sin cara de crack”. El DT cristalizó en un tuit a Marcos.

Sergio Hernández, otro de los entrenadores que potenció a sus equipos con el alero, también coincidió con la presencia determinante de Mata: “En Peñarol tuve un gran equipo y un as de espadas como Leo Gutiérrez, pero ninguno de los títulos que logramos hubiese llegado sin Marcos Mata”.

La Supercopa fue testigo una vez más de la importancia de Marcos Mata. Apareció cuando el partido se desplomaba. Desde el atardecer del último cuarto, la energía de San Lorenzo cambió, fue otra. El alero de Mar del Plata con un par de acciones individuales despertó al Ciclón en el mejor momento de San Martín. Fundamental, en silencio, con compromiso, y el deseo intacto de festejar. “Queremos ganar esta copa”, declaró en la previa y se entregó los 39 minutos del partido para que su equipo sume un logro más a la colección. Se lució y brilló con rebotes, asistencias, robos y una tapa demoledora… Anotó algunos puntos. Y desparramó en un terruño de festejos ligueros su espíritu altruista intachable. 

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