Weber Bahía

Bahía Blanca (Buenos Aires)

Informes Especiales · 13 de February de 2017

Weber Bahía

El maestro Pancho

A los 39, Hernán Jasen cumple varios roles en el éxito de Weber Bahía Basket: mentor de los pibes, líder, jugador y hasta un poco entrenador. Esta es la historia de alguien que fue ídolo y se mantuvo en el máximo nivel europeo durante una década, pero acá es menos reconocido que en España.

Por Julián Mozo 

“Chicos, quédense tranquilos que hoy vamos a ganar. Yo voy a llevar al equipo adelante”.

Era la tardecita del 2 de noviembre del 2016. Varios integrantes del cuerpo técnico merendaban junto a Hernán Jasen en un hotel en La Banda cuando Facundo Durand, jefe de equipo, ingresó al salón y dio la mala noticia: los tres jugadores intoxicados en la cena luego del resonante triunfo ante el campeón Uniceub de Brasil no podrían jugar a la noche contra el local, el poderoso Olímpico. Cuando Durand se paró frente a todos y contó que JP Vaulet, Maxi Fjellerup y Anthony Johnson estaban descartados, la reacción negativa de los integrantes de staff de Weber Bahía Basket no se hizo esperar. Uno de los miembros se agarró la cabeza, otro la meneó de un lado al otro como diciendo “no puede ser” y el tercero fue verbalmente más explícito. “Listo, ya está, hoy no tenemos chances”, comentó. Jasen, cuentan, siguió tomando su café, muy tranquilo, como siempre. Y pocos segundos después, mientras la desesperanza les estaba ganando a todos, los miró y les dijo aquella frase que sorprendió y transmitió confianza plena. Hoy aquella reacción del más experimentado es anécdota porque el equipo, lleno de pibes y sin tres figuras, dio el batacazo (81-70) que le otorgó la histórica clasificación a la final de la Liga Sudamericana.

Pancho fue quien unió a todos como una manada. Resultó increíble verlo hablar con todos durante la previa y luego ser el líder en la cancha. Emocionó hasta las lágrimas… Pensá que estamos hablando de la victoria más importante en la historia de la organización”, explica Durand, un año y pico después. Jasen reconoce la historia tal cual fue contada y se explaya sobre por qué lo hizo, con qué objetivo. “Cuando Facundo dio la noticia noté mucha frustración y resignación en el grupo. Más allá de que todos sabíamos que eran tres jugadores muy importantes y que iba a ser muy difícil ganar, yo tenía la intuición de que íbamos a lograrlo, de que esa adversidad nos iba a unir más y potenciar como equipo. Traté de darles confianza y tranquilidad. Y no sólo en la merienda. Cuando íbamos a la cancha y en el vestuario también les dije que se prepararan para hacer algo grande. Por suerte los chicos son unos animales y siguieron el mensaje”, cuenta Hernán. Esta es una historia que refleja exactamente lo que significa Jasen en esta nueva gran campaña de WBB, hoy clasificado para una de las semifinales de la Liga de las Américas y ubicado en el tercer lugar de la Zona Sur en nuestra Liga Nacional. Pero esto no es nuevo, así ha sido Pancho durante su gran carrera. Un jugador que quizá no tenga en nuestro país el reconocimiento que se merece, pero que cada compañero que tuvo lo vanagloria por actitudes así, de líder, de maestro y, además, de tipo sencillo, positivo y con valores.

Hoy, a los 39 años, Jasen tiene un rol distinto al que cuando su carrera se inició a nivel nacional luego de salir de Alem de Bahía, la misma cantera que dio a Hernán Montenegro por caso. El salto, como pasó extrañamente con varios pibes bahienses talentosos de aquella época, fue en otra ciudad. Oscar Sánchez, bahiense que conocía muy bien la fuerte competencia interna de su ciudad, dirigía a Andino de La Rioja cuando se lo llevó, nada menos que junto a un tal Emanuel Ginóbili. “Cuando lo vi jugar me sorprendió su figura, su porte. Ya tenía el biotopo buscado por los reclutadores, alto y con gran manejo. A tal punto que ya lo impulsaba como base…”, recuerda el Huevo, quien quedó en la historia (y la memoria de ambos) por darles la chance y hacerlos debutar a nivel nacional. Pancho lo hizo el 6 de octubre de 95 ante Pico FC aunque en aquella primera campaña jugó poco y nada (11 partidos). “De entrada Pancho mostró su talento y potencial, sin desentonar al lado de los talentos jóvenes que teníamos como Farabello, Riofrío y Gaby Díaz. Sobresalía, eso sí, porque era el más lindo de todos…”, completa Sánchez con su habitual cuota de humor. “Tengo un gran recuerdo de ese año, compartiendo equipo con Manu y haciendo una gran campaña (NdeR: Andino fue 3°) con el Huevo”, recuerda el alero. Los incumplimientos de Andino, en relación a sueldos y condiciones de vida, hicieron que Pancho y Manu volvieran al otro año a Bahía para cumplir el sueño de jugar la Liga en su ciudad. Y ambos, como pibes, fueron puntales de una gran campaña que ubicó a Estudiantes en semifinales en la 96/97. “Esos tres años en Bahía fueron años inolvidables. Disfruté mucho jugando a cancha llena y llegando hasta semifinales, nada menos que ante Atenas”, rememora Hernán, quien promedió 15.7 puntos en su última campaña en nuestra competencia.

En 1999 se le abriría la puerta a Europa y empezaría su etapa más prestigiosa. Gabitel Gijón y y su DT, Moncho López, se lo llevaron como una joya por pulir. Primero llegó el período de adaptación y después, en 2001, el salto al Estudiantes de Madrid, donde se convertiría en ídolo y referente durante una década. En el Estu estuvo diez años, pasando tanto momentos de gloria como de sufrimiento. En la 2003/2004 tocó el cielo con las manos al ser finalista de la ACB tras eliminar al archirrival (Real Madrid) y al Tau de Scola y Nocioni. También estuvo al borde del infierno, cuando en 2008 se salvó del descenso de forma milagrosa ganando los últimos tres juegos, dos de visitante. En ambos momentos con Pancho como fundamental estandarte, a tal punto que lo llamaban el Eterno Guerrero. En el 2011 se fue del club siendo el extranjero con más partidos y el tercero en total, sólo detrás de los legendarios Nacho Azofra y Carlos Jiménez. Tuvo ofertas de los más grandes de España, pero él siempre quiso quedarse, completando el combo para que los hinchas del Estu lo amen hasta hoy. “Las opciones estuvieron, pero me quedé porque me sentí muy identificado con la gente y los compañeros que tuve. Azofra, Jiménez y Alfonzo Reyes me enseñaron los valores del club, la forma de jugar… Y la verdad es que sin tener presupuestos tan altos competíamos con los más poderosos. La siento como acertada mi idea de mantenerme siempre en el club”, explica Pancho, quien permaneció 13 años, siendo muy respetado, en la segunda mejor liga del mundo. “Esa etapa significó muchísimo en mi carrera porque pude competir contra los mejores de FIBA durante muchos años. Jamás pensé que podría conseguir semejante continuidad cuando me fui a Europa. Fue una experiencia espectacular porque además me dejó muchos amigos”, resalta Hernán.

Pablo Prigioni y Pepe Sánchez, los mejores bases de la historia de la Selección, coincidieron con él en España, cuando Jasen era el corazón de Estudiantes y dan fe de lo importante que era como una especie de obrero de lujo del equipo. “Pancho fue un grande en España. Llegó a ser uno de los mejores aleros de la ACB, además de convertirse en ídolo y capitán del Estu. Incluso cubrió el espacio dejado por el retiro de otro emblema como Carlos Jiménez”, relata el cordobés que, a la vez, se transformó en referente del Tau durante esos años. “Hablar de que fue un jugador de élite europea durante una década define su carrera. Y diría que es uno de los más destacados argentinos en la historia de la liga española, alguien que encima generó un vínculo con su equipo como casi nadie lo hizo. En su mejor momento lo querían los mejores de España, pero él prefirió quedarse en el Estu, algo muy valorable”, asegura Pepe, quien pasó por Alicante, Unicaja, el Real y Barcelona durante aquellos años en los que Jasen permaneció en un solo club… “Los de Pancho fueron diez años intachables dentro una institución modelo”, resalta el Huevo Sánchez.

Jasen nunca brilló, no tiene ese talento que llena los ojos. No es de regalar jugadas lucidas pero, con el tiempo, se perfeccionó en ese rol de obrero y esa función la hizo, si se quiere, de una forma brillante. “Pancho ha sido siempre el jugador ideal para cualquier entrenador. Alguien serio, sobrio, rendidor, polivalente y, a la vez, frío para ejecutar y con corazón para luchar”, opina el Huevo. Prigioni lo describe como “un jugador total, grandísimo reboteador, muy buen defensor y que a su vez tiene lectura de juego sin pelota y consigue anotar. Es alguien que pudo hacer todo en una cancha”, analiza Pablo. Alejandro Montecchia, compañero de Selección, destaca que ha estado al servicio de los equipos en los que jugó. “Siempre listo para dar una mano, para sacrificarse por el bien de todos, para pensar qué puede hacer para ser más útil”, considera. Hay progresos que, quizá por su perfil bajo, pasaron inadvertidos. El principal es cómo mutó su juego, desde aquel alero con capacidades de base que describía el Huevo al ala pivote de hoy en día. “Eso habla de su capacidad de adaptación y sobre todo de las ganas de hacer lo que sea necesario en pos del equipo”, opina Pepe. Jasen asegura que el proceso no le fue fácil. “Me ha costado encontrarme en una posición que no jugué ni siquiera en inferiores. Fui adquiriendo hábitos que me permitieron lograrlo”, explica Pancho. Fue decisiva, asegura, la madurez que sumó en España. “Esa experiencia me sirvió mucho en lo técnico y lo táctico para adaptarme a distintas situaciones. Y me hizo dar cuenta de otras cosas, como que no sólo es importante anotar. Cuando es joven uno lo cree, luego se da cuenta que hay muchas otras cosas que ayudan a ganar”, admite Hernán.

El capítulo Selección es todo un tema. Lo fue para él en un momento, sobre todo entre el 2006 y el 2009. Pancho quedó muy dolido por ser el último corte en la previa del Mundial de Japón, cuando consideró (no fue el único) que se había ganado un lugar entre los 12. Y le costó volver, aunque es cierto que su puesto estuvo muy bien ocupado. Lo hizo en el 2010 y disfrutó tres años seguidos, que incluyeron el recordado título en Mar del Plata 2011. Así fue que aquella cicatriz sanó y sólo le queda agradecimiento. “De las cosas que más orgullo siento en mi carrera es haber jugado un Mundial (2010) y un Juego Olímpico (2012) y haber ganado el Preolímpico con semejantes monstruos. Un grupo de jugadores magnífico con el que me llevé bárbaro. Para mí fue un honor haber compartido esos momentos con la Generación Dorada”, reconoce. Cuando dice la frase uno cae que Pancho no se siente parte de la GD… “No, la verdad que no me siento parte. Creo que ellos fueron los que ganaron el oro olímpico y los que hicieron gran parte de las hazañas. Yo tuve la suerte de disfrutarlos en primera persona, de jugar algunos torneos, pero no creo formar parte de esa cámara que nos dejó tan alto en el mundo”, admite, con humildad. Sus compañeros, como siempre, no tienen más que palabras de agradecimiento para con Jasen, por el compromiso cada vez que estuvo. “Recuerdo muy bien lo determinante que fue contra Brasil en el Mundial de Turquía”, asegura Prigioni. Pepe Sánchez no tiene dudas de que “Pancho es uno de los mejores jugadores de nuestra generación. Por circunstancias de tener delante a Manu y Delfino no pudo contar con el protagonismo en la Selección que su status en Europa requería, pero sin dudas estamos hablando de un crack que merece un enorme reconocimiento”, opina el ex base.

Pepe, sin querer, toca una palabra candente: reconocimiento. “Su perfil bajo no le favoreció para tener en nuestro país el que merecía por haberse destacado durante tantos años en la segunda liga a nivel mundial”, opina el Huevo. Montecchia es todavía más directo cuando habla de lo poco que se destacó a Pancho en la Argentina, incluso agregando una injusticia celeste y blanca… “Soy de los que piensa que en España lo aprecian y reconocen más. Y también siento que en la Selección que no se le dieron las oportunidades que merecía. Podría haber dado muchas más cosas, no sé si fueron cuestiones de gusto de los entrenadores o no sé qué… Igual, cuando jugó, lo hizo muy bien. Pero me queda la sensación de que lo podíamos haber disfrutado más”, analiza el Puma. Pancho no se sube al carro del enojo, a esta altura de su carrera entiende a todos. “Puede ser que haya mucha gente que se haya perdido mi carrera y que en España me reconozcan más que acá, pero lo veo como algo normal. Tiene que ver con los medios de comunicación, con la época… Cuando yo estaba allá era difícil seguir los partidos, la trayectoria de alguien. Si pasara hoy sería otra cosa. Igual, estoy muy tranquilo. No es algo demasiado importante para mí…”, admite el bahiense. El reconocimiento de colegas y entrenadores es lo más importante para Hernán. “Lo que me hace sentir más orgulloso, a esta altura, es que compañeros, rivales y técnicos reconozcan mi trabajo, lo que hice. Es lo principal, lo realmente importante, lo único que queda…”, asegura.

Jasen, más allá de lo que se diga, está muy feliz con su carrera. “Cuando miro hacia atrás llego a la conclusión de que todo lo que conseguí no estaba en mis planes. Era impensado para mí conseguir tantos momentos hermosos, tantos amigos…”, admite. Parece que, cuando se habla de Pancho, se usan verbos del pasado, como si Jasen estuviera retirado. Lejos de eso, a los 39 sigue jugando al más alto nivel nacional, incluso creciéndose cuando más difíciles son los desafíos, como se vio en la Liga Sudamericana y el reciente cuadrangular de la Liga de las Américas disputado en Puerto Rico. Una vigencia que no sorprende a quienes lo conocen. “No, claro, porque es un apasionado. Podría estar con su familia, disfrutando las vacaciones con sus hijos, pero viene a entrenar, siempre positivo y con el deseo de ayudar porque le gusta, se siente bien”, comenta Montecchia. El secreto lo cuenta el mismo Pancho. “Estar jugando a esta edad tiene que ver con hábitos que desarrollé a cierta edad: la alimentación, los descansos, todos los cuidados que son necesarios para responder a las exigencias de hoy. Pude comprobar que se puede, es fundamental saber que, haciendo un desgaste menor que un joven, se puede hacer las cosas de la misma forma. Con lectura y visión. Todo esto es un poco el secreto de lo que estoy viviendo a esta edad”, explica quien está viviendo una segunda juventud, quizá por estar en su ciudad, cerca de los suyos y en una organización que, asegura, le hace todo más sencillo. “Vivir esta etapa final, en la ciudad donde me formé, rodeado de mis afectos, en una institución ejemplar, hace que pueda disfrutarlo muchísimo”, cuenta el bahiense.

Si hay algo que lo motiva es ser una especie de tutor de los numerosos pibes que lo rodean, quienes necesitan una guía para desarrollar el enorme talento que muestran. “Pancho tiene roles múltiples en el equipo. Es una suerte de jugador-mentor-entrenador. Cumple con los tres en diferentes momentos y todos a la perfección. En la cancha sigue siendo muy valioso, incluso ha ganado juegos muy importante para nosotros. También es la voz más escuchada en el vestuario, sobre todo cuando las cosas no van bien o antes de un juego importante. Y, a su vez, es quien más claridad conceptual tiene y por eso es una segunda voz detrás de Sepo (Sebastián Ginóbili, el DT) a la hora de hablar del juego”, analiza Pepe, el presidente de la organización. Montecchia, asistente de Sepo, observa de cerca cómo actúa Pancho en la intimidad y no tienen dudas de que “es un entrenador encubierto al ser es normal que a los chicos les cueste más hablar con el técnico, por la investidura... Como los pibes lo adoran, se apoyan mucho en él, lo escuchan muchísimo. Se dan cuenta la sabiduría que tiene y para nosotros es fundamental porque en la cancha nos suma muchas cosas que no se ven en la planilla, sobre todo en el orden del equipo”, opina el Puma,

Pancho revela su felicidad por ser el referente de los pibes. “Disfruto de ser un poco el maestro, el consejero, de volcarles lo que viví, contarles mis experiencia y marcarles sus errores y virtudes. Me hace sentir muy orgulloso estar en esta situación, en este camino que ellos están recorriendo, empezando a ser profesionales, hombres… Me encanta verlos jugar, escucharlos, aconsejarlos, porque son disciplinados y respetuosos. De esta forma, con esta línea de trabajo, no tengo dudas de que van a llegar adonde se lo propongan”, comenta. Hoy, dicen, no es sencillo para un cuarentón relacionarse con los chicos, por la diferencia de usos y costumbres, pero este no es el caso de Jasen, que le pone una onda especial a la relación con ellos. Así queda claro en la anécdota que cuenta Ariel Ramos. “Cuando fuimos a Brasil por la final de la Sudamericana salimos cerca del hotel a dar una vuelta y a comprar una cosas. Entramos a una tienda de ropa y a Pancho le gustaron unos jardineros porque decía que eran muy estilo europeo. Pero nosotros le decíamos que en Argentina eso no se usaba. Nos jodía con ser distintos y de tanto insistirnos decidimos probarnos la ropa. El resultado está en esa foto que nos sacamos (ver gráfica) y que nos hizo divertir mucho. Son pequeñas cosas que suman mucho en el grupo”, explica. Maxi Fjellerup, uno de las mayores joyas del básquet argentino, recuerda bien cuándo conoció a Jasen y explica lo que siente ahora al ser compañero… “Yo lo veía en la tele pero no sabía su nombre. Para mí era el chico de rulos que corría para todos lados (se ríe)… Quizá no era el mejor de esa Generación Dorada, pero recuerdo ver cómo se encargaba de rol de rebotear y defender, un trabajo que hoy valoro aún más estando al lado de él. Por eso agradezco al destino haberme dado la oportunidad de jugar con él, de sentir su energía, su deseo de jugar, ganar, de sumar siempre para el equipo… Ese es el mensaje que nos vamos a llevar de él”, asegura el escolta nacido en Tres Arroyos.

Jasen recibe los elogios y apenas sonríe. Pero, interiormente, lo reconforta y le llena el tanque de combustible para continuar dando el ejemplo y haciendo historia al lado de los pibes. Sin importar si en su país se lo reconoce menos que en España o si ha jugado menos de lo esperado en la Selección… Eso, para él, es chiquitaje.

Julián Mozo escribe columnas para la web de La Liga y es el responsable la sección “Esto pasó en la Liga”. Trabajó 18 años en el Diario Olé, cubre la Liga desde 1996 y es el comentarista de la NBA en DeporTV. Cubrió 3 Mundiales de básquet, cinco finales NBA y un Juego Olímpico, entre otros torneos y competencias. En Twitter e Instagram podés encontrarlo como @JulianMozo.